ESTO DEMUESTRA QUE NO SOY UN DIOS, COMO OTROS SE PIENSAN

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―¡Desadte de la barrera! ―voceó Nikoláy―. ¡Yo me encargo de la semihumana!

¡Y una mierda! ¡MI ÁNGEL, MI HIJO,  ERAN INTOCABLES!

La ira que sentía dentro ya era un volcán que escupía lava incandescente, y como tal, ésta salió disparada hacia fuera, en una erupción brutal, haciendo estallar mi círculo de luz brillante, que se volvió de un abrasador fuego al instante y se abrió desde mí hacia todas partes, en redondo, explotando como una bomba nuclear.

Esa candente y calcinadora onda expansiva se extendió a una velocidad increíble, incluso yo mismo me sorprendí, y comenzó a barrerlo todo, devastando toda cosa maléfica que se encontraba a su súbito paso.

Y empezó con la barrera de Razvan. Se la llevó por delante, arrollándola por completo, reduciéndola a un simple polvillo que fue arrastrado por el propio viento de la explosión.

Pero ahí no terminó el asunto.

Esos asquerosos magos no tuvieron ocasión de chillar, ni siquiera tuvieron tiempo de ver lo que pasaba. Bueno, me habría gustado que hubiesen sufrido, pero la verdad es que en estos momentos me importaba una maldita mierda. La onda expansiva llegó acto seguido a ellos y les pulverizó de inmediato, reduciéndoles a cenizas. Y ahora sí que estaba seguro de que eran ellos, en carne y hueso. Lo supe porque mi espíritu de Gran Lobo así me lo hizo saber, y porque esas cenizas se prendieron en fuego mientras caían, emitiendo unos espeluznantes chillidos como las ratas cuando son atrapadas por una trampa. Todo mi ser se llenó de satisfacción por haber terminado con tanta maldad, y parecía que sí habían sufrido algo. Sus putrefactas cenizas cayeron al suelo, ya apagadas, y los quejidos también cesaron. Nikoláy y Ruslán ya estaban muertos. Pero la potente y destructora onda continuó su devastador y vertiginoso recorrido por el bosque, perdiéndose, incluso, de mi vista.

Nessie se percató de mi presencia al instante, en cuanto la barrera desapareció. Alzó ese desgarrador rostro y clavó sus ansiosos ojos llenos de tortura en mí, sin dejar de acariciar su ensangrentado vientre.

―Jake… ―murmuró, sollozando y respirando con agitación y más que angustia.

La herida de su barriga ya estaba un poco más abierta, pero la fisura de la bolsa luminosa que envolvía al bebé se resquebrajó. Algo negruzco empezó a rodear a Anthony, como si quisiera estrangularle o asfixiarle, y su pequeño corazón empezó a latir más despacio.

―¡Nessie! ―gritó Alice, horrorizada, cuando la vio.

―¡NOOOO, MI BEBÉ! ―bramó Nessie, observando su barriga con terror otra vez.

¡NO! ¡ANTHONY!

Sentí varios jadeos de horror a mis espaldas.

Iba a correr hacia Nessie, mi garganta ya gemía de dolor, mi alma ya se estaba desgarrando, pero de repente, sentí otra palpitación y me detuve. Creo que Alice también se dirigía a Nessie, pero Carlisle le interpuso su brazo al verme y ella se paró, llevando la mirada hacia mí.

Nessie lo vio en mis ojos y su rostro, empapado en lágrimas, se llenó de esperanza de inmediato. Sí, podía hacerlo, lo sabía, lo sentía dentro de mí, era un remolino intenso y mágico que se revolvía en mi interior, clamándome salir.

Y no perdí más tiempo.

Bajé la vista hacia Anthony y me concentré en su dorada y luminosa alma. Esta vez no erigí un círculo brillante, ni una elipse, sino que un chorro fulgurante y lleno de energía salió de mis entrañas y se dirigió hacia Nessie como si de una estrella fugaz se tratase.

Ella cerró los ojos y jadeó con intensidad cuando el chorro envolvió su vientre. No sé qué ocurrió en su barriga, porque una luz cegadora estalló ahí dentro y nos impidió verlo.

JACOB Y NESSIE NUEVA ERA II (Comienzo 2° parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora