Cuando la técnica de Heracles se disipó, el Héroe con una sonrisa soberbia observó a la santo del Fénix, herida, su armadura se mostraba bastante dañada y la máscara había desaparecido, ella se encontraba inconsciente.
-Debo de admitir que fue una dura batalla...- admitió, sin dejarla de mirar, pues la joven era bastante parecida a Ikki de Fénix. -Pero por fin logre vencerte... ahora debo darte el golpe final...- hablaba consigo mismo, Idalia no estaba del todo inconsciente, escuchaba hablar al Héroe, no podía despertar, pues sentía una gran pesadez en su cuerpo.
-¿Todo acaba aquí?- pensaba con melancolía. -¿Mi vida no valió nada? De qué sirve que para obtener mi armadura termine con la vida de la persona más importante para mi... y ahora no podré recuperar a mi hermana... yo debía protegerla... ya le falle otra vez... perdón... padre... madre...- fueron inevitables unas lágrimas, las cuales Heracles vio, pero antes de reaccionar, el lugar de inundó de una luz dorada que lo obligó a entrecerrar los ojos, poco a poco se mostraba una silueta, y la luz desaparecía conforme se presentaba el recién llegado.
-Si tú te rindes todo acabara aquí... Idalia...- para la sorpresa de Heracles, era Maha, percatándose que no era el santo físicamente.
-Eres el santo de Virgo... ¿qué haces aquí?- cuestionó el Héroe, poniéndose en guardia, aunque Maha no parecía llegar para luchar. -¿Acaso al igual que Piscis trataras de salvar al fénix?- cuestionó con cierta ironía, pues ahora estaba con cierta desventaja.
-No...- declaró de manera serena, sorprendiendo al Héroe, le inquietaba verlo con los ojos cerrados. -Yo sólo vengo a cumplir con una vieja promesa...- embozó una ligera sonrisa. -Idalia, Aarón... para vencer los fantasmas del ayer nunca quiten la mirada hacia el mañana...- declaró, como respuesta, los Santos comenzaron a levantarse.
-Maha... gracias... cumpliste tu promesa hacia mi madre...- reveló, ya que para el santo de Virgo, la madre de Idalia había sido una valiosa amiga.
-Gracias Maha... terminare mi misión...- ambos santos se encontraba de pie, pese a la heridas y que él ya no tenía la mitad de su armadura, su cosmos seguía en pie. -Dejare en manos de Idalia salvar a Sharon!- declaró, de inmediato miró al Héroe Mítico. -¡Así que prepárate Kenzaki!- lo señaló.
-Yo también debo vencerlo y después salvare a mi hermana!- exclamó la santo, mientras ambos comenzaban a elevar su cosmos. -Le prometí a Hipólita...- dijo, pero después negó levemente. -¡No... su nombre era Kiku-san, le prometí que las personas mas importantes para ella descansarían!- Heracles se sorprendió por la declaración de la joven, por un momento vio reflejada a la mujer que amo en la santo, no podía negar aquel argumento, en el fondo sabía que era cierto.
Maha satisfecho por el resultado de su intervención, sólo asintió, y la misma aura dorada que lo trajo, lo envolvió, regresando a la sexta casa.
-!¿Cómo piensan acabarme... están a un paso de la tumba?!- exclamó elevando su cosmos, él nunca claudicaría ante los Santos, aunque tuvieran la razón.
-¡Lo haremos juntos... por nuestros compañeros, por Sharon y por Athena... para vencer a Ares!- declararon al mismo tiempo, tanto Fénix como Piscis comenzaban a sincronizar sus cosmos, enojando a Heracles.
-¡Estoy harto de su terquedad!- exclamó, para su sorpresa Aarón sonrió con nostalgia.
-¡¿Ya lo olvidaste?!- cuestionó, ampliando un poco su sonrisa. -¡Nosotros tampoco nos rendíamos... siempre seguíamos de pie para vencer al enemigo!- señaló. -Idalia...- pero antes de continuar la santo lo interrumpió.
-Lo sé... no olvides que puedo leer tu mente... y estoy de acuerdo...- aseguró embozando una sonrisa, Aarón se sorprendió, nunca se había imaginado que algún día lucharía hombro con hombro con Idalia, ya que entre la joven y él había ciertos roces por Sharon.
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Saint Seiya. Siguiente Generación. 1a Temporada.
FanfictionLa tierra siglo XXIII, la humanidad sigue siendo su peor enemigo, por esa razón los dioses han decidido acabar con la raza humana, sin embargo Athena como protectora de Tierra se levanta una vez más en contra del Olimpo... Siempre acompaña de sus fi...