LICÁNTROPO

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Thiago no hizo nada, aunque su mirada acusadora lo decía todo: culpables. Sin embargo, Jacob sí que estaba visiblemente cabreado.

Shubael, ve a buscarme unos pantalones, le ordenó, sin quitar la vista al vampiro de Aro.

Fue cuando me di cuenta de que su ropa se había hecho jirones durante su rápida transformación.

¿Y por qué yo?, protestó éste.

Porque lo digo yo, gruñó Jake, que ya estaba deseando tener una conversación con el jefe de ese grupo de matones.

El lobo gris moteado gañó, pero obedeció la orden de su líder y se marchó a toda prisa, en dirección a las tiendas de campaña.

―Le teníamos, y por tu culpa le hemos perdido ―protestó uno de los vampiros, viniendo hacia nosotros.

Era el mismo que se había girado y nos había rugido durante toda aquella persecución.

Jacob le mostró su poderosa dentadura para que no se excediese en confianza y el individuo se detuvo al instante.

―Calma ―le solicitó Thiago, si bien no podía ocultar su malestar, poniéndole su brazo delante a su subordinado para que no se acercase más.

El resto de vampiros se posicionaron junto a él.

Se hizo un momento de silencio que me pareció eterno, dada la tensión que se respiraba en el ambiente. Shubael no tardó en llegar mucho más, portando uno de los pantalones que Jake había traído a la acampada, en la boca.

Puaj, podías habértelos atado a tu cinta, se quejó Jacob.

Es lo que hay, declaró Shubael, dejándoselos en el suelo.

Esta vez fue Jake el que gañó. Los recogió con sus fauces y se retiró detrás de un árbol para cambiar de fase.

Me bajé de su lomo de un salto y le cogí el pantalón, a la espera de que se transformase en humano. Jacob no esperó más. Alzó sus patas delanteras a la vez que explotaba y mi lobo se transformó en mi impresionante marido en menos de un chasquido de dedos. Automáticamente, dejé de escuchar los pensamientos de Isaac y Shubael y mi visión volvió a la normalidad, dejando de ver almas y todas esas cosas. No era el momento, desde luego, pero no pude evitar que la comisura de mi labio se alzara un poco ante semejante vista, aunque él estaba demasiado ofuscado como para fijarse en eso. Le pasé los pantalones, se los puso y su mano enganchó a la mía para salir a escena.

―¿Se puede saber qué hacéis aquí? ―exigió saber, de malos modos, nada más aparecer de detrás del tronco.

―Creo que es evidente que estábamos dando caza a ese licántropo ―declaró Thiago, usando el mismo tono y gesto arrogante que había utilizado la primera vez que nos habíamos encontrado con él.

―Eso ya lo sé ―resopló Jake―, pero, ¿por qué demonios estáis por estas tierras?

―No sé si lo sabes, pero ese licántropo corretea por estos bosques a sus anchas ―afirmó el vampiro―. Deberíais estar más atentos.

Isaac le gruñó, como protesta.

―No ha habido noticias de desapariciones ni de muertes en los alrededores, y espero que siga siendo así ―le advirtió Jacob.

―Tranquilo, tu tribu y la gente de Forks no están en nuestro menú ―contestó el jefe de los matones de Aro, mostrando una sonrisa insolente―. Sin embargo, aunque ese licántropo todavía no ha cazado por aquí, acaba de hacerse con este territorio.

―Este no es su territorio. Y el vuestro tampoco ―le dejó claro mi chico.

―No está dentro del tratado ―alegó Thiago, alzando el mentón.

JACOB Y NESSIE NUEVA ERA II (Comienzo 2° parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora