Todos nos quedamos paralizados durante un par de segundos, excepto Carlisle, que ya estaba acostumbrado a estas situaciones de emergencia.
―Iré a buscar mi maletín ―dijo, ya subiendo las escaleras a toda pastilla.
El mencionado maletín era el que tenía en el dormitorio del ordenador, futura habitación del bebé, para hacerme los reconocimientos diarios, tales como tomarme la tensión y poco más, aunque contenía algunas cosas sanitarias y de primeros auxilios.
―¿Qué ha pasado? ―inquirió mamá, muy preocupada.
―Licántropos ―adelantó mi padre, tensando su semblante marmóreo.
Me dio un escalofrío sólo con oír eso, pero me dio otro mayor que congeló mi corazón por un instante al recordar que si uno de esos licántropos mordía a uno de los metamorfos, éste no sobreviviría. Y todo sería por mi culpa. Bueno, ya sabía que no era culpa mía directamente, pero si a alguno de mi familia, del aquelarre de Denali o de los lobos le pasaba algo, era por protegerme a mí y al bebé. Eso hacía que tuviera sentimientos encontrados, porque por una parte quería que protegieran a mi hijo, y eso era muy egoísta por mi parte, sí, sin embargo, ¿qué iba a hacer? Era mi hijo, y haría cualquier cosa por él. Pero eso mismo hacía que me sintiera mal, culpable, porque, a la vez, también me tenían que proteger a mí.
―Mierda, vamos ―gruñó Jake, apretando los dientes con furia mientras ya me cogía de la mano y echaba a andar con presteza, tirando de mí. Me dio tiempo a coger mi plumas del perchero, de milagro. Entonces, se percató de algo y detuvo su marcha para girarse hacia mi familia. Aproveché entonces para ponerme el plumas marrón, cubriéndome la cabeza con la capucha, y después volví a amarrar su mano―. Que alguien se quede en casa, puede que sea otra trampa.
―Nos quedaremos nosotros ―se ofreció Ezequiel, que estaba al lado de Teresa―. Si pretenden algún truco, yo les detendré.
―Nosotros también nos quedaremos, por si acaso ―se sumó Jasper, que aferraba la mano de Alice―. Nunca se sabe.
―Vale ―aceptó Jake, ya iniciando la marcha de nuevo―. Gracias, os debo una.
Ezequiel asintió, haciendo una especie de reverencia, Teresa y Alice sonrieron y Jasper alzó la barbilla con ese gesto elegante tan típico de él. Carlisle bajó como un rayo, con su maletín, y llegó hasta el resto de mi familia, que ya estaba siguiendo a Jacob.
Ninguno objetó nada al ver que yo también les acompañaba. Ninguno tenía ninguna duda. Con Jacob a nuestro lado, no había nadie más protegido que el bebé y yo. Mi ángel de la guarda…
―Dime, ¿qué ha pasado? ―le preguntó a Seth.
Jasper, Alice, Ezequiel y Teresa se metieron en casa y mis padres, Carlisle, Esme, Rosalie y Emmett escucharon con suma atención.
―Estábamos vigilando la zona, como siempre, cuando, de repente, han aparecido esos licántropos ―empezó a explicar Seth, con nerviosismo, a la vez que bajaba el peldaño del porche junto a nosotros―. No era un grupo muy numeroso, pero eran muy fuertes, tío, y estaban bien preparados. Salieron de la nada, como una estampida de mamuts, y se nos echaron encima, poco más pudimos hacer que defendernos. Por suerte, no estaban lo bastante organizados y hemos conseguido que se largaran, pero no sabemos si siguen por los alrededores o si piensan volver. Yo me marché pitando de allí para venir a avisarte.
Seguimos caminando con rapidez, dirigiéndonos al bosque que quedaba al lado de la casa.
―¿Han mordido a alguno de los nuestros? ―inquirió Jake.
Mi respiración se detuvo, a la espera de la respuesta. Pasamos los primeros árboles que bordeaban nuestro jardín y comenzamos a internarnos en el boscaje.
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JACOB Y NESSIE NUEVA ERA II (Comienzo 2° parte)
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