Capítulo 09

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Dolly se había quedado dormido esperando en la mesa de la máquina de coser mientras esperaba a su papá, empezando a soñar con una habitación diminuta y blanca, con dos camas, en esa se encontraba sentado en posición fetal un joven pelirojo de pelo corto, sus ojos estaban rojos y acuosos, resbalando lágrimas por sus mejillas pecosas. Vestía un impoluto uniforme blanco que constaba de unos pantalones finos y una camiseta de mangas cortas.

—Entra, tu nuevo compañero está dentro— Se escuchaba desde afuera de la habitación

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—Entra, tu nuevo compañero está dentro— Se escuchaba desde afuera de la habitación. Al entrar aquel con quién compartiría cuarto no pudo evitar posar sus azules ojos de forma tímida y temerosa sobre el otro chico quien parecía rondar su misma edad. Este mostró una discreta pero cálida sonrisa.

—Dolly, despierta— Escuchó la voz de su padré, quien le zarandeaba suave el hombro para despertarlo.

—¿Ummm? ¿Papá?— Preguntó adormilado.

—Lo siento, Dolly. Te hice esperar demasiado. Debes estar aburrida ¿Verdad?— Decía en un tono agradable, lo cual se le hacía reconfortante al menor.

—Papá...— Dijo aún adormilado el menor —¿Ya terminaste de hablar con Dennis?—

—Si, después hablaremos de eso. Levanta— Tomó la mano de su hijo y lo ayudó a ponerse en pie sin dejar de sonreír al menor.

—Parece que estás de muy buen humor hoy, papá— Decía feliz, a decir verdad, adoraba que lo mimase, era algo que siempre había anhelado, unos papás que lo inundasen de dulzura.

—¿Tan obvio soy?— Preguntó aún sonriente —Es vergonzoso... pero creo que...— Pensando entonces en Denisse, y lo adorable que se veía sonrojada. Se sentía algo avergonzado por dejarse llevar por su frustración, aún así no podía evitar sentirse dichoso por haber encontrado a Denisse. Además, esto había sido gracias a su querida hija, debía ser una señal de que era la indicada, la que tanto llevaba buscando. Quizás por eso mismo debería usar a Dolly para que se hiciera amiga de aquella hermosa mujer, y así ayudarle a ganarse su afecto. —Ahora que me acuerdo, tengo un regalo para tí, corazón. Lo hice mientras dormías.—

—¡¿Que es?! ¡¡¿Que es?!!— Preguntó emocionado el hijo mientras pegaba saltitos.

—¿Que  te parece— Sacando una diadema negra, la cual le había cosido a un lado una flor de tela, esta tenía los pétalos blancos, pero por la suciedad, parecía amarillo, y en la parte interna de esta se oscurecía hasta parecer naranja.

—¿Lo has hecho tú, papá? ¿Para mí?— Preguntó sorprendido. Su padre asintió, provocando una gran sonrisa en el menor. —¡Gracias, papá!— Abrazó al mayor. No era de su gusto llevar accesorios de niña, pero el simple hecho de que fuese fabricado por su papá hacía que adquiriese un gran valor. Realmente se sentía como en un sueño, esperaba que pronto pudiesen jugar juntos y hacer tantas cosas que había querido hacer con sus padres.

Eddie parecía complacido por la reacción del menor y correspondió el abrazo por unos segundos, pero rápido se arrepintió al venir a su mente una rápida imagen de su infancia. Apartó a Dolly con cuidado pero con presura, sorprendiendo así al más bajo. Intentó aparentar tranquilidad para no asustar al chico —Voy a ponerte la diadema— En lugar de usarla para echar aquellos claros cabellos hacia atrás, tan solo lo dejó incrustado, dejando aquella flor como mero adorno.

Al alejarse un poco y ver a su hijo, pensó que parecía la cosa más adorable del mundo, y esperaba que nadie destrozara aquella pureza que emanaba de su pequeña Dolly. Sentía que si alguien la hacía llorar o le robaba su inocencia, se volvería un desquiciado capaz de cualquier cosa. —Te vez hermosa, corazón— Se atrevió a pasar sus dedos por el falso cabello del joven, para luego tomar su mano. —Vamos a la cocina, Dolly. Como una buena señorita, debes aprender a cocinar.—

—Jo...— Suspiró e hizo un puchero, quería jugar, apenas y había podido con Dennis. —Si, papá— Caminando junto al mayor, tomados de la mano —Algún día...— Se atrevió a decir el menor.

—¿Si?—

—¿Algún día... Podríamos jugar... A béisbol...?— Preguntó tímido, temiendo que su papá no quisiera, ya se había dado cuenta que el mayor sólo quería que hiciera cosas se chicas.

El adulto sonrió y de forma fugaz lo miró de reojo, le parecía tierna esa petición —Aun queda mucho trabajo por hacer en el hogar, pero te prometo que cuando terminemos, jugaremos juntos—

Dolly sonrió satisfecho con la respuesta, esperaba que pronto su papá pudiese cumplir aquella promesa.

***

NOTAS FINALES
¡Al fin he podido volver!
Y luego de tanto tiempo seguiré subiendo muy seguido.
Me alegra ver que poco a poco esta historia está atrayendo a más lectores, cosa que me hace inmensamente feliz. ❤️

Doll(y)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora