Invitados

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Scar llevó a los chicos de vuelta a las cuevas. Desde que había sido exiliado por Simba, se había convertido en el líder de las lejanías. Sus leonas lo aceptaron, más ellos no eran los únicos animales viviendo ahí. Cada especie tenía su parte de las lejanías, incluyendo a las hienas. Estas no querían ni verle la cara a Scar desde que él las había traicionado. El área de los leones era sin duda, la más extensa. Es por eso que era muy recurrente que, algún animal inferior a ellos, atravesara esas zonas y recibiera un castigo.

Kovu y Zibu se adelantaron a los demás, peleando por llegar primero. Vitani y Rani solo negaron con la cabeza ante el comportamiento infantil de sus amigos y hermano. En la entrada se encontraba un león mayor que ellos tomando una siesta. Kovu se detuvo en seco a unos metros de él y sonrió con malicia. Se acercó con sigilo antes de saltar sin previo aviso sobre este. El león se despertó de golpe y pegó un grito. Kovu se quedó en el suelo, riendo a carcajadas.

—¡Kovu! Hermano, me vas a matar de un susto —el león exclamó mientras los latidos de su corazón disminuían la velocidad— No hagas eso… —agregó apenado.

—No seas llorón, Nuka —respondió él mientras se ponía de pie.

Sus tres amigos se acercaron a los hermanos.

—Kovu, eres un caso perdido. Ya estás grande para esas bromas —su hermana le dijo mientras ponía los ojos en blanco.

Scar los alcanzó y se metió en la cueva. Enseguida los cinco lo siguieron. Ahí fueron recibidos por otra leona adulta.

—¡Mamá! —exclamaron Kovu y Vitani a la vez mientras corrían alegremente a ella.

Su madre apenas les arrojó una mirada sobradora. No estaba del mejor humor para soportar a sus dos hijos menores y que le cuenten a quién habían atormentado recientemente. Vitani y Kovu asintieron y se apartaron para dejarle el paso libre. Su madre no era la más cariñosa del mundo. Había sido así de seca y arisca con sus tres hijos desde que tenían memoria. Se preguntaban si el hecho de que su madre hubiera sido exiliada a tan desértico lugar influía en algo o simplemente era así por naturaleza. Sin darse cuenta, los tres hermanos habían heredado su mismo carácter.
Zira sonrió a Scar cuando lo vio entrar detrás de sus hijos, junto a su única hija. No se sentía atraída por él, pero le tenía una enorme admiración. Él fue su rey muchos años hasta que ese patético león llamado Simba llegó. Desde aquella noche, el odio y el rencor crecían en su interior y aumentaban cada día. El día que ella peleó, Simba le dejó una marca en su oreja derecha, para que jamás olvidara lo que había pasado. Sin duda, lo odiaba profundamente, a él y a toda su familia.

—¿Mamá? —Zibu preguntó mirando a su alrededor— ¿Dónde está?

—No tengo idea —respondió Nuka encogiéndose de hombros.

El león asintió y se unió a sus amigos en su lugar para dormir. Vitani estaba hablando con Rani en voz baja y ambas se reían. Las miró con el ceño fruncido. Entendía que eran mejores amigas, pero odiaba cuando los dejaban afuera a él y a Kovu de las charlas. Se suponía que los cuatro eran amigos y se contaban todo.

—¿De qué hablan? —les preguntó Kovu adivinando su pensamiento— ¿Acaso hablan de algún león eh, princesa? —agregó divertido mirando a Rani.

Ella le puso cara de asco y se paró de un salto para enfrentarlo.

—No me llames princesa, Kovu. ¡Y claro que no! No te incumbe nuestra conversación —le dijo con su rostro a centímetros del de él.

Kovu solo se limitó a reír.

—Pero tu padre es el líder. ¿Eso no te hace princesa? —Zibu le preguntó con inocencia.

Los DescendientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora