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a c l a r a c i ó n: este capítulo transcurre en noche buena/navidad.

Changbin había permanecido en su habitación durante los últimos días antes de Navidad, había cerrado la puerta con seguro y su música sonaba lo suficientemente fuerte como para poder fingir que la casa no existía más allá de su puerta.

Llegado el 24 de Diciembre, su habitación estaba más limpia que nunca: había organizado su armario, sus calcetines y ropa interior estaban alineados en los cajones. Había organizado su extensa colección de discos de vinilo en orden de favoritismo. Incluso había revisado todas sus zapatillas y botas, limpiándolas y ordenándolas como quería.

Y aun así, todavía se sentía nervioso hasta los huesos, los pensamientos desarraigados se negaban a dejar de retorcerse dentro de su mente. 

Se derrumbó en su cama con un profundo suspiro. Agarró a Lix y se tumbó boca abajo, con la barbilla apoyada sobre sus brazos, mirando a los ojos al pequeño peluche como si tuviera las respuestas a todos sus problemas.

Lix le devolvió la mirada.

—¿Qué? —Preguntó Changbin indignado.

Lix no se movió.

Changbin dejó caer la cabeza sobre sus brazos, soltó un pequeño resoplido y sacudió la cabeza. El teléfono sonó. Changbin lo levantó de la mesita de noche, observó la cara sonriente de Felix mirándolo desde la pantalla y se acercó el aparato a la oreja.

—Oye.

—Hola, Binnie —no entendía cómo la voz de Felix podía ser tan grave y a la vez tan cálida— ¿Cómo estás? 

—Estaba conversando con Lix, lo cual es mucho más interesante que estar con estos extraños en mi casa —rodó sobre su espalda y levantó el peluche frente a su nariz con su mano libre, y lo miró con los ojos entrecerrados.

—Sabía que Lix sería un gran conversador —dijo Felix.

Una sonrisa apareció en el rostro de Changbin, una pequeña floración de calidez se instaló en su pecho.

—¿Le estabas contando sobre tu padre? —Preguntó Felix tentativamente.

Changbin hizo una pausa. —Sí.

—¿Has podido hablar con él?

—Sí —dijo Changbin de nuevo—. No lo sé. Creo que se está dando cuenta de lo jodida que es toda la situación. Como si fuera una maldita noticia para él.

—Él realmente te ama, Changbin —dijo Felix, con convicción—. Puedo verlo.

Changbin cerró los ojos con fuerza. —Sí, porque tiene que hacerlo, pero no creo que realmente quiera.

Felix guardó silencio por un momento. —Eso no es cierto.

El pelinegro levantó una mano para pellizcarse la piel de la frente entre el pulgar y los dedos. —Creo que sí —dijo, y puso los ojos en blanco—. Oh, Dios, todo esto es tan jodidamente melodramático —se aclaró la garganta y forzó un poco de energía en su voz—. Entonces, cuéntame, ¿cómo estuvo la cena con tu familia?

Podía escuchar las respiraciones constantes de Felix, comenzó a contarlas inconscientemente en grupos de tres mientras esperaba.

Felix finalmente suspiró. —Bien. Bastante aburrido, pero soportable. Mi padre no trató de emparejarme con las hijas de sus amigos, lo que fue un giro positivo de los acontecimientos.

—¿No tengo que asustar a ninguna chica? Tengo que decir, Felix, que estoy decepcionado.

—Por mucho que desee ver eso, me alegra que no tengas que hacerlo.

atrapado en ámbar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora