Un Mundo Sin Ti [[[2ª TEMPORADA]]] [CASTELLANO]

~CAP 4~UN DESCONOCIDO...NO TAN DESCONOCIDO

POV NARRADOR

Abrió mucho los ojos, mientras una oleada de recuerdos invadía su mente. Había tratado de olvidar todo lo ocurrido los últimos meses. Había tratado de olvidar su estancia en Mema.. A Camicazi... A todos. Y, sin embargo, a pesar de haberle conducido hasta la miseria, ahí estaba. Su padre. Yendo hacia el nuevo hogar de Hipo.

Y no venía solo. Con él estaba Bocón, Finn y... alguien desconocido para los jinetes.

Aterrizaron en el barco y se bajaron de sus dragones.

—Hola, hijo. —saludó con un punto de tristeza en la mirada desde su dragón.

Hipo no contestó ni le miró. Solo acariciaba suavemente la cabeza la Desdentao para evitar mirarle.

—¡Tío Finn! ¿Qué haces aquí? —preguntó Astrid algo emocionada yendo hacia él.

—Mi pequeña guerrera... —dijo estrechándola en sus brazos con cariño—Hemos traído recursos. Pensamos que necesitaríais, después de todo.

—Hola, Bocón. —saludó Patapez sonriente.

—¿Todo bien, chicos? —preguntó pasando su mirada por todos.

—Por ahora sí.—respondió Heather—No hemos visto a nadie cerca de nuestra isla.

—¿Tenéis una isla?—preguntó asombrado el anónimo, incluyéndose en la conversación.

Todos posaron su mirada en él.

—¿Y tú eres...?—dijo Chusco exigente, pero sin ser muy brusco.

—Me llamo Derek Bayle. —dijo el hombre de barba corta y marrón, con ojos azules.

Hipo pensó que su rostro le resultaba familiar... Pero no lograba acordarse por qué.

—¿Podríais enseñarnos esa isla vuestra?—preguntó Estoico curioso.

—Pues claro, jefe. Vamos.—respondió Chusco animado y se subieron a los dragones.

Mientras volaban de vuelta al Confín, un jefe vikingo no despegaba su mirada de su extrañado hijo al que sabía que debía mucho. En cambio, Hipo no le dirigió la mirada en ningún momento. Se mantuvo firme hacia delante, con las cejas fruncidas.

Al aterrizar, los nuevos invitados no pudieron contener una mirada de asombro e incredulidad al ver todo lo que los jinetes habían hecho en unos pocos meses. Daban vueltas sobre ellos, contemplando cada parte del lugar.

—¿Todo esto lo habéis hecho vosotros?—preguntó Finn estupefacto.

—Sí.—respondió Astrid con una sonrisa orgullosa.

—Lo llamamos...—

—¡El Confín del Dragón!—exclamaron los gemelos haciendo una entusiasmada presentación.