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EL LADO OSCURO DE LA LUNA, DONDE ÉSTA ESCONDE SUS CRÁTERES DE FORMA ETÉREA.
"¿Y SI VOLVEMOS A MIRAR ATRÁS, SÓLO POR HOY?"
2007!
La piel de los nudillos de la dulce Izaro comenzaban a romperse con cada golpe que daba en la puerta, anhelando salir de allí. Los sollozos atroces que sus resecos labios sentían se oían en todo el sanitario, pero nadie parecíaescucharla a ella.
―¡Dejame salir, mamá! Prometo ser buena, ¡por favor, mamá!― pedía a gritos mientras seguía golpeando la puerta y lloriqueando con salir de allí, y poder salir a jugar.―Mamá por favor, voy a ser buena...te lo prometo.
Pero aquello no era suficiente, ni las más conmovedoras palabras podrían mover el duro corazón de Viviana para dejar salir a su hija.
Quizás de esa forma, dejaría de llorar por cosas innecesarias y aprendería la lección de no llorar en público y ocasionarle vergüenza a la mayor.
Sintiéndose cansada de golpear el rígido material, la pequeña Volsk se deslizó hasta el frío suelo del baño y, acurrucándose con las prendas sucias que llevaba, lloró en silencio mientras susurraba dulcemente promesas a un Dios que en un futuro ya no le rendiría culto.
―Prometo ser buena, lo prometo en serio. Ojalá mamá pueda creerme.
2012 !
Recibiendo un golpe en su nariz en medio del curso del colegio por parte de su mejor amiga, llevó sus manos a su tabique y gimió con dolor. Su contraria destilaba falsa culpa y una sonrisita socarrona de lado, y aquello no logró más que la chispa de su ira temprana.
―Ay Izaro perdón posta, re sensible tu nariz de chanchito.― rió, queriendo aliviar la tensión del ambiente.
Sin contestarle nada, pidió permiso para ir al baño del establecimiento y así limpiarse correctamente. Pero carajo qué horrible se veía.
La sangre no paraba de brotar de sus dos orificios nasales, manchando la camisa blanca de su colegio y sus dientes. Juntando agua con sus manos, limpió su mentón y cuello donde senderos escarlatas anhelaban con seguir bajando por todo su cuerpo.
Con asco y repulsión se miró al espejo para así escupirlo, sintiendo cómo sus ojos deseaban rebalsar en perlas derretidas. Pero no, no le daría el gusto de arruinarse más a tan corta edad.
[...]
Picando la pelota de handball contra el suelo del enorme patio, los gritos de sus compañeras la invadieron para que le pasase el objeto y así sumar puntos en el "amistoso" partido.
―¡Dale Izaro, hermana! Aceitá tu cabeza con la grasa que tenés de sobra, boluda.― exclamó su "mejor amiga."
Sintiendo que el color y el calor subían a su cara nuevamente, un extraño fuego se instaló en su pecho juntocon un inefable hormigueo en sus manos. Izaro no entendía que pasaba, ahora todo era en cámara lenta y mucho más nublado.
En su campo visual sólo se encontraba Violeta, sólo ellas dos cara a cara a metros de distancia. Y sin pensarlo mucho, Volsk lanzó con todas sus fuerzas la pelota recién inflada al rostro ajeno. Aquello ocasionó que ésta cayera de espaldas al suelo, sin exclamar ni reclamar nada.
Las demás muchachas habían hecho una ronda chequeando que su compañera estuviese bien, pero Izaro mantuvo distancia, muy alejada de los demás.
El fuego jovial en ella ese día, apenas fue una brasa.
2016 !
―Mamá en serio, no te molesta nada que yo esté hablando con alguien por teléfono. No se escucha nada posta, ¿hasta eso me reclamás? Lo únicoque me faltaba.― se quejó la de cabellos grisáceos, quien lanzaba su celular con delicadeza de que no se dañara.
Oyó los pasos de su madre alejarse y quiso celebrar, pero cuando ésta apareció con un cuchillo apuntándole desde la puerta. Aquello aterró a la adolescente y levantándose de la cama atinó con retroceder con cada pasoque su madre daba frente a ella, chocándose finalmente con una de las paredes.
Viendo cómo su progenitora apoyaba la punta del cuchillo en su plano abdomen y hacía presión, comenzó a temblar del miedo y su garganta se cerró cuando quiso llamar a su progenitor.
―Matame.― pedía la adulta con una cínica mueca en su rostro.―Hacelo dale.
Los ojos cristalinos de la más joven no paraban de revolotearse por todo el lugar, intentando hallar algo para llamar a su padre. Y como si lo hubiese llamado telepáticamente, Ítalo apareció totalmente consternado a la habitación.
―¿¡Viviana vos estás enferma?―separándola de su única hija, la sacó a rastras de allí.
Izaro no supo reaccionar ante eso y sólo pudo mantenerse en pie por unos vagos minutos, pero cuando los gritos comenzaron a infiltrarse por las paredes de su habitación tuvo que tomar asiento en su cama. Y a tientas buscó su celular, marcando el primer número de su efímeralista de amigos.