VALOR (PARENTESIS RENESMEE)

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VALOR

(PARÉNTESIS. PARTE 2)

RENESMEE

Todo ocurrió extremadamente deprisa, tanto, que no pude ni hacer el amago de gritar ni defenderme.

Mi madre había cerrado los pestillos para ponerles las cosas más difíciles a los vampiros, pero de nada sirvió. Sin tener ocasión siquiera de tomar aire para respirar, fui arrancada del asiento de una forma brutal, saliendo despedida por la parte abierta del techo, hacia delante. Mi cabeza no se golpeó con lo poco que había quedado de chapa sobre mi asiento, de puro milagro.

―¡Nooooo! ―gritamos mamá y yo a la vez, mientras volaba por los aires como un rayo, succionada por ese grueso látigo negro que me enganchaba del brazo y tiraba de mí.

La mano que tenía suelta se fue instintivamente hasta mi barriga, para protegerla.

Mi pulsera comenzó a vibrar, pero no con la fuerza esperada. Era como si intentase hacerlo y algo no la dejara, y tampoco pudo actuar. ¿Qué le estaba pasando? En ese milésimo instante, me di cuenta de que no había vibrado en ningún momento, con la tensión de la carrera no me había percatado de esto, pero ya no tuve tiempo de pararme a pensar en el por qué.

―¡Suéltala! ―chilló mi madre, iniciando un salto.

Mi padre se le adelantó. Soltó un rugido estremecedor lleno de cólera y pegó un brinco altísimo para sortear el vehículo y los vampiros que lo acechaban, que ya estaban sonriendo con satisfacción. Sin embargo, cuando ya lo había sobrepasado todo en varios metros, se estrelló contra una pared invisible, rebotando hacia atrás bruscamente. Era una de las barreras invisibles de Razvan, Nikoláy y Ruslán.

Un coche pasó por el otro carril y su conductor no vio ni escuchó absolutamente nada, al parecer también el interior de la barrera era invisible para los humanos.

―¡Edward! ―gritó mi madre, abortando su salto.

Su cabeza oscilaba incesantemente hacia él y hacia mí, frenética. Ahora ellos estaban encerrados en esa burbuja transparente, de la que no había forma de salir.

La espalda de papá se estampó en la carretera, dentro de la zona de esa jaula invisible, produciendo un enorme boquete en el asfalto, del inmenso golpe.

―¡Papá! ―chillé, horrorizada.

Pero ya no pude ver ni decir nada más. El interior de la barrera se hizo invisible también para mí, solamente se veía la carretera vacía, como si nada estuviese ahí, como si no ocurriese nada en ese sitio.

―¡Noooo! ―grité, observando esa horrenda estampa.

Seguro que mis padres estaban chillando y luchando para llamarme y venir a mí, pero tampoco pude escuchar nada.

Esa fuerza extraña me arrastraba a toda velocidad por el aire, y cuando llegué a la zona boscosa, el grueso látigo negro hizo que esquivase los árboles. Mi cuerpo se zarandeaba con brusquedad entre los troncos, y tuve que sujetar mi vientre para amortiguar un poco esos fuertes movimientos mientras chillaba.

Entonces, por fin pude ver quién me estaba arrastrando.

Su casaca negra y esa capucha que le tapaba la mitad del rostro eran su sello. Sí, era la sombra. El fiel sirviente de Razvan, su mano derecha.

Me di cuenta de que él no estaba reduciendo la velocidad de su tirón, ni siquiera por mi estado, así que me iba a estampar contra su pétreo y duro cuerpo. Eso sería como estrellarme contra un muro de roca, un muro de roca que machacaría a mi abultada barriga, a mi bebé…

JACOB Y NESSIE NUEVA ERA II (Comienzo 2° parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora