Epílogo

434 31 16
                                    


Las Praderas estaban en paz, ningún peligro rondaba por el lugar.

La mayoría de los animales recibieron alegremente a Rani, Kovu, Zibu y Vitani y rápidamente se sintieron libres de caminar sin ser juzgados por ser de las lejanías, o por ser hijos de. Poco a poco lograron integrarse más a la manada al punto en el que todos los trataban como si hubieran nacido ahí.

Simba y Nala tuvieron una larga charla con ellos cuatro, acompañados de Rafiki. Al principio Kion y Kiara estuvieron presentes, pero luego para el miedo de los jóvenes, los adultos les pidieron a sus hijos que se retiren. En cuanto quedaron a solas con ellos, estos simplemente le dieron una extensa conversación acerca de sus padres. Ellos estaban fascinados. Los tres conocían bien a sus padres y se sintieron con la libertad de preguntar todo lo que quisieran. Estaba claro que esa charla iba a durar varios días. Había muchas cosas que ellos no sabían, la historia era contada desde otro ángulo totalmente diferente. 

—Nunca tengan miedo de preguntar lo que necesiten. Tienen el derecho de saber lo que quieran. —les habían dicho ellos. Esa frase los logró tranquilizar bastante.

—Siempre es bueno conocer la historia desde un punto diferente. —Agregó Rafiki mientras se acercaba a las pinturas. Una en particular donde se encontraban Simba y Scar en la roca del rey que, en ese momento, ardía en llamas.

Rani la miró unos segundos antes de hablar.

—Mi papá me dijo que Simba... que él había huido y luego pretendía quitarle el trono como si nada. Yo no sabía que era el responsable de la muerte de su padre, majestad... —murmuró mirando el suelo— Sino que, en realidad, fue usted... —agregó un poco avergonzada.

Sin embargo, Simba conocía bien como era Scar e intuyó que, si había sido capaz de hacerle creer a él que había sido el culpable, no había tenido muchos problemas para hacérselo creer a su hija. Le aseguró con una sonrisa que todo estaba bien.

Rafiki les hizo una seña para que se acercaran. Luego acercó su bastón a la pintura. Los cuatro dieron un salto hacia atrás, creyendo que habían visto mal.

—¡Espera! ¿Cómo... cómo hizo eso? —exclamó Zibu tras ver asombrado cómo la pintura se había movido, recreando una escena pasada.

—Impresionante... —murmuró Vitani— ¿Podrías hacerlo otra vez?

Los tres adultos rieron, dándoles a los cuatro jóvenes una sensación de comodidad y paz. No podían estar más felices de haber tomado esa decisión.

Una vez que los cuatro lograron sentirse un poco mejor, los días posteriores fueron una fiesta continuamente. Casi todos los días tenían algo que hacer con sus amigos, nunca se aburrían. Sí sabían que pronto dejaría de ser pura diversión ya que había responsabilidades que cumplir, pero esas pequeñas vacaciones que tuvieron, otorgadas gracias a la generosidad de Simba y Nala, las disfrutaron lo más que pudieron.

Su lugar favorito para reunirse eran las cataratas Hakuna Matata, nuevo hogar de Zibu. Timon y Pumba no tenían problema en que sus dos hijos llevaran a sus amigos casi todos los días. Les gustaba ser los anfitriones de aquellas reuniones.

------------------------------------------------------------------------------------

Si bien los últimos días habían sido de pura diversión para los cuatro, no podían olvidarse de su pasado en todo momento. No lograban recuperarse completamente. Esos recuerdos que cada tanto pasaban por sus cabezas, les hacían pasar un muy mal momento, incluso arruinando su día entero. Hasta una mínima mención de las Lejanías, cambiaba su estado de ánimo enormemente.

Los DescendientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora