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NO TOQUES ESO, GINÉS.


Literalmente Izaro estaba lidiando con un niño de cinco años atrapado en el cuerpo de alguien de 18 años.
Desde que habían llegado, el español saludó cortésmente al jefe de su amiga y salía a cada rato del establecimiento para subirse al techo de su auto a tomar fotos de la puesta de sol.

— Pero si no lo voy a romper, Izi.

— Metete la mano en otro lado pero no toques nada, porque si se rompe, ¿quién paga?

— Yo lo pago. — contestó con soberbia.

— Uy, están sorteando piñas y te ganaste todos los numeritos. — se restregó el rostro con sus manos.

— No me digas, ¿están sorteando piñas? ¡Joder! Sabes que son mi fruta favorita, tía. — exclamó.

Izaro se golpeó audiblemente la frente ante su respuesta.

— En la jerga argentina, piñas significan golpes, querido Ginés. — explicó.

— Ooooh, espera...¿significa que me golpearás en un futuro?

— En uno muy cercano si no dejas de toquetear todo lo que ves.

Paredes guardó silencio, luego de hacer tanto ajetreo. Y eso alivió bastante a Volsk.

Hasta que el muchacho le pinchó la mejilla con su dedo índice.

— Uy papito. — se quejó, ocasionando que éste le sonriera con falsa inocencia. — Haceme el favor y pone música, fijate ahí debe estar la radio.

Obedeció ante las órdenes de su amiga, y colocando una famosa canción en la radio, se volteó a verla con una sonrisa cómplice.

— No, ni empedo bailo ahora.

— ¡Vamos! Si siempre bailamos Tusa en las discotecas, nos faltaría el alcohol que por cierto, los refris están llenos. — señaló detrás de él.

— Pero estoy trabajando ahora, después vemos el finde. — comenzó a arreglar las pastillas que guardaba en una caja con una gran cruz roja en la tapa.

— Te bailaré entonces.

— La puta madre. — murmuró a entredientes mientras limpiaba los muebles con un paño amarillo.

Por otra parte, Paredes parecía disfrutar de la música fiestera y de las expresiones de burla de su amiga. Quizás ella en éste momento se rehusaba a seguirle las locuras, la entendía porque justamente estaba trabajando en algo que no le apasionaba pero que seguía sólo por el dinero.

Más de una vez, el muchacho intentó ayudarla con el dinero pero ésta se rehusaba fervientemente ya que no le gustaba en lo absoluto que gastaran dinero en ella, sentía que no lo valía.

Si supiera que Ginés apostaba todo por su amistad y no existía precio en ello.

—¡Te he hecho reír en lo que va de la noche! — la señaló con su dedo índice, como si estuviera orgulloso de lo que logró.

mustio ; acru. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora