Capítulo 10

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Nada más irse el novio del ático, Dennis y su familia buscaron por todas partes algún pasadizo secreto, una ventana, o un conducto de ventilación, lo que fuese, pero era inútil, la única forma de escapar sería avanzando por el territorio de Gluskin. Luego de darse por vencido, se apoyaron contra la pared, jadeando de agotamiento, acentuando así el hambre que arrastraban de varios días.

—¿No... No estamos muertos?— Preguntó sorprendido Timmy.

—¡Tú!— Gritó Dennis —¡Pequeño bastardo! ¡Estamos vivos y no gracias a tí!—

—¡¿A quien llamas bastardo, cara de mierda?! ¡Y no es como si hubiese podido hacer algo contra el novio!—

—¡¿A quien llamas bastardo, cara de mierda?! ¡Y no es como si hubiese podido hacer algo contra el novio!—

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—Habló el mierdecilla sobre fealdad.— Dijo confiado con una sonrisa maliciosa. —Por si lo has olvidado, yo era modelo. ¿Que tienes tú? ¿Tanto te jode vivir a la sombra de tu hermano mayor?—

—¡Ya basta los dos!— Gritó tajante el padre al ver que un puño se dirigía a su propio rostro, siendo dirigido hacia Dennis por Timmy. Por suerte, su grito fue suficiente para que se detuviese a tiempo. —¿Es que no pueden dejar de discutir ni en un momento así? Quedarnos aquí escondidos como ratas ya no sirve de nada, el señor Gluskin ya sabe que estamos aquí, y vendrá de un momento a otro.—

—¡Te lo dije, Dennis! ¡Teníamos que habernos ido antes! ¡Yo tenía razón! ¡Tú no! Ja, ja.— Se pavoneaba frente a su hermano mayor. —Quedate con tu estúpida e inutil belleza, yo tengo la inteligencia.—

—Tsh...— Bufó Dennis astiado —Como tú digas... Feo...— Provocando así que el menor fuese a reprocharle, pero fue irrumpido por el mayor, sin estar seguro de si lo hizo a posta. —A todo esto ¿Y el abuelo?—

—Pa decía que eran muchas emociones para un solo día, así que se echó una siesta— Respondió sin más el padre. —A todo esto, Timmy, debo advertirte; si ves a una joven, no la ataques bajo ningún concepto.—

El menor de los hijos se extrañó y estaba apunto de indagar más sobre dicha chica. Él sabía que habían evacuado a todas las mujeres, tanto empleadas como pacientes, así que la idea de que aún quedase alguna le extrañó. Aunque no podía negar que le emocionaba ver a una chica de nuevo, esperaba que fuese linda. Antes de poder decir algo al respecto, unos aplausos a un lado de él lo sobresaltaron, solo que esta vez su familia no le permitieron irse.
Fue así que pudo ver a la que seguramente era la muchacha de la que hablaban.

Estaba sentada en el suelo con las piernas cruzadas y la espalda algo encienda sin dejar de aplaudir y reír inocente. —¡Que divertido! ¡Haz más voces!— Al no escuchar más al mayor, se quedó callado y observó expectante al señor que momentos antes discutía consigo mismo.

—¿Quien... Quién eres?— Preguntó tímido el hermano menor. La chica no solo parecía inofensiva, también era muy linda, como una princesa se cuento, a pesar de la cicatriz de surcaba su rostro.

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