Los cuentos de hadas siempre fueron mejores que la vida real. Eso bien lo sabían los primos Weasley, quienes por años intentaron aparentar tener una vida feliz, como todos esperaban. Entre sonrisas fingidas lograron su cometido por décadas, hasta qu...
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Siendo una mujer de treinta y cuatro años, Rose pensaba que era absurdo sentir nerviosismo a estas alturas de la vida y debido a una reunión con sus primos. Pese a que podría justificarlo, buscaba mostrarse segura ante la propuesta de pasar la noche en la Madriguera; el comentario de Louis no le había asustado, pero sí el tener que estar junto a todas esas personas que, al fin de cuentas, se volvieron desconocidas para ella.
Sin embargo, a una hora de lo acordado para asistir a la Madriguera, Rose tenía otros asuntos de los cuales preocuparse. Unas de las noticias de El Profeta —que al menos estaba lejos de mostrarse como titular— hablaba sobre el caso de Ava Goyle. Según informó un testigo anónimo a los Aurores, antes de la caída de la joven desde la Torre de Astronomía, la había escuchado hablar con alguien más, con una chica por su voz, agregó concretamente.
Los Aurores estaban intentado averiguar cuánta veracidad tenía aquel testimonio, pero aún no hacían especulaciones —públicas— sobre que esa posible chica tuviera algo que ver con la muerte de Ava Goyle. «No lo mencionó antes porque no le pareció relevante», comentó Devon McKeen, el Auror a cargo del caso al periódico. «Antes el caso fue cerrado como suicidio, pero ahora estamos buscando otras hipótesis».
El Profeta era la mejor definición de prensa amarillista, pero aun así Rose seguía subscrita al periódico porque siempre era bueno enterarse de las últimas noticias y chismes si aseguraban algo bueno para los Malfoy. Solía ignorar todo lo que tuviera que ver con su familia, pero últimamente era casi imposible: la muerte de su abuela seguía dando de qué hablar. Por eso, cuando aquella mañana leyó el periódico como siempre, estuvo a punto de escupir su café.
—Rose, ¿estás bien? —le había preguntado Astoria al notarla tan pálida y trastornada—. Dime que no estás enferma nuevamente, por favor.
Ella se había retirado rápidamente, aludiendo a que el desayuno le había caído mal y que iría a recostarse un rato. Igualmente, a la tarde ya estaba de pie, asegurándose que dejaría la Mansión Malfoy en perfectas condiciones antes de irse, pero con la intranquilidad en su cabeza. No podía ser posible que todo estuviera ocurriendo tan de repente.
Scorpius, quien claramente había leído el reportaje, le dedicaba angustiadas miradas mientras la veía pasar de un lado a otro. Rose sabía que quería hablar con ella, pero no encontraba el valor suficiente para hacerlo, pero ¿qué iba a decirle? Si los Aurores se ponían a investigar el caso como si fuera un asesinato, entonces no sabría cuántas posibilidades habría de que descubrieran la verdad.
Aún tenía dudas de qué le dirían si lo descubrían. ¿Homicidio indirecto? ¿Creerían que fue sin querer, que Rose no pretendía hacerle tropezar y que cayera de la torre?
A medida que esos pensamientos aumentaban en ella, se sentía cada vez más nerviosa y perseguida. ¿Los Aurores podrían tomar en cuenta la enemistad entre Ava Goyle y ella? ¿Recordarían que en el diario que encontraron Ava puso cuánto detestaba que Rose estuviera con Scorpius? ¿Pensarían en la posibilidad de que Rose pudiera estar involucrada de alguna manera con su muerte?
