¡Mierda!
Con precipitación y sobresalto, extendí mi círculo de luz brillante, haciéndolo más grande. Fue un acto reflejo estúpido, porque ya lo había erigido al principio y todo yo estaba metido en esa burbuja refulgente, pero fue instintivo.
Mi sorpresa fue enorme cuando vi cómo un mogollón de simples murciélagos se estampaban contra mi círculo. Sí, unos murciélagos. Maldita sea, ¿sería idiota? Pues menudo susto me habían dado. Tuvieron suerte de que no hubiera calentado mi círculo para volverlo de fuego, si no, toda la manada hubiéramos tenido murciélago a la parrilla para almorzar. Bueno, no, porque estos bichos eran bien feos, pero tenían un alma pura y reluciente.
Los oportunos murciélagos chillaban y chocaban contra mi burbuja brillante, pasando a mi alrededor a toda velocidad, pero sin rozarme ni uno sólo de mis pelos, porque era como si estuviera protegido con un cristal circular, el cual bordeaban, completamente perdidos.
Me dio por recordar aquella anécdota de Nessie y los murciélagos, cuando había tenido que llevarla a esa montaña de Canadá para deshacernos de los hechizos que nos habían puesto esos malditos magos. Nos habíamos metido en aquella cueva para pasar la noche y los murciélagos nos habían asaltado, como a mí ahora. Menudo teatro que había hecho Nessie, y todo para que el idiota de mí reaccionase. Menos mal que después habíamos terminado enrollándonos en esa misma cueva y había abierto los ojos.
¡Jake, ¿qué ha pasado?!, quiso saber Quil, alarmado, aunque él seguía luchando con uno de esos enormes licántropos.
Salí de mi momentánea nube al instante. Vale, no era el momento más apropiado para andar de recuerditos, pero qué quieres, no podía quitarme a Nessie de la cabeza, ni siquiera en momentos como este, y cualquier cosa la traía a mi mente.
Nada, sólo eran unos malditos murciélagos, le revelé mientras veía cómo esos bichos se perdían de mi vista. Voy a seguir inspeccionando la cueva.
Ten cuidado.
Continué caminando sigilosamente por esa cavidad que se abría paso por dentro de la montaña, pisando esa agua helada. Los enormes huecos que se iban presentando ante mí y que formaban la misma caverna se extendían hacia arriba, formando una irregular y alta cúpula repleta de esas delgadas formaciones de piedra calcárea que colgaban del techo como afiladas lanzas. Esas retorcidas y amenazantes estalactitas parecía que se te iban a caer encima, de veras. El suelo también estaba lleno de las prehistóricas estalagmitas que despuntaban hacia arriba, pero no por el charco por el que yo caminaba.
El sonido de lo que a mí me parecía una cascada cada vez se escuchaba más cerca, según iba avanzando, sin embargo, todavía no alcanzaba a verla.
Ya empezaba a desesperarme. Todavía no había encontrado a esos desgraciados de Vladimir y Stefan, ni a sus licántropos, pero lo que me mosqueaba es que la caverna atufaba a ellos por todas partes, así que habían estado aquí no hace mucho tiempo. Lo malo es que yo tenía que encontrarlos para aniquilarlos y marcharme volando hacia la segunda cueva. Todos los demás ya estaban luchando, y no podía demorarme más.
Entonces, escuché un ruido. Fue muy sutil, casi imperceptible, pero lo oí.
Me dirigí hacia allí con mucho, mucho cuidado, agazapándome como lo hace un tigre cuando caza. Y, de pronto, sucedió lo que yo esperaba.
Un descomunal licántropo asomó la cabeza de su escondite para echarme un vistazo y le pillé. Uno. Ya tenía localizado a uno de quince. No era mucho, pero era mejor que nada.
Mi manada estaba atenta a mis movimientos, pero también estaban muy ocupados con lo que ellos tenían delante, así que pasé de retransmitirles nada. Eso les distraería y sería peligroso, además, ya lo veían de sobra.
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JACOB Y NESSIE NUEVA ERA II (Comienzo 2° parte)
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