Para Rani era muy difícil pensar con claridad ante la situación que se alzaba frente a sus ojos. Desde que su padre la había enviado a las Praderas con el propósito de vengarse, ese momento era el más esperado para los cuatro. Y finalmente había llegado. Lo que sentía era algo muy diferente a lo que hubiera esperado.
Muchos recuerdos de sus últimos días cruzaron su mente en cuestión de segundos. Desde el momento en que llegó a las Praderas con una idea totalmente diferente a la que tenía en ese momento. Todos los animales que conoció y las notables diferencias que existían entre su antiguo hogar y las Praderas. Se encontró sintiéndose a gusto al punto que eran pequeños pero profundos los momentos en los que se olvidaba de su verdadero propósito y se sentía libre, feliz y cómoda. Sin duda, todo habitante de las Praderas los había recibido con la calidez que cualquier animal merece, a excepción por supuesto de algunos pocos.
Recordó detallas insignificantes pero que para ella significaron mucho, como todas las veces que algunos niños tales como Mtoto y Hamu la sorprendían espiando a Simba y, en lugar de cuestionarle qué estaba haciendo, sólo la invitaban a jugar con ella. Al principio aceptaba a regañadientes, sólo para no levantar sospechas. Pero, con el paso de los días se encontró a sí misma esperando al par de amigos con ansias para jugar. Le gustaba escuchar sus risitas, infantiles e inocentes cargadas de alegría, sin sospechar en lo más mínimo el oscuro corazón que la forastera escondía.
También lo consternada que ella y sus amigos quedaban al conocer cualquier animal de distintas especies los cuales eran sumamente agradables y pronto, sin saber cómo, habían iniciado una conversación con ellos. Uno que no olvidaría era el cenzontle Tamaa a quien Bunga les presentó un día. Este les hizo pegar un enorme susto al imitar sus voces a la perfección. ¿Cuántas cosas existían en el mundo que ellos desconocían?
Otra cosa que no olvidaría era el trato casi maternal que la reina les dio a los cuatro. Cuando alguno de ellos fallaba en algo o cometía algún error, ella simplemente sonreía y los consolaba diciéndoles que a la próxima sí lo lograrían y que un accidente lo cometía cualquiera. La primera vez sí se esperaba un castigo como el de su padre como le era normal, pero no fue capaz de articular palabra cuando Nala ni si quiera le puso una pata encima. Ella solo le explicó que era normal cometer errores.
¿Estaba cometiendo un error? ¿Y era normal?
En ese momento tenía a su padre frente a ella quien amenazaba con saltar encima de ellos en cualquier momento. Kovu y Vitani seguían haciéndole frente, no se habían echado hacia atrás. En el fondo, se sentía orgullosa de eso. Sus amigos sólo querían protegerla al igual que Kion. Y el hecho de que se hayan animado a hacerlo, significaba mucho para ella.
Sacudió la cabeza, no podía dejarlo hacer daño a quienes ella quería. Se acercó a ambos y los empujó para quitarlos del medio, poniéndose ella en su lugar.
—Atrás, chicos. ¡No metas a mis amigos en esto! Esto siempre fue entre tú y yo...
Ambos hermanos se unieron a Zibu y Kion, los cuatro miraban a Rani y a Scar fijamente, esperando su reacción. Instintivamente se apartaron, ya tenían suficiente con estar tan cerca del precipicio. Aun así, se mantuvieron a una corta distancia de ellos.
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Los Descendientes
Hayran KurguKion, el hijo mayor de Simba y Nala, decide invitar a cuatro forasteros, hijos de antiguos enemigos de las praderas; a sus propias tierras. Su objetivo es demostrar lo que en verdad son. De todas formas, su idea no es bien recibida por todos los ani...