05- Lágrimas de risas
Lily Luna Potter no estaba loca.
Ella era incluso más cuerda que los medimagos que trabajaban en el ala del San Mungo especializada para personas con problemas mentales. Los uniformados habían perdido parte de su juicio después de convivir con tantos locos, pero Lily seguía ahí, indiferente ante todo.
Claro que padeció demencia por unos años, pero gracias a las pociones que estuvo tomando como remedio y con su condición mágica, pudo recuperarse, si bien no del todo, al menos ya no resultaba un peligro para otros o ella misma. La realidad era que Lily pudo irse hacía mucho del San Mungo y retomar su vida.
Pero era exactamente esa la razón por la que seguía fingiendo demencia: no quería regresar a su vida. Aquella habitación de paredes blancas era una escapatoria de su realidad. Allí, sola y apenas con contacto cada cierto tiempo, se sentía más libre de lo que nunca había sido. De cualquier manera, no había nada afuera del San Mungo importante para que tuviera ganas de marcharse.
¿Su familia? A Lily le resultaba sorprendente el que no se hubieran muerto ya. Bueno, seguro Roxanne ya estaba muerta en su celda de Azkaban, y de Dominique no sabía nada, quizás otra muerta más. Únicamente se le permitían visitas a la familia directa. Su padre, cuando iba, le hablaba del Ministerio y nunca la miraba a los ojos. James le hablaba de Charlotte y cómo le iba en el jardín de infantes. Realmente, nada era del interés de Lily.
Seguramente Albus le contaría algo bueno, quizás un chisme, pero solo fue a visitarla cuando la internaron y ya no apareció de nuevo.
De cualquier manera, Lily se sentía bien. Era agobiante escuchar una que otra persona gritando o ver cómo obligaban a algunos pacientes a tomar las pociones a la fuerza, pero por todo lo demás estaba bien.
Con el tiempo, Lily supo cómo debía actuar para que todo el mundo pensara que estaba loca: fingir que de hecho no lo estaba. Irónicamente, si se ponía a decir que estaba bien mentalmente, de inmediato los medimagos le daban más pociones, que debía de tirar de manera «disimulada» para que ellos la vieran y le dieran más. Teniendo en cuenta que lo que ella tenía podría considerarse una enfermedad muggle y los medimagos no tenían tanto conocimiento al respecto, todos seguían creyendo que ella tenía demencia.
A Lily le gustaba el techo de su habitación. Aunque el blanco se había convertido en su color favorito, le había pedido a los sanadores un marcador azul y había dibujado estrellas en el techo, para darle más vida al cuarto, porque no consideraba que ella podría hacerlo. Las estrellas azules y su cabello rojo desentonaban con el espacio donde estaba.
Estaba acostada en su habitación, haciendo sonar la madera de su mesita de luz con sus uñas largas. Se había negado a que las cortaran, siempre podría rasguñarse a sí misma si empezaban a sospechar que estaba sana. El sonido del tic tac del reloj le producía cierto dolor de cabeza y se preguntó cuánto tendría que pasar para que vinieran con su comida.
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Dark Present
FanfictionLos cuentos de hadas siempre fueron mejores que la vida real. Eso bien lo sabían los primos Weasley, quienes por años intentaron aparentar tener una vida feliz, como todos esperaban. Entre sonrisas fingidas lograron su cometido por décadas, hasta qu...