dedicado a: fiawhy
—CREO QUE CHINCHULIN HA SUBIDO DE PESO.
La mirada de Izaro pasó desde el, aún inconsciente cuerpo hasta la figura del rubio. Sus ojos se entrecerraron, dándole a entender que no era el momento y menos que quería hablar con él.
— Lo siento.
Ésta chasqueó la lengua y siguió curando los nudillos y palmas de Cruz, con sumo cuidado palpaba el algodón sobre cada centímetro herido y cuando Paredes se retiró de la habitación ya que le apetecía fumar por los nervios que sentía, se inclinó a dejar un tímido beso en esas zonas.
Pensando torpemente que así las curaría. Infantil.
Conforme con su labor, pensó que lo mejor sería preparar un abundante desayuno para sus invitados y así quizá podría intentar entender a Agustín.
¿Quién era Abril? ¿Qué sucedió con ella? ¿Por qué Cruz estaba tan cegado y herido por su partida?
Sin dudas, la de hebras plateadas estaba muy confundida. Por lo que escuchó de labios ajenos era alguien importante para el delirante individuo, quien ahogaba sus penas en líquido venenoso para su hígado en pleno conticinio. Se hacía una idea pero instantáneamente negaba con su cabeza mientras mordía su pulgar con ansias.
Demasiado joven e inexperto para amar de esa manera.
La idea de casarse o estar en una relación se le había pasado un par de veces por la cabeza cuando era más chica, pero desde que el alcohol le jugó en contra y la libertad le dió la espalda, terminó embarazada a los diecisiete años de vida.
Creo que la mayoría sabrá cómo siguió su vida diaria.
No obstante no fue todo oscuridad para la muchacha, todo mejoró cuando Paredes y ella se afianzaron aún más al enterarse que ambos irían a la misma Universidad y estudiarían lo mismo.
Ay Ginés.
Sin dudarlo siquiera un poco, Izaro estaba convencida que el rubio de brillantes pendientes era un ángel. Su ángel. Él estuvo ahí para ella y viceversa, a pesar del carácter de falso prepotente y de su mal humor cuando no soñaba bien ella lo apreciaba un montón.
Corría por el gran pasillo de la escuela para tan sólo saludarlo con un ruidoso beso en la mejilla, la cual estaba helada porque el invierno no tardaba en hacerse presente. Se esperaban fuera de los salones para beber café casi dulce en el gran patio de cemento, mirando algún partido de básquet o tan sólo escuchando a Cerati a un volumen moderado ya que el murciano se rehusaba a tener que comprar otros auriculares. O sólo se quedaban ellos dos dentro del aula, dibujando cosas obscenas en el pizarrón o contándose alguna anécdota de su fin de semana.
Él ya era parte de su vida, y de eso no había vuelta atrás. Y agradecería en haberlo puesto en su camino cada vez que lo vea levantar su mirada del celular para regalarle una sonrisa y un caluroso abrazo.
Realmente necesitaba un abrazo, uno urgente.
Pero una mano envolvió su muñeca, impidiendo que se fuera del lugar.
— ¿Qué carajo..? —murmuró, guiando su mirada hacia un Agustín algo cuerdo o despierto.—...Agustín.
Los orbes oscuros del castaño se fijaron fielmente a la cristalina y húmeda mirada de Izaro. Afianzando su agarre en la muñeca ajena, logró que la fémina se acuclillara a su lado mientras que el aún yacía sobre la cama de Volsk.
— Le conté al pibe lo que pasó...—la garganta le quemaba y su lengua no veía la hora de soltar lo que tanto lo carcomía.
Izaro frunció el ceño y enarcó sus cejas. —¿Qué cosa?
—Del por qué me dejaste plantado en la Iglesia cuando íbamos a casarnos. —relajó su agarre para así disponerse a acariciar cada centímetro de piel suave y pálida de Izaro, sin apartar su mirada sobre ella en ningún momento. —Discutimos bastante fuerte y vos agarraste las llaves del auto y te fuiste, exactamente como yo te dije que lo hicieras. Pasaron horas y horas y yo empecé a preocuparme, no sabía que te habías enojado tanto y fui a enmendar mi error, ¿sabes? —las lágrimas comenzaron a caer por el rostro de la muchacha, imaginándose la situación y entendiéndola.—Pasaron días del falso matrimonio, y yo le mostraba tu foto a cada bendito auto que pasaba por la carretera...
— Agustín, no es necesario.. —la de nariz respingada intentó dar por finalizada la conversación pero Cruz se rehusaba a callarse.
— Sabía que no tenía que dejarte sola. —los apagados y resecos labios del artista temblaron y decidió mirar hacia el techo, en un vago intento de no derramar alguna lágrima. —Te maté sin darme cuenta, Abril.
El silencio bastó para que ambos rompieran en llanto ante tal confesión de una mañana ajetreada. Las ventanas de Izaro ya no eran de sol sino que ahora unas tristes y transparentes gotas chocaban contra el vidrio, haciendo un acompañamiento más ameno en la soledad para el dúo de individuos.
Los hipidos fueron disminuyendo a medida que el moreno limpiaba todo rastro de agua salada sobre las mejillas calientes de su contraria. Tomando con ambas manos el afilado rostro de la peligris la atrajo más a él, juntando frentes.
— Pero siempre espero a tu regreso vida mía, algún día...sé que vamos a volver a ser uno. —aseguró rozando su nariz con la de ella.
Izaro negaba con frenesí y se separó de él, mirándolo con suma tristeza y dolor. Sabía lo que era perder a alguien y alucinar con volver a verle, pero aquello era imposible.
Era imposible lo irreversible.
— Me tenés que dejar ir...no te hace bien anclarte a mí porque soy pasado, no estoy físicamente y no puedo volver. —contestó viendo las expresiones contraídas del rapero.
— Pero Abril...
— Me tenés que dejar ir...por favor Agustín. —pidió en un susurro, logrando que éste cerrara los ojos derramando lágrimas audibles mientras se llevaba las manos al rostro, evitando que lo viera de esa manera.
—No va a ser fácil...pero prometo dejarte libre. —habló para el mismo a la vez que se quejaba por algunos otros pensamientos.
Y saliendo de la habitación, Izaro se recostó sobre la puerta recobrando el aire perdido y mezclado que dejó en su habitación. Todo tenía sentido: el por qué bebía, cómo su jefe ya lo conocía y éste se negó a contarle sino una vez que ella supiera por su propia cuenta.
El pecho le ardía por la falta de aire y en un soso recuerdo rememoró la sensación de sentirse entre la espada y la pared, pero en su lugar no haría nada más que contemplar la llama del vívido fuego eterno de su interior.
—Izaro, hey, quería disculparme contigo por lo que hice...
Pero ésta no lo dejó terminar porque se lanzó a abrazarlo temblorosa. Paredes claramente no tardó en devolverle el gesto, arullándola más contra su pecho y besándole el cabello.
— Oh cari, ¿qué ha pasado? ¿Te ha hecho o dicho algo, preciosa?
Negando vehemente con su cabeza y se aferró a la anatomía ajena con aroma a nicotina y menta.
— Creyó que yo era Abril y m-me confesó todo...con sumo detalle, Ginés. —sollozó en un pequeño murmullo. —Abril era su esposa.
Los ojos de Paredes se cerraron con fuerza y acariciando la cintura por encima la ropa de su amiga mediante el abrazo, suspiró con pesadez.
— Joder.
buen domingo gente bella, en mí tablero pueden leer la dinámica y si se copan pueden unirse, los amo mucho♡
![](https://img.wattpad.com/cover/216564256-288-k760793.jpg)