Capítulo 22

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Había despertado con la esperanza de ver a su hijo también lo había hecho, pero para su desgracia, este aún permanecía con los ojos cerrados y en la misma posición en la que lo había dejado.
Se levantó con pesar y acarició la cabeza del menor -Buenos días, Dolly...-

Escuchó ruido fuera de la habitación, alertando así al mayor

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Escuchó ruido fuera de la habitación, alertando así al mayor. Agarró el cuchillo del suelo y salió de la habitación, no dejaría que nadie se acercara a su pequeña. Pero para asegurarse de que no ocurría nada mientras estaba lejos, cerró con llave la puerta y se fue a buscar al intruso.

***

Un niño de doce años se encontraba en el desván, sentado en el suelo junto a la trampilla cerrada. Tenía una expresión triste, cada vez más compungida al oír las palabras de dos adultos que resonaba justo en la planta de abajo.

-¡No soy una mala madre!- Gritaba la voz de una mujer.

-¡Yo no he dicho eso!- Respondió molesto la voz de un hombre. -Solo intento decir que hemos esperado demasiado. Hay muchas familias deseando tener... Un niño "Especial".- Dijo lo último en voz baja, como si fuese tabú hablar de ello o le avergonzase. -Ahora está demasiado mayor y han pasado muchos años. ¿Acaso nos dejarían devolverlo luego de tanto tiempo?- Aunque trataba de sonar como una pregunta retórica, no pudo ocultar en su tono que también se lo replanteaba.

-¡¿Ves?! ¡Me culpas a mí! ¡Yo solo le quise dar una oportunidad! Pensaba que con profesores particulares no se le notaría tanto, pero me equivoqué. ¡Yo no hice nada malo! ¡En todo caso la culpa la tiene el centro de adopción! ¡Nos estafaron! Nosotros queríamos un niño sano y nos dieron cualquier cosa. ¡Deberían darnos una compensación!- Gritaba iracunda e indignada, siendo cada afirmación un puñal que se clavaba en el corazón del chico.

-¡¿Puedes dejar de decir estupideces?! Hay que buscar soluciones reales, te guste o no, es nuestro hijo, y...- Antes de poder decir algo más fue interrumpido por su esposa.

-¡No es mi hijo! ¡Ni siquiera nos une la sangre! ¡Y no lo quiero en mi casa! ¡O se va, o pido el divorcio y te quedas tú solo con él!-

-¡¡Te quieres callar, histérica!!- Aquel grito llegó a asustar incluso al menor, quien se hizo bolita y comenzó a temblar. -Dentro de unos días cumplirá trece años, creo que con lo grande que está, solo nos queda buscar otras alternativas. Como enviarlo a un colegio internado.-

-No, no me gusta esa idea. Cuando cumpla los dieciocho ya no podrá quedarse allí, y seguiremos sin saber cómo deshacernos de él. Porque de seguro aunque no estemos en la obligación de cuidar de un mayor de edad, lo tendremos merodeando por aquí y acosandonos. - Negó tajante -¿Y si lo metemos en el ejército?-

-No... Aún falta varios años para que pueda entrar, y además puede que no aguante el ritmo militar. Lloraría al primer grito que le diesen.-

-¿Y a mí que? No le dejaré renunciar, que se busque la vida-

Ambos se quedaron en silencio por un momento, meditando una solución.

-Dime una cosa. ¿Jack no provocó un pequeño fuego intentando hacernos el desayuno?- La pregunta del hombre venía cargada de malicia.

-Si... Es cierto... Diría que no fue tan pequeño... Me preocupa que sea pirómano...- Respondió con la misma malicia.

-Y también recuerdo que una vez tuvo un amigo imaginario... O... Tal vez está escuchando voces... Podría ser peligroso-

-Si... Quizás lo mejor es que lo cuiden profesionales...-

El niño comenzó a llorar, pero se cubría la boca para evitar ser descubierto. Entonces notó que alguien le acariciaba la cabeza para luego escuchar un susurro -Buenos días, Dolly...- Logrando que se calmarse y comenzará a soñar con otra cosa.

Doll(y)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora