Capítulo trece

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13- El Profeta

—Está de tres semanas —informó el medimago a la familia Zabini—

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—Está de tres semanas —informó el medimago a la familia Zabini—. No hay mucho que decir ahora, pero debido a lo ocurrido con el embarazo anterior, lo mejor será que Molly repose.

Ella asintió, con una sonrisa en su rostro a la vez que se tocaba el vientre. Aún no sentía nada, pero no le importaba. Luego de muchos años, por fin tenía a alguien más dentro de ella. Pensamientos sobre su anterior bebé se situaron en su cabeza, pero los alejó: quería sentirse feliz por la noticia.

A su lado, su esposo le dio un abrazo, mirándola con ojos llenos de amor. Mientras, Blaise Zabini se encargaba de hacerle preguntas al medimago. Su suegro igual se veía emocionado por la noticia. Tenía cuatro nietos, de parte de Blaise Jr. y Annabeth, pero a ellos los veía pocas veces debido a que vivían en Italia. Ahora tendría uno viviendo con él.

—Vendré el siguiente mes para ver qué tal está —dijo el medimago, juntando sus cosas—. Hasta entonces, recuerda, Molly: descansa.

—Claro —confirmó Jace por ella—. Nos aseguraremos que sea así.

Poco después, cumpliendo con su palabra, su esposo le pidió que se acostara y que descansara todo lo que pudiera. Ni siquiera estaba de un mes, pero Molly entendía que estaba preocupado de que algo malo pudiera resultar. Después de todo, quince años debieron pasar para que quedara embarazada nuevamente, además de que faltaba un año para que cumpliera los cuarenta. Molly no se iba a sentir tranquila hasta que tuviera a su hija en los brazos.

Y sí, decía hija, porque esperaba no tener un varón. No tenía nada en su contra y había escuchado que era mejor tener niños que niñas. «Menos preocupaciones», habían comentado madres que conocía. Pero no se veía capaz de tratar con un niño, ya que, desde lo profundo de su corazón, sentía que aquel bebé que no nació era un varón.

Poco después del accidente que terminó en aborto espontáneo, Molly había empezado a soñar con un bebé en una cuna. Durante años, el sueño se repitió, siempre con la misma escena, hasta que ella se había acercado y deslumbrado un niño en la pequeña cama, con pelos rojos y los ojos oscuros. La cuna tenía un pequeño cartel que decía: «Jared». Molly había despertado aquella vez gritando con angustia y la imagen en su cabeza, pero al menos ya no tenía ese sueño.

Rogaba a Merlín que su bebé fuera una niña.

—Ve a acostarte —le pidió Jace, ayudándola a levantarse del sillón—. Te despertaré para la cena.

—Aún no tengo sueño —Molly rio un poco.

—Puedes tomar un libro de la biblioteca y subir a descansar.

A ella le pareció buena idea. Se despidió de su esposo con un beso y de su suegro con una sonrisa, y se dirigió a la biblioteca, en busca de un material ligero que leer. Incluso podría tomar una sopa de letras para entretenerse un rato, no se sentía tan concentrada como para hacer sudokus.

Dark PresentDonde viven las historias. Descúbrelo ahora