Capitulo 03

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—Tenías hambre, así que fui a por esto.— Se bajó de la mesa y mostró que tras el había una pierna de cerdo que aún humeaba por haber estado en una cámara frigorífica. —¿No te gusta, papá?— Preguntó curioso al verlo en aquella posición ofensiva.

Eddie bajó el arma y se relajó. Ver aquella expresión tan inocente y pura mientras lo llamaba "Papá" le hizo hizo sentir que se le removía algo por dentro. Quizás por esa manera de llamarlo y en el tono en que lo decía fuese el motivo de que no fuese capaz de lastimarlo. No importaba que no lo reconociera como hijo, esa cosa si lo reconocía a él como progenitor. No podía ser igual que el suyo y hacer cosas horribles, debía ser un buen padre. Por otro lado, aquel ser no podía ser suyo y le parecía feo, así que aunque no podía lastimarlo, si podía perderlo de vista y que encontrase a otro que si quisiera hacerse cargo de aquel ser.

—¿Donde conseguiste eso?— Preguntó ahora confundido.

—¿La carne? Pues...— Tratando de hacer memoria. —... Entrando en los conductos de ventilación encontré donde guardan la comida.— Mientras miraba con pena la pierna de cerdo, realmente estaba hambriento.

—Esta bien, me lo llevaré a la cocina, parece que también tienes hambre— Observando la expresión de la criatura. —Aunque antes deberías ir a limpiarte, una dama no debería andar sucia y menos en la mesa.—

—¿Dama?— Mirando a su alrededor, extrañado de no ver a nadie más. —¿Y donde están los baños?— Olvidando por completo lo antes dicho. El más grande le daba indicaciones, pero no terminaba de entender, de hecho, parecía más confuso. —¿Por qué no me llevas, papá?—

Aquello por un momento enervó a Eddie, quien aparte de hambriento, tenía la esperanza de que se perdiese por el camino y encontrase a otro "Papá". No obstante, no le duró mucho el hastío, ya que pasó a sorpresa cuando el más bajo tomó su mano y tiró de el en vano, ya que no logró moverlo ni un centímetro. —¡Vamos!— Dijo con entusiasmo, ya que cuanto antes se lavase, antes podrían comer. Observó el rostro de su padre, que a sus ojos parecía confundido, así que cesó de moverse. —¿Pasa algo, papá?— Hubo un silencio incómodo durante unos segundos hasta que Eddie reaccionó —Vamos...—

***

Lo llevó a las duchas e indicó al chico que entrase en uno de los cubículos, donde abrió la llave del agua y se quedó observando como el más joven se frotaba la cara y la cabeza, para luego pasar a los hombros. Al tener el rostro libre de toda aquella sangre pudo ver con más claridad un pecoso rostro juvenil, cosa que hizo asaltar una duda al novio. —¿Que edad tienes?—

—Este mes cumplí diecinueve— Restando importancia y comenzando a frotar sus brazos.

—¡¿Que?! Pero... Eres muy joven ¡¿Que haces en un lugar así?!— De pronto había sentido cólera, no concebía que alguien con esa edad acabase metido en este infierno. Aún si ya no era menor de edad, se notaba que aún era muy inocente y frágil. ¿Donde estaban sus padres? ¡¿Como permitían que su hijo estuviese aquí atrapado?! 

—Pues...— Trataba de hacer memoria del tiempo exacto que llevaba allí, pero le costaba recordar. —Estoy desde hace mucho tiempo. Bueno... Antes estaba en otro internado, hace...— Ponía un dedo índice en cada una de sus sienes, ejerciendo presión mientras cerraba fuerte los ojos y arrugaba el entrecejo, como si así pudiese recordar algo. —Tenía... Tenía trece años— Pareció aliviado una vez recordado lo que quería, pues dejó de apresar sus sienes y tener una expresión más relajada, para luego ponerse a contar con los dedos. —... Hace seis años... Desde entonces me llevaron de internado en internado. ¡Y aquí estoy!— Extendiendo los brazos al cielo mientras mostraba una amplia sonrisa y unos blancos dientes.

Aquel gesto hizo olvidar su rabia al mayor, mostrando por un segundo una medio sonrisa.

***

Contando con el regreso al taller, ir hasta donde estaba la cocina más próxima y cocinar trozos generosos de carne, terminaron por comer de madrugada, por lo que comenzaron a estar cansados, tanto, que acabaron durmiendo apoyando las cabezas en la...

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Contando con el regreso al taller, ir hasta donde estaba la cocina más próxima y cocinar trozos generosos de carne, terminaron por comer de madrugada, por lo que comenzaron a estar cansados, tanto, que acabaron durmiendo apoyando las cabezas en la mesa de operaciones donde había puesto la cena.

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