Los cuentos de hadas siempre fueron mejores que la vida real. Eso bien lo sabían los primos Weasley, quienes por años intentaron aparentar tener una vida feliz, como todos esperaban. Entre sonrisas fingidas lograron su cometido por décadas, hasta qu...
La esperanza de vida de un mago rondaba por los cien años, se decía que cuánto más grande era el poder de uno, más años podría vivir. A lo mejor era cierto, puesto que Albus Dumbledore murió con ciento dieciséis años, y debido a que fue asesinado, no de una manera natural; al director seguro le hubieran quedado al menos una década más de vida antes de partir.
Arthur Weasley no se consideraba un mago poderoso. Su vida había sido sumamente tranquila, tal vez con varios altibajos a causa de la fama indeseada que su familia ganó por la Segunda Guerra Mágica, aun así, siempre intentó mantenerse aparte de esas cosas. De cualquier manera, no era interesante para los reporteros más allá que su apellido. Al menos que ellos quisieran hacer un reportaje sobre los patitos de hule, él no sería necesitado.
Sin embargo, el último año los periódicos habían estado como locos consiguiendo una entrevista con él, las cuales había rechazado intentando ser amable. Arthur no era bueno ocultando sus sentimientos y definitivamente no quería romperse frente las cámaras. Cuando Molly cumplió un año de fallecida, intentaron tomarle una foto a él y su familia en el cementerio, y lo había dejado muy mal.
No tenía ningún problema con los reporteros. Entendía que estaban haciendo simplemente lo que debían hacer para llevar comida a sus casas. ¿Y quién era él para juzgar? Había cosas de las que Arthur se arrepentía cada día.
Caminó entre las lápidas, sintiendo un frío en su corazón. Extrañaba a su amada. Después de pasar más de medio siglo con ella, el no tenerla a su lado dolía de tal modo que se sentía físicamente. Era consciente que, a su edad, la muerte estaba a la vuelta de la esquina, pero saberlo y vivirlo eran situaciones distintas. Molly no se llevó solo una parte de su corazón al morir, se lo llevó completo.
Había comprado orquídeas, que contemplaba impotente cuando se encontró frente la lápida de su esposa, porque era posible que ya no estuvieran en la misma realidad, pero Molly siempre sería su esposa y Arthur siempre sería su esposo. Con un poco de dificultad, se agachó y dejó las orquídeas en la tierra, apartando suavemente las demás flores marchitas que se encontraban allí.
Los copos de nieve cayeron sobre las orquídeas, el color rosa de los pétalos reluciendo contra la nieve blanca. Arthur dejó escapar un suspiro y tosió contra su antebrazo. Ya estaba tan viejo, tan triste que no veía que fuera a vivir más allá del año siguiente. Mejor, en realidad, tener que pasar dos Navidades sin Molly fue difícil, no creía soportar una tercera.
—Quise venir ayer —empezó, acomodándose hasta quedar sentado sobre la nieve—, pero no encontré un momento. Los chicos llegaron temprano y empezaron a preparar la comida para la noche. No sé si querían distraerme a mí o distraerse a ellos mismos, pero fue lindo —Arthur quitó un par de copos de su manga—. Te hubiera gustado estar, anoche se sintió como siempre, ¿sabes? Como si el tiempo no hubiera pasado.
»Aunque tampoco fue todo de color rosa —se lamentó, bajando la cabeza—. Se sentía que faltaba algo, que faltaban personas. Tú, Fred, Ginny, Freddy... Dominique, Albus. Creí que tendría que lidiar solo con la muerte de mi hijo, pero perderlos también a ustedes... Ginny se fue de un día para otro, perdimos tan fácilmente a Freddy que duele y ni siquiera tuvimos tiempo de aceptar lo de Dominique cuando Albus se suicidó.
Los hombros le empezaron a temblar. Por un momento, Arthur creyó que se debía al frío, pero entonces reparó en que estaba llorando y las lágrimas amargas caían por sus mejillas. Molly hubiera sabido cómo calmarlo, pero ella no estaba.
—Hubo un pequeño problema con el pavo —siguió él, intentando hacerse el fuerte, como si hubiera alguien allí—. Roxanne lo estaba vigilando junto a Angelina (sí, pasó Navidad con nosotros, y realmente no fue tan incómodo), pero Taddeo disparó fuegos artificiales ante de tiempo... Y, bueno, tenemos un árbol menos. El caso es que fueron a ver si él estaba bien y se olvidaron del pavo.
Se permitió sonreír un poco, recordando cuando Louis arrugó el ceño y dijo que olía a quemado, antes de que Roxanne chillara y entrara a la cocina, solo para encontrar el pavo prácticamente quemado en el horno.
—Pero es bueno que Lily estuviera allí, sabes lo buena cocinera que es. Sí, nos quedamos sin pavo, pero pudo cocinar otro plato a la perfección. Becka la ayudó, aunque el pequeño Severus no dejaba de hacer lío en la cocina, un niño muy travieso y divertido —Arthur rio suavemente—. Me recuerda a Albus, por más que no haya ningún lazo sanguíneo entre ellos.
»Lucy no pudo asistir lamentablemente, dijo que pasaría Navidad con su esposo (su esposo, Merlín, aún no me lo creo) y su amiga. ¿Recuerdas a Emily? Bueno, está con nuestra nieta en España. Pero Lucy prometió que vendría para Año Nuevo, sobre todo cuando Molly le dijo que, si no aparecía, dejaría de ser la madrina de Chiara.
»Y no te imaginas esto, pero Ron y Hermione pasaron la Navidad en casa de Hugo y Alexandria, y Rose y Scorpius también fueron —Él asintió, como si tuviera que confirmarle las palabras al viento—. Realmente no me lo creí, porque pasaron tantos años y tantas cosas... En fin, cuando le pregunté a Ron si vendría a la cena, me lo contó. No sé cómo habrá salido, pero Ron y Hermione no aparecieron después, lo que tomaré como buena señal.
»Harry sí vino a la Madriguera y, ¿sabes?, estaba de muy buen humor —Y eso era algo que Arthur agradecía, después de todas las personas que él perdió, merecía volver a sonreír—. Creo que está intentando hacer las pases con James y, si bien él no se ve tan convencido, al menos le ha presentado a Lottie. Charlotte ama a su abuelo... En realidad, ama a todos, a cualquiera que quiera escucharla parlotear sobre unicornios.
A su mente llegó entonces un pequeño momento de tensión cuando Ted había llevado a Remus II, Dora y Archie a la Madriguera, encontrándose con Victoire. Arthur consideraba a Ted como otro nieto más, así que lo invitó a unirse a la cena, pero él rechazó la invitación amablemente, diciendo que pasaría Navidad junto a la familia de su reciente novia.
—Ted marcha bien —le comentó a la lápida—. Creo que le costó un poco el divorcio, pero parece que ya está bien. Y Victoire está haciendo lo posible para que los niños se acostumbren al cambio, igualmente Louis con Enid la ayudan mucho.
Finalmente, Arthur suspiró cansinamente. La nieve seguía cayendo, pero por algún motivo él no sentía frío del todo. La cena de ayer, el comportamiento de sus hijos y nietos los últimos meses, le daban el calor que había desaparecido hacía tiempo. No, las cosas nunca volverían a ser como antes, pero lo intentaban.
Intentaban, no ser perfectos, sino volver a ser una familia.
Arthur se puso de pie con trabajo, metiendo las manos en los bolsillos de su saco. Las orquídeas se destacaban entre los copos de nieve como alguna vez lo hizo el cabello rojo de Molly.
—Creo que lo hacen por ti —susurró—. Están juntando los pedazos rotos de nuestra familiar e intentar arreglarlos en tu nombre. Te hubiera gustado verlo, Molly. Te hubiera encantado ver como volvemos a ser los Weasley de siempre.
Arthur sonrió cálidamente hacia la lápida. «Aquí yace Molly Weasley, una gran esposa, excelente madre y la mejor abuela del mundo».
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