(PARÉNTESIS)
JANE
Mientras esperábamos a que llegasen los extravagantes aliados del Gran Lobo y los Cullen en ese ambiente tedioso, estos últimos mantenían una discusión apartados del resto. Aunque murmuraban en voz baja, no era difícil para nosotros escuchar todo lo que decían. Y mis secretas aspiraciones aumentaban conforme Carlisle hablaba.
Volví a observar al Gran Lobo. Ahora estaba acariciando ese enorme bulto de su queridita esposa. No sé qué podía causarle tanta fascinación y deslumbramiento, porque en realidad debería de salir un engendro de ese vientre, como lo era la madre, algo antinatural y aberrante, algo que no debería de existir.
Sin embargo, ella seguía embarazada. No alcanzaba a comprender cómo podía continuar estándolo. Sentí esa enorme envidia de nuevo, porque ella tenía al Gran Lobo y yo no, porque ella podía disfrutar del privilegio de ser madre y yo no, y llevaba al hijo del Gran Lobo en su vientre...
Mi ira por ella iba creciendo a cada instante. Sentía odio hacia ella, la odiaba con todas mis fuerzas. Ese engendro podía procrear y yo no. Ese ser tan insignificante podía darle un hijo al Gran Lobo. El Gran Lobo confiaba su prole a una mujer como ella, a esa vulgar mitad humana. Y sobre todo, esa mitad humana tenía al Gran Lobo y yo no.
Mis dientes chirriaron.
La observé. El embarazo hacía de ella un ser más dulce y bello, algo que no podía soportar. Sin embargo, y mal que me pesase, tenía que reconocer que esa mitad humana, mitad inmortal, era verdaderamente hermosa, jamás había visto una belleza como la suya, aun estando rodeada continuamente de mujeres vampiros, como yo estaba. Su rostro perfecto, su largo cabello y su sedosa piel resplandecían luminosidad por todas partes, radiaban esa vida que sólo la sangre es capaz de aportar cuando corre por las venas de los humanos, pero magnificado sumamente por ser también vampiro. Las humanas estaban llenas de defectos e imperfecciones, sin embargo, ella no. Todo en ella era perfecto, su rostro, sus facciones, su esbelto cuerpo, incluso su largo y abundante cabello, porque gozaba de las virtudes supremas de un vampiro, pero no era como nosotros. Ella, además, rebosaba vida. Eso hacía que la detestara aún más. Y ahora también albergaba una vida dentro de ella, una vida formada con una parte del Gran Lobo.
No pude impedir que mi inquina creciera al tiempo que mis pupilas se clavaban aún más en ella. Él la miraba con total engatusamiento, embaucado, maravillado, hechizado, con una adoración que nunca había percibido en nadie. Y ella también le observaba del mismo modo. Entrecerré los ojos al mirarla.
―Contrólate ―se atrevió a ordenarme Enguerrand.
Mi vista se fue hacia él y a punto estuve de hacerle comprobar mis prestigiosos dotes de tortura. ¿Cómo se atrevía a ordenarme nada, y, además, delante de mi hermano? Él permanecía con la cabeza alta, dando muestras de su condición militar. Alec nos observó sin comprender, y Felix y Demetri estaban muy entretenidos contemplando los cuartos traseros de esa Rosalie. Eso salvó a Enguerrand de mi ataque.
Empezaba a hartarme de sus reproches y estúpidas advertencias. ¿Quién se creía que era para advertirme a mí? Sus miradas censuradoras y reprobadoras, sus condenas silenciosas, comenzaban a irritarme inmensamente. Él creía que el Gran Lobo era demasiado para mí. Insolente. ¿Acaso no sabía quién era yo? Yo era la mano derecha de Aro, en quien más confiaba, incluso más que en él. Ya le hubiera matado hace tiempo, no obstante, tampoco podía obviar que él era uno de los pupilos más preciados de mi amo, él mismo lo había transformado.
La raquítica loba gris no hacía más que observarme, y cada vez que yo lo hacía con la semihumana me gruñía. Era una pena que no pudiera fulminarla debido a esta incómoda tregua. Edward también me dedicaba alguna mirada que otra amenazante, aunque la conversación que mantenía con Carlisle le tenía ocupado.
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JACOB Y NESSIE NUEVA ERA II (Comienzo 2° parte)
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