Lindsey Cooper, la hermana de Lily.

Lindsey furiosa

—Te juro que te amo, Lindsey... a ti, solo a ti  —dijo Severus mientras le acariciaba la espalda—. Nunca me pude hacer a la idea de perderte e incluso hasta llegué a comprender a Vertonghen cuando se negaba a dejarte ir. 

Ella estaba recostada en su pecho después de que ambos se hubieran amado en cuerpo y alma en la habitación del profesor de Pociones.  

—No hay punto de comparación entre ustedes dos. Noah me traicionó pero tú en cambio fuiste bastante fiel a tus sentimientos... por mi hermana. 

—Lo fui, no te puedo negar que la amé sinceramente durante todos estos años y que incluso traté de buscarla en ti, pero me di cuenta casi enseguida de que no eras ella y eso me decepcionó, lo admito... Sin embargo tú... Lindsey, tú tenías algo diferente, comenzaste a mirarme diferente, no solo con cariño sino con...

—Con amor —completó Lindsey—, porque tú me enseñaste a amarte. Quise protegerte, quise darte toda la felicidad que nunca antes te habían brindado. 

—Pero lo arruiné al llamarte...

—Solo estabas confundido, Severus y ahora lo entiendo —respondió Lindsey colocándole un dedo en los labios para hacerlo callar—, me demostraste lo que sentías mientras estuviste a mi lado cuando más te necesitaba y me lo dicen tus ojos ahora, es solo que yo también estaba aturdida y aterrada con todo ese asunto de la profecía pero ¡ya quedó atrás! —se apresuró a añadir cuando vio el ademán de intervenir del pocionista con una expresión de preocupación—. Por otra parte sería terriblemente injusto culpar a mi hermana por lo que tú sentías por ella ya que tú no podías controlar tus sentimientos y de igual forma ella no podía modificar los suyos hacia Potter.

—Además de que ella jamás supo lo que yo sentía, nunca se lo dije o insinué y de haberlo hecho... tienes razón, no podía culparla por no sentir nada por mí. No era su obligación y pues, tal y como ella dijo, ambos decidimos seguir nuestros respectivos caminos, pero te juro que nunca quise lastimarla, jamás pensé en hacerle daño, ni siquiera a Potter porque ella... era feliz con él y el niño... 

—¡Lo sé, mi amor! No te atormentes más. Cometiste un error gravísimo ese día pero no es justo que te atormentes toda la vida a causa de ello, porque también hay que pensar en la posibilidad de que quizá Voldemort habría descubierto la profecía de cualquier modo y tal vez hubiese elegido a los Potter como su blanco. Lo que está escrito no lo cambia nadie, Severus. Así como también estaba escrito que yo terminaría siendo criada en España, lejos de mi verdadera familia. 

No nos preocupemos más por el pasado, mi cielo —dijo la medimaga acariciando el cabello del maestro de Pociones—, sino por el presente y por el futuro. Tengo miedo de que ese... Voldemort lastime a mi Harry, así como me aterra que tú... 

—¿Te da miedo que yo vuelva a su lado y me haga recaer con sus ideas? 

—¡No! De ninguna manera, me aterra que te haga daño si se da cuenta de tu verdadera lealtad. 

—Mi trabajo, entre otras cosas, será asegurarme de que no lo sepa.

—¡Te amo y no podría soportar perderte! 

Ambos discutieron acerca del asunto de la desaparición de Crouch, algo que también desconcertaba al pocionista, era una situación casi surrealista ¿Dónde demonios estaba? No pudo simplemente haberse evaporado así como así. Sea como haya sido, ninguno de los dos, así como tampoco Dumbledore tenía la respuesta.  

Lindsey se despidió de Severus con un beso en el umbral de la puerta del despacho, pero él se negó a dejarla ir sola, así que se decidió a acompañarla. No obstante cuando pasaron cerca de la mazmorra clausurada tras el suicidio de Colette, vieron al fantasma de la muchacha salir de allí atravesando la puerta.