La llegada de Beauxbatons

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Los días pasaron y la fecha tan temida por Lindsey se acercaba a pasos agigantados. Al levantarse de la cama aquella mañana no pudo evitar pensar en Noah más de la cuenta. Le inquietaba el hecho de pensar que su ex esposo estuviese ahora oficialmente con Colette Piaff pero casi inmediatamente se reprochaba a sí misma ¿Qué más daba eso? Ya no estaban casados así que Noah podía hacer con su vida lo que quisiera... por más que doliera.

—Una semana —susurró mientras abría la puerta de la enfermería al regresar del desayuno—, en una semana no tendré más remedio que verlo.

Por la tarde, como casi no tenía trabajo en la enfermería, salvo clasificar y etiquetar pociones con la señora Pomfrey o echar a la basura las que estaban caducadas (trabajo que estaba bastante adelantado) Lindsey decidió dar un paseo por el castillo como siempre y si era posible, aprovechar para ver el desempeño de su sobrino en clases. Pero cuando vio a Harry salir del aula de Defensa Contra las Artes Oscuras cojeando y frotándose la cabeza con una expresión de dolor, se alarmó.

—¿Qué te sucedió, Harry? —preguntó mientras corría hacia él para comprobar su estado.

—No es nada, tía Lindsey —respondió Harry sorprendido.

—¿Cómo que no es nada? ¿Qué te sucedió?  ¿Qué te sucedió a ti, Ron? —añadió al ver que el muchacho alternaba un paso con un brinco.

—Es... bueno, es que el profesor Moody estuvo enseñándonos a realizar las maldiciones imperdonables —explicó Ron—, pero Harry logró resistirse al final a la maldición controladora.
—¡Ron! —intentó detenerlo Harry pero ya era tarde pues su tía lo había escuchado.

—¿Cómo qué?... Jamás en toda mi vida escuché que se arrojara maldiciones imperdonables sobre los estudiantes para enseñarlos ——dijo la medimaga indignada y furiosa.

Hermione comenzó a agitar la mano en señal de que se avecinaba un gran lío.

—No fue nada, tía. En serio, de hecho creo que fue una buena manera de... ¿Qué haces? —preguntó Harry horrorizado al ver que Lindsey se dirigía hacia el aula de Moody.

—Ve a la enfermería, cariño y pídele a Poppy que te atienda. También tú, Ron. ¿Tú estás bien, Hermione? Disculpa que no te pregunté antes, cielo.

—Estoy bien, Lindsey, descuida.

—Estamos bien, tía.

Pero Lindsey no les hizo caso y comenzó a tocar la puerta del aula. Lo hizo con tanta energía debido a su molestia que a Harry le sorprendió que no se hubiese lastimado los nudillos.

—¡Profesor Moody! —llamó la mujer—. Necesito hablar con usted enseguida.

El hombre abrió la puerta y al mirar a Lindsey esbozó una extraña sonrisa, mientras la miraba de arriba abajo.

—Mira nada más a quién tenemos aquí —dijo manteniendo esa mueca que pretendía querer emular una sonrisa—. Es la tía del famoso Harry Potter. ¿Deseabas hablar conmigo?

—Desde luego, profesor, es que no puedo concebir la idea de que a alguien se le ocurra arrojar maldiciones imperdonables sobre los chicos.

—¡Tía! ¡Tía, por Dios ya basta! Estoy bien —suplicó Harry, tratando de hacerla retroceder.

Moody se echó a reír y su risa enfureció todavía más a Lindsey.

—No te preocupes, Potter, es normal que tu tía se preocupe por ti ¿no es así, mi querida Lindsey?

—Naturalmente —respondió la mujer—. No solo estoy preocupada sino indignada. Tengo entendido que usted fue un gran auror y ahora como profesor supongo que le habrán indicado previamente lo que debe y no hacer con los estudiantes. ¿Acaso no ve que son solo niños?

Lindsey Cooper, la hermana de Lily.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora