Un Mundo Sin Ti [[[2ª TEMPORADA]]] [CASTELLANO]

~CAP 18~CONFESIÓN DE TEMOR

POV ASTRID

Esto se nos está yendo de las manos.

Tengo que hacer algo.

La última semana, Hipo y Ashley apenas se han separado. Cada vez que intento acercarme a Hipo, ella se lo lleva lejos y se pone a charlar con él de nuevo.

Hipo siempre pide disculpas, pero solo lo veo riéndose con ella y charlando libremente.

Pero no, esta noche no, en la cena trataré de que me preste más atención o de lo contrario tendremos que hablar seriamente.

–Grrrrr... –gruñó mi dragona, siendo consciente de que algo me sucedía.

–No te preocupes, Tormenta. Esta noche todo se solucionará.

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POV HIPO

¿Por qué Astrid me está mirando tan raro?

Cada vez que levantaba momentáneamente la mirada del plato, la veía mirándome. No sabría diferenciar esa expresión. ¿Enfado? ¿Tristeza? ¿O duda?

–¿Se sabe algo de Ahozaven? –preguntó Estoico.

–Nada. –respondió Patapez– Barrilete y yo hemos hecho las últimas patrullas y no hemos visto nada fuera de lo normal. –

–Entonces, ¿ya no nos buscan? –preguntó Brusca.

–Claro que sí. Solo... No nos encuentran. –respondí algo pensativo.

Sinceramente, hace unas semanas tenía claro que nos encontrarían con facilidad. Sin embargo, nadie ha venido ni nos ha visto.

–Bah, –intervino Ashley despreocupada– seguro que ya se han olvidado de nosotros. –

–Perdón, ¿nosotros? –preguntó Astrid con cierta molestia.

Oh, no. Aquí empieza de nuevo.

–Hey, hey. ¿Hemos decidido ya quién se encargará de la próxima patrulla? –intenté desviar el tema.

–¡Tú ni siquiera estabas ahí cuando sacamos a Hipo de allí! ¡Solo has querido entrometerte en su vida para tratar de manipularle! ¡No eres más que una...

–¡Astrid, basta! –exclamé cansado del tema.

Todos quedaron incrédulos. Admito que yo también. Jamás había gritado antes a Astrid. Y menos como una orden. Incluso ella me miraba ahora atónita.

–Astrid, tienes que controlarte. –dije manteniendo toda la calma que podía– No puedes atacar a la gente porque sí, de repente. Ella solo ha venido a ayudar.

–¿A ayudar? –soltó una risa sardónica– Bien, Hipo. Piensa lo que quieras. De todos modos, aunque te lo volviera a repetir, es como si le estuviera hablando a una pared. –se levantó...y se fue.