^¥/"Te Extraño Hyung".⏳[/M¥^KT\]♠️

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.....TE EXTRAÑO.....

DEL AMOR AL ODIO

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— Mark quiero respuestas — declaró la mujer serena y tranquila como si ver al hombre frente a ella no le doliera. De hecho no dolía. Extraño.

El omega se tensó en su lugar pero sonrió ladino. Ella jamás podría tocarlo por el sencillo hecho de amarlo

— No sé de qué hablas señorita Ji.

— He perdonado su vida más veces de las que puedo contar. Habla o muere.

La mujer habló fría pero sonrió con una paz indescifrable que hacía al omega tener desconfianza. El omega estaba cargado de miedo pero intentó desimular, algo que sus feromonas no entendían.

Sí, él sabía que esa alfa le amaba y le adoraba, él era el dueño de su corazón, de sus suspiros, él era el dueño de todo el amor de esa mujer.

Con cautela se levantó de aquella silla y caminó directo hacia YoonJi ignorando a los betas que en su momento se levantaron para detenerlo.

Sonrió arrogante cuando Ji ordenó con una seña que no le detuvieran el paso. Sí. Él tenía el control. Siempre lo tuvo.

Se acercó y se sentó sobre las piernas de la mujer dejando pequeñas caricias en los brazos de ella. Él odiaba no poder tocar esa piel por culpa de esa fea y pálida bata de doctor.

La detalló con cuidado y con altivez admiró a la gran doctora que era Min YoonJi. Esa mujer de piel pálida, ojos gatunos y brillantes, aquellos labios pequeños y rosados, aquella mujer que le había dado su propio corazón. Se parecía tanto a él.

Su omega regocijaba en su interior al saber que ella siempre sería suyo.

— Lo sé cariño. Sé que jamás podrás hacerme daño, me amas, tengo tu corazón y tu amor, siempre serás mía, tu alfa adora a mi pequeño pero poderoso felino.

Mark soltó un pequeño chillido de alegría, extasiado de saber controlar a esa gran alfa. Ella lo observó, atenta y en silencio.

Los hombres betas frente a ella se mantenían alejados y con expresiones frías y molestas y algo burlonas.

— Yo no hice nada alfa —  hizo un puchero mostrándose inocente, algo que no era — Le juro Jiji que no hice nada, sí, puedo irme y jugar todo lo que quiera, pero jamás te traicionaría, aunque si lo hago . . . siempre me recibirás.

Río feliz y burlón lamiéndose con lentitud los labios viendo cómo YoonJi se tensó bajo suyo.

Sí. Esa alfa es suya. Y bueno ella sabía cómo jugar. De todos sus amantes Jiji siempre fue la que más le complació y le dio sus tan ansiados orgasmos; todo un perfecto delirio. Él podía sentir la victoria en su boca.