En una avenida grande y concurrida, del centro de Lima, se encuentra un restaurante y cafetería con temática de dos viejas casonas, adornadas con flores y tallados hermosos. Este lugar es visitado por toda clase de personas. Desde diputados, que van a almorzar, ya que el Congreso de la República está cerca, hasta extranjeros que disfrutan de las delicias que preparan el personal de cocina, que conociste en Don Fabián y Doña Margarita. El buen señor de unos 68 años se encarga de dirigir el restaurante con las viejas recetas familiares y su esposa de unos 65, se centra en la cafetería enseñándole a sus dos reposteros, Cecilia y Jordan todo lo que sabe para que continúen con el negocio, después de ella, ya que son familia. Además, cuentan cada uno con un mesero; en el restaurante con Verónica y en la pastelería con Fabrizio.
Pero por la creciente de la clientela, habían decidido contratar a dos personas más.
Cuando Israel, hijo adoptivo de los señores y principal colaborador de Don Fabián en la cocina, les dijo que conocía a dos muchachas que podrían tomar los puesto, ambos no lo pensaron y decidieron darles la oportunidad.
— Pero primero deberíamos ponerlas a prueba, ¿no creen? —aconseja doña Margarita.
— Claro, ¿cuando podría decirles que vengan? —pregunta Israel.
La señora lo piensa con cuidado y da una idea:
— ¿Qué les parece que venga un martes? Es un día en el que no hay tanta gente, así no se sentirán abrumadas y podrán ir aprendiendo.
— Si es que se adaptan —objeta Don Fabián.
— Exacto —concluye la señora.
Israel, desea que les den el trabajo, porque quiere ayudar a Elisse y de alguna manera... Volver a estar cerca de ella. Nunca se olvidó de ella y tenía cierta curiosidad de como se veía después de dos largos años. Sin embargo, sabe también que sus abuelos son exigentes y que de buenas a primeras no les pondrán las cosas tan fáciles, por lo que decide hablar primero con Elisse y darle todos los alcances acerca de lo que debe y no hacer.
— Así podrías asegurarte el puesto —le dice a la chica por teléfono.
— Tienes razón... Pero, ¿tan difícil es? Ay no, ya me pusiste nerviosa. Tengo miedo de estropearlo todo —le dice Elisse con un tono de voz nervioso.
— No, no, no tengas miedo, es justo por eso que yo quiero ayudarte —le responde él.
Elisse lo piensa desde el otro lado del teléfono:
— ¿Y qué tal si rompo algo costoso o hago algún desmadre... Ay perdón, digo desastre —rie nerviosa— que horrible mi léxico.
Desde donde están Jack y Erik se pegan la frente con la palma abierta.
— No te preocupes, a mí no me molesta —rie él— pero sí, tal vez deberías tener más cuidado en el futuro cuando se trata de los clientes —dice lo último con todo el tacto que le es posible.
— Claro... —sigue nerviosa.
Israel, toma aire y esta vez de forma más directa, por fin consigue preguntarle.
— Entonces... ¿Te parece si nos vemos antes de la entrevista?
Su corazón late rápido. Ahora es él el que está nervioso.
— Mmm ya... Creo que estaría bien —le responde ella.
Él no sabe cómo, pero logra contener su emoción. Y lo más natural posible le responde:
— Ah, genial —sonriendo por dentro— ¿Dónde y cuándo te es posible?
— Ah, no lo sé, tú me dices y yo normal. Estoy disponible a cualquier hora la verdad. Claro, menos en la noche —rie ella nerviosa— jajaja eso sonó tan raro.
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Mi Loca Mente Y Yo
RandomElisse es una chica aparentemente normal, ha pasado por momentos difíciles y eso la ha vuelto algo fría y desconfiada, hasta que reaparece en su vida un viejo amigo de la infancia que pondrá su mundo de vuelta y media, con lo cual ella tratará de li...