Capítulo veintinueve

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29- Audiencia

Hermione Weasley era la madrina de Louis, un hecho que lo traía sin cuidado actualmente, pero cuando era pequeño él solía pasar mucho tiempo detrás de ella, aunque sus hijos estaban lejos de ser sus primos favoritos

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Hermione Weasley era la madrina de Louis, un hecho que lo traía sin cuidado actualmente, pero cuando era pequeño él solía pasar mucho tiempo detrás de ella, aunque sus hijos estaban lejos de ser sus primos favoritos. Se acordaba perfectamente que antes Louis la acompañaba a su trabajo, sobre todo en esos días donde sus padres discutían con frecuencia.

Su lugar favorito del Ministerio de Magia era el Wizengamot, la estructura en sí, no como un posible trabajo. Era espacioso, con cientos de sillas y le era divertido correr por el estrado, sintiéndose alto a la tierna edad de siete años.

Louis no estaba seguro en qué momento pasó de ser un niño que se pegaba a las piernas de su padre o de su madrina para convertirse en la clase de chico que manipulaba a las personas según le convenía. Ahí, parado frente al Consejo del Wizengamot, se sentía pequeño, como si hubiera vuelto a ser aquel niño de siete años que quería correr entre las sillas.

Hugo, sentado en su silla de Ministro, y Victoire a su lado como Jefa Suprema del Wizengamot —por supuesto, su primo no había dudado en entregarle el puesto en cuanto ella se lo pidió—, estaban susurrando con los demás miembros, intentando llegar a una decisión. Los rostros de su hermana y prima mostraban duda.

—Señor Weasley, vuelva a contarnos la historia, por favor —pidió alguien del Consejo.

Louis suspiró cansinamente, parándose correctamente.

—Mi hermana Dominique... —Su voz flaqueó por unos segundos y se obligó a sí mismo a continuar—. Ella llegó junto a su hijo adoptivo, Enid Weasley, a mi casa por... la muerte de mi abuela —Era increíble que aquello le siguiera afectando cuando había pasado un mes—. Realmente no sospeché que algo malo le estuviera pasando.

—Pero su hermana se mudaba constantemente, ¿no es así? —inquirió una mujer, echándole también una mirada curiosa a Victoire.

—Tengo otra prima que igual desapareció, apareció y volvió a irse —replicó Louis, encogiéndose de hombros—. Todos somos grandes para hacer lo que queramos.

»En todo caso, hace unos tres días, luego del funeral de mi abuela, regresamos los tres —Dominique, Enid y yo— a mi casa —siguió él, tratando de serenarse—. Mi hermana mandó a su hijo a descansar y nosotros estábamos tomando un café cuando escuchemos a Enid a gritar. Lo siguiente que pasó es que estábamos en la habitación y había un tipo que sostenía a mi sobrino y apuntaba a su cuello con la varita.

Louis lo recordaba todo perfectamente. Creía que nunca lo iba a olvidar. El temor que se instaló en su pecho a escuchar a su sobrino gritar, como el color desapareció de su cara al notar a Enid amenazado, aquel hombre que no conocía enloquecido que quería matar a alguien, su hermana corriendo para proteger a su hijo...

Sacudió la cabeza, alejándose aquellos pensamientos.

—William Christopher Jackson —indicó un hombre, revisando unos papeles.

Dark PresentDonde viven las historias. Descúbrelo ahora