¿QUÉ PUEDES HACER CUANDO TUS TRIPAS SON UN MANOJO DE NERVIOS?

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= JACOB =

Nessie ya se había ido hacía un buen rato, pero yo seguía mirando con cara de idiota esa pendiente por la que Edward, Bella y ella habían bajado. Todavía no podía creerme lo que acababa de hacer, había dejado que ella se separase de mi lado. Maldita sea. Esto no me gustaba nada. Pero, ¿qué iba a hacer? ¿Qué más opciones tenía? Carlisle había dicho que esto era peligroso para ella, para el bebé, y tenía razón, este no era sitio para una embarazada de casi ocho meses, y menos lo que habíamos venido a hacer, así que tenía dos frentes delante de mis narices, a cada cual peor. Por una parte, el embarazo correría peligro si Nessie se quedaba con nosotros en esta batalla, pero, por otra, también sabía que ella y el bebé no iban a estar tan protegidos si yo no estaba con ellos, lo sabía a ciencia cierta, como sabía que encima de esas nubes que cubrían el cielo estaba el sol. Y ahora, después de verla partir, esto me martilleaba los sesos sin descanso, porque seguía sin gustarme un pelo esta separación. Sí, vale, solamente iban a ser unas horas, pero malditas horas. No, no me gustaba nada, esto era un error. Mierda. Menudo dilema tenía encima.

Estaba histérico, y eso comenzó a notarse en mis pies. Empecé una caminata nerviosa, impaciente y neurótica que me llevaba de aquí para allá mientras mi mano enganchaba mi pelo con una mezcla de angustia y malestar. Comencé a sentir una incertidumbre que incluso me revolvió las tripas. No sé por qué, pero presentía que esto era un error. Tendría que estar con ella, era lo mejor, lo sabía…

―Tranquilízate, Jacob ―me pidió Doc―. Hemos hecho lo correcto.

Yo no estaba tan seguro…

―Mirad quién viene ahí ―dijo Emmett, echando un vistazo a uno de sus lados.

Leah les dedicó un vibrante gruñido, todavía no les había perdonado.

No muy lejos, unos conocidos chupasangres se acercaban a un paso ligero. Eran Thiago y su grupo de matones, todos ataviados con unas levitas sin botones de color marrón oscuro que les llegaba casi hasta las rodillas y que hacían juego con los pantalones, de la misma tonalidad y textura. Supuse que sus ropas eran de ese color para camuflarse mejor entre los troncos de los árboles. Sin embargo, algo captó mi atención, haciendo que mis cejas cubriesen mis ojos con extrañeza. Esta vez no eran cinco, sino seis.

Enseguida supe de quién se trataba ese sexto. Era ese contacto que Thiago había utilizado para espiarnos, ese que era capaz de mimetizarse con el medio que le rodeaba. Edward había dicho una vez que Thiago le había prometido un puesto en su grupo a ese contacto si cumplía esa misión. Y la había cumplido, claro. Machaqué las muelas, mira tú por dónde iba a tener la oportunidad de decirle cuatro cositas a ese miserable. Y encima no estaba Edward para incordiarme. De lujo.

Pude fijarme mejor en todos ellos cuando se acercaron a la Pitufina para hablar con ella. Mis cejas pasaron a arquearse hacia arriba con sorpresa. Vaya. Ese matón extra en realidad era una matona. La chupasangres tenía pinta de ser africana o algo así, y su pelo, el cual llevaba recogido en una ancha trenza azabache que le llegaba a la mitad de la espalda, presentaba ese cardado tan habitual en esa raza. Sus ojos eran rojos, como los del resto, y era muy delgada, aunque bastante alta, por lo menos mediría un metro ochenta. Parecía una modelo de esas de las pasarelas. No tardé en encontrar un mote para ella: la Naomi Campbell. Los demás seguían igual de feos que siempre. Estaba el de la trenza larga, el del pelo rizado y corto, el del pelo también corto, aunque liso, y el que llevaba los pelos a lo Eduardo Manostijeras y daba la impresión de estar completamente tarado. Todos ellos con su cabello oscuro y sus ojos rojos de rata.

Thiago le dijo algo a la Pitufina al oído y ella sonrió con una satisfacción que no me gustó nada. Los demás, incluida la Naomi Campbell, se dedicaron a clavarme agujas con la mirada. Menuda panda de idiotas, como si a mí me importara. En estos momentos mi mente solamente tenía una obsesión: Nessie y mi pequeño Anthony. Todo lo demás sonaba hueco en mi cerebro. Aún así les complací con una miradita de bienvenida, más que nada para que no se pensasen que me daban respeto o algo así.

JACOB Y NESSIE NUEVA ERA II (Comienzo 2° parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora