Cap. 9: Dime que todo estará bien

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Son las 6:41 minutos.

Eban mira el reloj y lo primero que le viene a la mente después de haber limpiado toda su habitación y haber terminado su tarea, es... Elisse. No le escribió ni un solo mensaje.

— Soy de lo peor —se jala el cabello hacia atrás y nota que está sucio— Necesito urgente un baño y verla a ella —mira su puerta y sonríe— Mi Lisse, debe estar furiosa.  Le compraré una hamburguesa a esa loca y se le pasará. No hay nada que la haga más feliz, que la misma comida —se mete a su cuarto de baño y empieza a desvestirse.

Abre el grifo y el agua fría empieza a caer. No le gusta, pero sabe que la necesita para despejarse y refrescar cada una de sus ideas.

Su cuerpo había cambiado mucho desde que se mudó. Estaba más alto, más fuerte, pero igual de delgado, sin embargo... Creía tener buen físico, al final años de hacer natación, habían hecho lo suyo.

Al terminar de ducharse. Se coloca la bata y toma un pequeño periodo de tiempo para arreglarse. Se cambia, con una casaca negra, sus zapatillas deportivas, y un polo blanco casual.

Antes de salir, le da aviso a su padre, toma las llaves y sale corriendo, aún con el cabello mojado, hasta la casa de su amiga.

Toca la puerta y la madre de Elisse la abre con vehemencia, su mirada esperanzada se desvanece y una de desilusión la reemplaza, para después transformarse en una de miedo y desesperación.

— Eban... Si tú estas aqui... ¿Dónde está Elisse?

Ahora, él está corriendo. La busca en un lado y luego en otro. En sus escondites, sus lugares favoritos, los lugares a los que va cuando no tiene dinero, cuando está triste, molesta, o simplemente cuando quiere estar sola. Hasta en el mercado, el parque, la cafetería cerca a la universidad y prácticamente todo el distrito.

Han pasado horas y ella no aparece. Son más de las díez. Y nadie sabe nada de Elisse. Los minutos parecen volverse cada vez más tensos.

Hasta que en la puerta de la casa, empiezan a sonar golpes. Ahí, en el juego de muebles antiguos, están sentados, Eban, la madre de Elisse y su padre, que había podido conocerlo en ese momento tan extrañamente emocional. Todos se sobresaltan y la madre de Elisse va corriendo a abrir.

Es ella.

— Hija —la abraza con fuerza— Gracias a nuestro señor Jesucristo. ¿Dónde carajos estabas? ¡Mira la hora a la que llegas y yo no estaba ni enterada de a donde ibas! Pensé que algo malo te había pasado

— Lo siento mamá... Aún no me siento bien... ¿Puedo ir a mi cuarto?

— No me has respondido, ¿dónde has estado?

— En un hospital, desmayada. ¿Es lo que querías saber? Perfecto, me voy a mi cuarto.

La madre de Elisse reacciona de mala manera y la toma por el brazo.

— No te he permitido que me hables de esa manera antes y menos ahora, Elisse —la arrastra hasta el sofá y la tira con brusquedad, haciendo que ella se siente aparatosamente— tu amigo esta aquí, no me obligues a hacer algo que te avergüence —le advierte con una mirada severa.  

Todos están callados

— ¡Muy bien! ¿Quieres saber que me pasa? ¡Bien! ¡Te lo diré! Walter, la basura que me engañó con la maldita de Vanessa, me está pidiendo regresar cuando yo ya no quiero nada de él, me siento asfixiada por su preferencia a tal grado que hasta mi cabeza se ha bloqueado en los estudios y siento que entre una cosa y otra voy a enloquecer. Quería que mi mejor amigo, o sea tú —señala a Eban— me apoyará en este momento difícil y justo cuando por fin te iba a explicar todo lo que estaba sintiendo, me sales con que te vas al baño y desapareces, yo me preocupo y luego no recibo ni una maldita llamada tuya para saber, si por lo menos estás bien. Me preocupe por ti y ahora veo que es por las puras. Y tú mamá, justo cuando pensé que por fin podría contar con tu apoyo emocional en este el peor momento, me sales con que llamaste a este sujeto, que ni siquiera se digno a firmarme cuando nací. Por lo tanto, usted señor extraño, no se llame mi padre —lo señala ahora a él— usted no es nada mío. Así que puede irse por el tuvo de desagüe si quiere, pero larguese y devuélvase por donde vino.

Mi Loca Mente Y YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora