No pude pegar ojo en toda la noche. Mi cerebro era una ensalada compuesta por un poco de nerviosismo, otro de inquietud, un manojo de histerismo y un trozo de angustia, todo ello aliñado con esta enorme preocupación, incertidumbre, ansiedad… En fin, una ensalada completa cuyos ingredientes principales eran Nessie y Anthony.
Toda la manada habíamos descansado en nuestra forma lobuna, aunque ninguno de nosotros pudo dormir. Con tanto chupasangres non grato alrededor era imposible.
Pusimos las patas en marcha enseguida, una hora antes de que fuera a salir el sol. Por supuesto, todos los vampiros ya estaban pululando por allí. La Pitufina se acercó a Doc y supuse que era para hablar de la batalla, así que me fui a la arboleda a cambiar de fase y me acerqué a ellos en mi forma humana.
―¿Estáis organizando los grupos? ―quise saber, nada más llegar.
―Así es ―asintió Carlisle.
―Vale, quiero a cuatro de mis lobos en cada cueva ―propuse, firme―. Da lo mismo la repartición, todos son buenos luchando.
La rubia canija puso mala cara, pero no abrió el pico. Chica lista. En cambio, Quil y Paul se quedaron encantados con mi contestación, levantaron sus cabezotas, todos contentos.
―De acuerdo ―asintió Carlisle. Luego, siguió con lo que estaban hablando―. Como acordamos ayer, la segunda y tercera cueva estarán cubiertas con un grupo de once miembros cada una, mientras que la cuarta cueva lo estará con un grupo de doce ―empezó a explicar―. Nosotros somos once, por tanto, tocamos a tres en la segunda cueva y a cuatro en cada una de las dos restantes. Nuestro aquelarre y nuestros amigos hemos pensado en repartirnos de la siguiente forma: Teresa, al ser la que menos experiencia tiene, estaría en la segunda cueva, junto con Ezequiel y Eleazar; la tercera cueva estaría cubierta por Garrett, Kate, Esme y yo; y la cuarta cueva por Jasper, Alice, Rosalie y Emmett.
Este último sonrió con satisfacción, por haberle puesto en la última cueva.
―Gracias por situar a Teresa en el primer grupo, Carlisle ―le agradeció el mago.
―Sí, gracias ―le acompasó ella, sonriendo al doctor.
―De nada ―asintió Doc.
Ezequiel y Jasper le habían enseñado alguna técnica de lucha, bueno, nada reseñable, solamente elementos de autodefensa y cosas por el estilo, y encima, Teresa era tan afable, que se le daba fatal eso de pelear. Le daba pena todo el mundo, y así no íbamos a ninguna parte. Yo me había pasado mi desvelo entreteniéndome con ese panorama.
―No tenemos ningún inconveniente en vuestra organización ―aceptó la Pitufina, con sus aires petulantes de siempre―. Nosotros nos distribuiremos de la siguiente manera: Demetri, Gustavo, Fabio y Habika estarán en la segunda cueva ―los nombres que no conocía eran de los matones de Thiago, el último de la Naomi Campbell, claro―; Thiago, João y André estarán en la tercera; y Alec, Felix, Enguerrand y yo en la cuarta.
―Bien ―aprobó Carlisle.
―Espero que la palabra de Aro se cumpla y Ezequiel sea incluido en el tratado ―le advertí a la rubia enana.
La había escuchado hablar con él cuando le había llamado con su móvil, anoche, y después ella me había comunicado que su maestro daba su palabra.
El mencionado y Teresa la miraron, expectantes.
―Ya te lo dije. Aro será infinitamente indulgente en este caso, dadas las circunstancias y tus condiciones ―me confirmó ella, no sin una pizca de resentimiento y disconformidad―. Mi maestro ha dado su palabra, y él siempre la cumple.
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JACOB Y NESSIE NUEVA ERA II (Comienzo 2° parte)
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