Unas horas más tarde, los cuatro descansaban en la punta de la roca del rey observando el reino. Zibu balanceaba una de sus patas en el aire, recostado al borde de esta. No podían creer que estaban ahí y que ese iba a ser su hogar por unos días. Esperaban que fueran breves. La realidad era que morían por correr y huir.
Estaban al tanto de que el resto de los jóvenes los observaba casi todo el tiempo, pero hacían caso omiso a eso. Sabían que eso pasaría y ya estaban preparados mentalmente.
No todos estaban pensando en eso en silencio, Rani continuaba quejándose abiertamente sobre la leona que había conocido un rato atrás.
—Es que no lo entiendo. ¿Quién se cree? ¿Y esa sonrisa insoportable? Yo sabía que aquí eran odiosos, pero no a ese nivel. Y…
Su amiga gimió con fastidio e intentó cubrir sus orejas. Los otros dos intentaban no escucharla, no querían interrumpirla y que se pusiera peor. Unos murmullos captaron su atención. Giraron la cabeza para ver a los dos hermanos caminar hacia ellos mientras discutían en voz baja. Finalmente estuvieron a una distancia razonable y Kiara se aclaró la garganta. Kion la miraba fijamente.
—Yo eh… sólo queríamos disculparnos por la actitud de Zuri. Ella es un poco… especial. —Kiara intentó sonreír— No se dejen engañar. Es buena amiga, a veces… como sea.
Kion, al ver que su hermana se trababa y evitaba el contacto visual con ellos, quienes los miraban mudos, decidió tomar la palabra.
—No se preocupen. Nos encargaremos de que nadie los vuelva a molestar. —dijo con firmeza, cosa que los hizo sonreír, divertidos.
—Da igual. Sólo, asegúrate de que no me molesta demasiado o perderé la paciencia —Rani miró a Zuri de reojo con odio.
—Por supuesto. ¡No te preocupes! —Kiara se rio con nerviosismo y miró a su hermano disimuladamente.
Kion interpretó su mirada de muchas maneras. Kiara estaba tan preocupada como él y ya se imaginaban que los forasteros iban a tener una actitud así. Estaba claro que a la princesa no le hacía gracia que estén amenazando a sus amigas, o a cualquier otro animal. El príncipe decidió cambiar de tema.
—Oigan, Kovu, Zibu… ya que las chicas mañana van a entrenar en la caza… ¿Quisieran practicar algo también? Hay mucho para…
—No, gracias. —Kovu no lo dejó terminar de hablar.
Por el contrario, Zibu alzó su pata para detener a su amigo y miró a Kion, esperanzado.
—Eh… yo sí. —afirmó decidido, ganándose miradas atónitas de sus amigos. Kion asintió feliz y lo dejó continuar— Quiero entrenar también, quizá con la velocidad y otras cosas. No soy muy bueno en todo eso…
A Kion se le iluminó el rostro.
—¡Sí, sí! Mañana en cuanto tú quieras te ayudo. —exclamó.
El príncipe volvió a sorprender al pequeño grupo con su emoción y euforia. Estaba claro que eran muy diferentes entre sí. Luego, los tres se encogieron de hombros ante las decisiones de su amigo. Si él quería aprovechar al máximo el plan, adelante él.
Volvieron escuchar que alguien se acercaba a la punta. Vieron llegar a otro león de su edad que nunca habían visto. Este tenía el pelaje marrón claro al igual que su melena y caminaba con un aire de superioridad. Pasó caminando al lado de Zuri y otras leonas. La vieron decirle algo con expresión molesta y, casi enseguida, este clavó su mirada en ellos cuatro.
—¿Amigo tuyo? —Vitani preguntó a Kion.
Él se volteó hacia donde la leona miraba y volvió su mirada a ellos.

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Los Descendientes
FanfictionKion, el hijo mayor de Simba y Nala, decide invitar a cuatro forasteros, hijos de antiguos enemigos de las praderas; a sus propias tierras. Su objetivo es demostrar lo que en verdad son. De todas formas, su idea no es bien recibida por todos los ani...