Historia

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La excusa de querer descansar les sirvió para darse un respiro a solas. El grupo se percató de que, a un costado de la enorme roca del rey, había una entrada de una cueva. Kovu propuso echar un vistazo, en un intento de distraerse.

Eso hicieron. En cuanto nadie los vio, descendieron la roca y entraron, entornando los ojos debido a la oscuridad. La cueva estaba a oscuras y el olor a humedad dificultaba respirar con normalidad.

—Esta podría ser nuestra nueva casa por el momento —bromeó Zibu, pero enseguida comenzó a toser— ¡Vaya! Se nota que nadie entra aquí hace años.

La idea no sonaba tan mal de no haber sido por lo sucio que estaba el lugar. La tierra y las manchas de humedad eran difíciles de ignorar. Se dispersaron para explorar. Vitani notó algo asqueroso tocando su pata, cuando bajó la vista vio a un pequeño insecto revoloteando, la joven leona sin pensarlo dos veces sonrió antes de aplastarlo y seguir su camino. Rani saltaba de roca en roca, con cuidado en el caso de que no sean firmes. Kovu, por otro lado, tenía la vista fija en las paredes. A pesar de las aureolas de suciedad, podían verse algunas ilustraciones en el enorme muro. Entornó los ojos y deslizó su pata por uno de ellos.

—Chicos, miren —dijo sin despegar la vista de estos.

Sus amigos se acercaron con curiosidad. También veían algo, pero no lograban descifrarlo. Vitani miró hacia arriba y vio las lianas que cubrían la poca luz que se filtraba a través de los huecos que había en el techo. Sin decir nada, trepó por las rocas hasta llegar a la más alta. Con su pata, intentó apartarlas. Debido al ruido, sus amigos levantaron la vista.

—¿Qué haces? Te puedes caer —Rani le dijo sin despegarle la vista.

—No voy a caer… —Vitani murmuró, concentrada en lo que hacía.

Finalmente lo logró; de un zarpazo arrancó el manojo de lianas, que cayeron encima de Zibu. Este se las quitó con asco rápidamente. Ella enseguida descendió y se posicionó con sus amigos para mirar las pinturas. Ahora se veían claramente debido a que un enorme pero débil rayo de luz entró.

Estaban hechas con pulpa de fruta obviamente, y algunas otras cosas que ni quisieron saber. En aquellos dibujos se podían ver principalmente leones. La más grande de todas captó su atención. Era un león de gran tamaño con abundante melena rojiza. Estaba parado en la roca del rey mirando hacia el reino con orgullo. Un poco más abajo, otro león más pequeño lo miraba con recelo. Este tenía la piel oscura y una enorme cicatriz en su ojo izquierdo. Rani se quedó sin aire.

—Papá… —balbuceó, llamando la atención de sus amigos

Efectivamente, no solo Scar, sino también Janna y Zira aparecían. Los adolescentes vieron la historia que sus padres les habían contado, reflejadas en esas pinturas. Podían ver a las leonas peleando a muerte con Simba y su manada. Al rey exiliándolos a las lejanías. A Simba junto a su reina Nala presentando a su nuevo cachorro… Estaban metidos en una especie de trance que hasta por un segundo, olvidaron respirar. Vitani y Kovu se miraron entre sí al ver a su madre saltando encima de Nala con toda la furia que podía tener. Zibu también se conmocionó al ver a su madre pelear con la anterior reina, Sarabi. 

Sus padres estaban dibujados en medio de un halo de oscuridad. No pudieron evitar agachar la mirada ante tal cuadro. Sabían perfectamente cómo eran, y ellos estaban ahí con el único propósito de seguir sus pasos. Al ver la historia reflejada de esa manera, se sintieron algo extraños. ¿Estaban haciendo lo correcto?

—Ya vámonos —Vitani rompió el silencio.

Cuando dieron la vuelta para irse, Kion entró de repente a la cueva. Lo miraron asustados, no sabían si tenían permitido estar ahí.

—Chicos —saludó alegremente— ¿mirando las pinturas?

Ninguno supo qué decirle. ¿A caso Kion los seguía a todos lados? Este no se dio por aludido y continuó hablando.

—Wow veo que despejaron un poco. Hace mucho que quería arreglar este lugar. ¿A qué se ve bien así de iluminado?

Miraron a su alrededor y reconocieron que el príncipe tenía razón. Había un pequeño lago de agua cristalina y, obviando la suciedad, la cueva era un lugar agradable de estar.

Al no recibir respuesta, miró el suelo un tanto nervioso.

—Estoy hablando demasiado ¿verdad? Lo siento, yo…

—¡No! —se apresuró a decirle Rani mientras se acercaba a él— Yo también hablo mucho —le dijo con una sonrisa irónica.

—Perfecto. Quería decirles que, si necesitan algo, cualquier cosa… —los miró esperando que respondan nuevamente, a lo que ellos negaron con la cabeza— Veo que no hablan mucho.

—Solo hablamos cuando tenemos algo para decir —Vitani le respondió.

Kion asintió y comenzó a caminar hacia la salida. Comenzaba a sentirse algo incómodo en presencia de ellos cuatro, pero no pensaba desistir. Rani se adelantó y le bloqueó el paso, cosa que lo sorprendió.

—De hecho… sí. ¿Crees que podríamos quedarnos aquí por el momento? No nos sentimos cómodos durmiendo… allí adentro —dijo, refiriéndose a la cueva donde todos los leones dormían.

Kion tragó con fuerza y asintió. Cuando él aceptó, la sonrisa de ella creció.

—¡Genial! Ahora sí, ya puedes irte —le dijo mientras lo empujaba con su cabeza suavemente hacia afuera.

—Pero… —Kion intentó decir mientras ella lo arrastraba.

—¡Adiós! Buenas noches —lo cortó ella antes de volver a entrar.

Él suspiró y se alejó. No quería agobiarlos y prefirió darles su espacio. Miró hacia el cielo y rió en voz baja. Ni siquiera se había hecho de noche.

Los cuatro amigos se miraron con una sonrisa. El plan iba marchando bastante bien. Allí se quedaron prácticamente hasta la hora de cenar.

No tardaron en dormirse, estaban agotados. Kovu no dijo nada, pero vio como su hermana se acomodó bastante cerca de él. Sabía en el fondo que ella estaba algo asustada, de no ser así jamás habría hecho eso a diferencia de Zibu que estaba casi pegado a él. Le dio una media sonrisa a ella antes de cerrar los ojos.

Rani le echó una última mirada a la pintura de su padre antes de cerrar los ojos. No le iba a fallar por nada del mundo.

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