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―HAS VUELTO AL GRIS, me recuerdas a las tardes ventosas de abril.










Sonriendo débilmente a su nuevo compañero de hogar, el cual se encontraba de espaldas a ella bañando al infante en un fuentón de plástico, llevó una mano a su cabeza con inconsciencia.

―Creo que el cabello azul me estaba quemando el cuero cabelludo.

―¿No te lo ha quemado ya? Jo, estás de suerte niña. ―bromeó el murciano cambiando a Nicolás con mucho cuidado.

―Para tu información, no. El gris me representa creo, y me gusta.

―Para mí, el gris da a entender tristeza. Mira, aunque quizás estés rota, sigues alegrando las vidas ajenas. ―habló alzando en sus brazos al varoncito y meciéndose de un lado a otro, la miró. ―En ti no contaría como tristeza, puede ser...el color del acero. Fuerte y frío, así como tú.

Quedándose en silencio, tomó asiento en el frío suelo del baño. Desde lo ocurrido hacía unas semanas, no hablaba como antes solía hacerlo.

Mucho tiempo se privó de sentirse como quería. Tenía normalizado el todo va a pasar, no te rompas ahora.

Y ahora cargaba con las deudas vencidas de sus sentimientos por un sobrevuelo en su cuenta psicológica.

Callaba, hasta lo más injusto en su persona. Era bastante justiciera con todos pero, ¿ella acaso no lo valía? ¿Estaba mal pensar en ella misma por un momento?  Desde que se enteró que no podía salvar a todo el mundo, pensó fugazmente en si ella podía salvarse.

¿Quería seguir pisando el caliente asfalto?

¿Tenía interés de tapar las nubes con sus manos?

¿Debía seguir pintando sus costillas de brea?

El incesante dolor en su cabeza volvió a molestarla, más no dijo nada y sólo miró el reflejo a contraluz del de hebras caramelizadas, quien estaba embelesado con las tonterías que hacía para sacarle una sonrisa al ser que tenía en su regazo.

―No sabía que te gustaban los nenes. ―murmuró la fémina, sin gesticular alguna facción de su rostro.

Los hombros de éste se levantaron con inocencia y le sonrió a labios sellados, contagiando aquel gesto al niño de risueños ojos azules.

―Hago una excepción por él, no me verás con un niño que no sea Nicolás en brazos, te lo juro.

―¿No vas a tener hijos? Estabas ilusionado con ese tema.

mustio ; acru. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora