Hoy Jake y yo habíamos quedado en ir de caza por el bosque de mi familia. Hacía bastante tiempo que no me alimentaba de sangre, y me apetecía, la verdad. En los bosques de La Push estaban bastante ocupados con todos esos vampiros nómadas, así que decidimos ir a territorio Cullen, había más tranquilidad.
Terminé de vestirme con ese chándal viejo, me puse las deportivas y bajé al vestíbulo, donde ya me esperaba Jacob.
―¿Ya estás?
―Sí ―le respondí, sonriéndole y dándole un beso corto, gestos que él correspondió.
Me cogió de la mano, abrió la puerta y salimos de casa. Nos dirigimos al garaje, donde nos montamos en el Golf, y cuando atravesamos todo el sendero que llevaba a la carretera de La Push, Jake aceleró.
―Voy a llamar a Helen, a ver cómo se encuentra Ryam hoy ―dije, sacándome el móvil del bolsillo.
Yo no había sido la única que había cogido esa dichosa gripe. Helen, Ryam y Brenda también la habían pillado, contagiados por las gemelas. Además de eso, algunas de mis amigas habían sufrido una gastroenteritis en los días finales de la enfermedad. Al parecer, el virus, aparte de la tos, también venía acompañado, en algunos casos, de vómitos y diarreas. A mí la gripe me duró cuatro días y no tuve tos ni gastroenteritis, por ser mitad vampiro, pero a mis amigos les duró una semana entera, y pasados más días todavía arrastraban las consecuencias de ese fuerte virus. Sobre todo Ryam, que no sufrió la gastroenteritis, pero cuya tos no cesaba. Helen ya empezaba a preocuparse.
―Si ese idiota no fumara tanto, no estaría así ―farfulló Jake.
Yo sabía que Jacob también estaba preocupado por él, porque en el fondo lo consideraba su amigo. Sí, se llevaban fatal y estaban con ese toma y daca todo el día, pero eso era parte de su juego.
Marqué el número con rapidez y me coloqué el aparato al oído. La voz de Helen no tardó en sonar.
―Hola, Ness.
―Hola. ¿Cómo va todo? ―le saludé.
―Ah, muy bien. La tienda va viento en popa.
Desde hacía tres meses, Helen tenía una tienda de ropa gótica en Port Angeles. Después de su intento fallido por sacarse una carrera, había optado por lo que realmente le gustaba: el estilismo. Así que tenía una amiga casi peluquera y otra que ya tenía el título de estilismo. Las dos a mi disposición.
―Me alegro. ¿Y qué tal va Ryam? ―le pregunté.
―Está mejor ―declaró, para mi alivio―. Ya no tiene tanta tos.
―Genial.
―Oye, tengo que dejarte, que me ha entrado una clienta ―me anunció, hablando con prisas.
―Vale, no te preocupes.
―Hasta mañana, muchos besos ―y se puso a darme besitos por el móvil.
―Hasta mañana ―me reí.
Y colgamos.
―Así que ese idiota ya está mejor, ¿eh? ―escuchó Jacob.
―Sí, tranquilo ―sonreí, guardando el móvil en la guantera.
―No, si a mi me da igual ―disimuló, echando un vistazo por su ventanilla.
Solté una risilla y seguimos la marcha, escuchando la música del estéreo.
Después de recorrer la carretera de La Push, transitar por Forks y pasar parte de la autopista, nos desviamos por el sendero que conducía a la casa de mi familia. Me pasé esa parte del trayecto mirando el paisaje por la ventanilla, observando los pájaros que cantaban en las ramas de los árboles y que revoloteaban por sus copas.
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JACOB Y NESSIE NUEVA ERA II (Comienzo 2° parte)
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