Zuri

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En otra parte, Zuri caminaba con elegancia mientras miraba sobradora al resto de los animales. Sonreía para sí misma al notar cierta mirada de algunos machos sobre ella. Sabía que ninguno de ellos iba a tener una oportunidad con ella. Se detuvo por tercera vez en un árbol para afilar sus garras y observó con una sonrisa lo brillante que se veían.

Podía ver a Vitani caminar sola a lo lejos. La leona estaba asechando a la manada de cebras. Zuri le lanzó una mirada desaprobatoria. ¿Cómo era tan tonta de cazar sola? Sabía que, a esa hora, Vitani debía estar en las lecciones de Nala, por eso se extrañó al verla sola. Tuvo ganas de acercarse para remarcarle un par de cosas, pero decidió que mejor era quedarse en su lugar para poder verla mejor. No lo iba a admitir, pero la forastera sí que tenía talento. Zuri se rehusó a asistir a sus lecciones y eventualmente, comenzó a faltar a la caza grupal. Era por eso que, si quería ser tan buena como ella, tenía que sacar provecho e imitar sus movimientos.

Se sorprendió cuando se dio cuenta que no era la única con esa intención. Pudo ver a su amigo, Kiumi, agachado en la hierba mientras espiaba a la leona. Se acercó en silencio hasta estar justo detrás de él.

—¿Qué haces? —le preguntó, asustándolo.

Kiumi pegó un salto debido al susto. Enseguida miró a Vitani y suspiró cuando se aseguró que ella no lo había visto.

—¡Mantén la voz baja, Zuri! —le dijo él mientras volvía a agacharse con una sonrisa— Ella es genial, ¿no crees?

Zuri sacudió la cabeza.

—¡No tú también! —exclamó molesta.

—¡Shhh!

Vitani no atacó a la manada, sino que se alejó. Solo intentaba practicar el ser sigilosa. Cuando estuvo lo suficientemente lejos, el león suspiró con una sonrisa a lo que Zuri lo miró con desagrado.

—Por favor, Kiumi. No es tan bonita —dijo revoleando los ojos.

—Sí lo es. Y no me hace caso —Kiumi agachó la mirada antes de ponerse de pie.

—¿Quieres que ella te haga caso? —le preguntó horrorizada— Por favor. Tú eres más listo que eso.

El león se encogió de hombros. Vitani había llegado a las Praderas hacía pocos días y no había tenido nada de suerte con ella. No era fácil de convencer y no caía ante sus intentos de agradarle. Hacía caso omiso a las advertencias de Kion y Kiara. Kiumi tampoco se había inmutado ante las reacciones violentas de la forastera, pero en cuanto sus amigos amenazaron con hacerlo llorar si la seguía molestando, tuvo que dar un paso al costado y darse por vencido. A pesar de todo, no dejaba de observarla.

—¿Y qué sería ser más listo? ¿Tú? —le preguntó mirándola con una sonrisa burlona.

Ella sonrió a medias y afirmó con la cabeza.  Luego frunció el ceño, un tanto angustiada.

—¿Qué sucede? —le preguntó él acercándose un poco. Intentó parecer desinteresado, pero no tuvo éxito.

—Que estoy sola, ¿ok? Mis amigas ahora están con sus nuevos amiguitos y yo… —suspiró con fastidio— Sí, estoy sola. —finalizó

Sola del todo no estaba. Muchos animales la admiraban, en especial los machos. Y ella lo sabía. Pero no le servía de nada si sus amigas habían dejado de pasar tiempo con ella debido a la aparición de aquellos cuatro. Eso no podía irritarla más. Ser reemplazada y encima, por forasteros. No es que se llevara tanto con la princesa, pero cuando no discutían por alguna opinión, la compañía de Kiara no le desagradaba.

—¿Te enteraste que anoche Kion volvió tarde a dormir por haberse quedado con ellos haciendo quién sabe qué? Yo nunca permitiría que regresara a casa tan tarde. Definitivamente, ellos son mala influencia. —Zuri siguió quejándose— Encima estaba todo sucio y agitado. ¿Qué rayos les pasa a esos cuatro?

—Eso no pasaría si yo fuera el rey —afirmó él.

Zuri lo miró irritada. Kiumi tenía la costumbre de relacionar todo con ser rey. Eso pasaba debido a que su madre lo había consentido demasiado de pequeño. Si bien la mamá de Zuri le había dado un trato parecido, ella no le llenó la cabeza con falsas ilusiones. Le dejó claro que, para lograr lo que se proponga, tenía que luchar y esforzarse mucho.

—No seas tonto, tú no… —ella dejó de hablar en cuanto una idea atravesó su cabeza.

“Muy bien Zuri, es hora de ponerte a prueba”. Pensó para sí misma, juntando ánimos. De repente, una sonrisa se formó en sus labios. Lo miró de reojo antes de acercarse.

—Tienes razón. Sin duda, tú serías mejor rey que él —le dijo suavemente.

—¿Eso crees? Quiero decir… ¡Por supuesto que sí! Para empezar, yo jamás hubiera permitido entrar a esos forasteros al reino.

—Exactamente. Y arruinar a las Praderas de esa manera… —musitó ella con un insinuante tono de voz. Luego largó una risita mientras caminaba alrededor de él, cosa que lo sobresaltó— ¿No crees?

Él tragó con fuerza, sintiéndose un poco incómodo ante los movimientos sugerentes de su amiga. Asintió rápidamente antes de mirar al suelo. La cola de Zuri se deslizaba por su cuerpo a medida que ella avanzaba. Finalmente, ella lo enfrentó con su rostro a centímetros del suyo. Kiumi se sonrojó sin poder evitarlo.

—Entonces… ¿No crees que tú y yo seríamos mejores reyes que Kion? —le preguntó mientras pestañeaba de una manera coqueta.

En el fondo sentía asco hacia sí misma al actuar de esa manera. Pero enseguida recapacitó. Kiumi era buen chico y ambos habían sido amigos desde bebés. No tenía problema en estar con él. No era tan desagradable y, después de todo, más de una hembra en las Praderas estaba perdidamente enamorada de él. Qué mejor partido, por supuesto muchísimo mejor que un forastero.

—Sí… —murmuró él.

Ella ensanchó su sonrisa e inclinó la cabeza levemente mientras alzaba las cejas. Sabía que ese gesto era irresistible. Kiumi se mordió el labio inferior ante eso sin siquiera notarlo. Le devolvió la sonrisa de una manera traviesa e intentó acercarse, pero Zuri lo detuvo presionando su pata en su pecho.

—Ni siquiera lo pienses. Me vas a despeinar —le dijo con sequedad adivinando sus intenciones antes de pegar la vuelta e irse.

Él sacudió la cabeza y la miró un tanto desilusionado. No se sentía arrepentido de sus pensamientos ni de las locas ideas que cruzaron su cabeza. Simplemente no entendía a las chicas y sus constantes cambios de humor o de opinión. Y sí que conocía bien a las hembras, tenía una hermana menor insoportablemente chillona para su parecer.

Había visto a Zuri, muy amiga de su hermana, como una leona mucho más madura y decidida además de increíblemente atractiva. Pero siempre la había considerado una amiga y nada más. O, mejor dicho, una amiga de su hermana. No lo iba admitir, pero desde que tenía memoria se encontraba mirándola de más. Zuri era muy linda, eso estaba clarísimo. Pero jamás le había llamado la atención más allá de lo físico. Y si no podía tener a Vitani, ¿por qué no intentarlo con Zuri? Sin duda era más confiable y, a vista de los demás, estaba mucho mejor visto que andar detrás de una forastera. Sí, sin duda estaba haciendo bien en…

—¿No vienes? —le preguntó fastidiosa interrumpiendo sus pensamientos.

—¡Voy! —exclamó él antes de correr.

En definitiva, tenía mucho que conocer acerca de su nueva compañera. Y estaba listo para ello.

Ya sé que Zuri se está comportando de una manera extraña. Los que vieron la película saben por qué hace esto, pero este es un caso diferente. Ya se explicará más adelante… aunqueee creo que es algo obvio. Ya saben cómo es ella xD También sé que, en la película, “Tiifu” no tiene ningún hermano. Pero me gustó la idea de hacerlos familia para entrelazar otras cosas, en este caso, el hermano mayor molesto y controlador. Pobre Tiifu xD

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