Rani intentó evitar a Kion durante la mañana. La charla de la noche anterior la había dejado pensativa. Sus amigos tampoco cuestionaron su forma rara de actuar, pero ya estaban acostumbrados a no entrometerse en los asuntos de ellos.
La leona decidió salir sola un rato en cuanto la reina llamó a Vitani para hablar y sus otros dos amigos salieron, uno en busca de Bunga y el otro de Kiara, aunque nunca lo admitiría debido a las burlas. Sonrió divertida cuando recordó la escena de esa mañana. Kovu había anunciado que iba a salir y Zibu sólo le dijo “dale mis saludos a Kiara”. Eso hizo que el león se congelara antes de fruncir el ceño e irse. Sus tres amigos solo se rieron de eso.
Ella sabía que, si se quedaba a solas en la cueva, su mente le jugaría una mala pasada. Fue por eso que optó por salir, con suerte se encontraría a algunos de los pocos animales con los que no tenía problema en hablar.
Rani vio, no muy lejos de ella, a Zuri y Kiumi caminar juntos mientras se portaban de una manera rara. Arqueó una ceja y se dijo a sí misma que, cuando los conoció, no se veían para nada así. Hasta podía jurar que se odiaban. Puso los ojos en blanco cuando ella acarició al león de una forma bastante pegajosa. Se estremeció y siguió caminando. Si querían comportarse de esa manera en público, los raros eran ellos.
El tema de las citas y parejas no era algo nuevo para ella. Más de una vez había escuchado cuchichear a las leonas acerca de sus dos amigos machos. Estaba clarísimo que era toda una novedad para ellas que Kovu y Zibu estén ahí. También había captado ciertas miradas no muy discretas hacia ellos, quienes por supuesto, no se daban por aludidos. ¡Si supieran lo inmaduros que eran realmente dejarían de mirarlos de la misma manera! Su estómago aún se revolvía de sólo pensar en eso. Era algo ajeno para Rani.
—¿De verdad? ¡Eso es estupendo! —alguien exclamó detrás de ella.
Rani se volteó y cerró los ojos al ver a Kion hablar con sus padres. Le había salido bien el haberlo evitado hasta ese momento. Lo más disimulada que pudo, siguió caminando lejos del trío, hasta que alguien la llamó haciendo que se detenga en seco.
—H-Hola, Kion… —murmuró fastidiosa mientras se volteaba forzando una sonrisa.
Vio que el príncipe trotó hacia ella rápidamente. Simba y Nala se quedaron atrás mientras hablaban.
—Buenas tardes —dijo él alegremente, luego bostezó— Wow, ya no puedo mantener los ojos abiertos. —susurró mientras frotaba sus ojos con su pata.
—Ah, eso te pasa por haberle hecho caso a Kovu —ella se burló, sonriente.
—Sí… que suerte tienes. Cómo me hubiese gustado dormir más esta mañana. Por cierto, hoy no te vi en todo el día. ¿Ocupada?
—Eh… s-sí, muy… ocupada.
Sin previo aviso, Nala y Simba se acercaron a ellos y saludaron a Rani. Ella apenas asintió mientras evitaba el contacto visual.
—¿Ya le dijiste, hijo? —preguntó Nala.
—¿Decirme qué? —se asustó Rani e instintivamente se mantuvo alerta, cosa que hizo reír a los tres.
—Que queríamos invitarte a ti y a tus amigos a la celebración Kupatana de mañana. Sólo si quieren ir por supuesto. —Simba habló.
Rani cuestionó al rey con la mirada. Simba volvió a reír y le dio una breve explicación sobre aquella celebración sobre la paz en las Praderas. Le dijo un par de cosas acerca de eso, pero Rani no procesó toda la información.
—Se lo comentaré a mis amigos. —dijo ella simplemente.
Rey y reina continuaron hablando, Rani escuchó por encima que ninguno había visto a Kiara en toda la mañana y, a juzgar por sus tonos, se les oía entre enfadados y preocupados. Recordó lo de esa mañana y dedujo en dónde y en compañía de quién estaría la princesa. A pesar de eso, no dijo nada. No era de su incumbencia.
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Los Descendientes
FanficKion, el hijo mayor de Simba y Nala, decide invitar a cuatro forasteros, hijos de antiguos enemigos de las praderas; a sus propias tierras. Su objetivo es demostrar lo que en verdad son. De todas formas, su idea no es bien recibida por todos los ani...