¡Hola, tía Lindsey!

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—¿De qué rayos está hablando Malfoy? —preguntó Harry intrigado a sus amigos. 

—No tengo la menor idea, pero es evidente que quería que le preguntásemos —contestó Hermione—. Y tú, ya cálmate, Ron. No dejes que Malfoy te afecte. 

—No me afecta... es solo que... ¿no escuchaste lo que dijo de mi padre? Él no ha ascendido porque prefiere quedarse con su puesto y trabajar en asuntos de muggles no porque —dijo el pelirrojo pero su voz quedó amortiguada cuando cerró la puerta corrediza tan fuerte que el vidrio se hizo añicos... 

—¡Ron! —exclamó Hermione, reprendiéndolo, luego apuntó la puerta—. ¡Reparo! Sí, Ron, ya lo sabemos. Si tu padre se siente bien con su actual puesto nadie debe cuestionarlo.  

—Es un idiota —siguió Harry mientras miraba el paisaje agreste a través de la ventanilla—. Solo vino aquí a jactarse de saber algo que nosotros no. 

—Tal vez solo lo hace para molestarnos. No sabe nada, es mentira —dijo Hermione, mirándolo por encima del libro que leía—. Este será un año normal, como todos los demás. 

—Hermione ¿los años anteriores te han parecido normales? —preguntó Ron perplejo. 

—No precisamente pero... me refiero a que no creo que haya algo especial este año. 

—No lo sé... noté cierto misterio en mis padres cuando tocaban el tema de Hogwarts durante el verano. 

Harry siguió mirando a través de la ventana. El enojo tras la intromisión de Malfoy en su compartimento se fue mermando, sobre todo por la sensación de que algo extraordinario lo aguardaba al llegar al castillo. Tal vez ese idiota sí supiera algo después de todo y debía ser extraordinario o de lo contrario no sonreiría o se jactaría de esa forma, pero... ¿y si era algo malo? Si lo hacía feliz no debía ser algo bueno... ¡Qué rayos! —pensó Harry mientras sonreía. Debía estar feliz por el simple hecho de acercarse a Hogwarts cada vez más, con estar con sus amigos y sobre todo, lejos de los Dursley. 

Mientras tanto en la oficina del director Dumbledore, Snape se incorporaba con dificultad del diván, sentándose mientras intentaba enfocar la mirada. Todo a su alrededor le daba vueltas, sentía una gran debilidad y estuvo a punto de sucumbir de nuevo al escuchar esa voz y mirarla. 

—¿Te encuentras bien? ¿Cómo te sientes?

¡Por la barba de Merlín! No podía ser posible. ¡Era ella! Esa era su voz... y su rostro. Se veía más madura, pero era ella y parecía.... viva. Podía sentir la calidez y suavidad de su piel cuando le palpó la frente con su mano. ¡No! No era un fantasma, era un ser de carne y hueso. Ella hablaba pero él no podía escucharla porque todavía estaba medio sumido en un letargo que lo aislaba de la realidad. ¿Cómo era posible que ella estuviese allí? Él jamás había visto su cadáver, no había querido verlo pero estaba seguro de que ella estaba muerta o de lo contrario ¿Dónde había estado metida todo este tiempo?... —pensó él mientras la miraba con detenimiento. Ella miró al profesor Dumbledore con una expresión de preocupación. 

—Puedo ir por mi equipo para medir su frecuencia cardiaca —dijo haciendo el ademán de marcharse, pero Dumbledore la retuvo. 

—No, descuida, pienso que no hará falta. Creeme cuando te digo que es absolutamente natural que se encuentre tan pasmado.        

—¿Usted cree? Está muy pálido y su pulso está muy acelerado —dijo Lindsey, volviendo a tomar la muñeca de Snape para examinarlo—. Además, parece no reaccionar.

Pero en ese preciso instante lo hizo, él retiró su mano fuera del alcance de la medimaga como si su contacto lo quemara, se levantó tambaleando del diván y se alejó. 

Lindsey Cooper, la hermana de Lily.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora