Cap. 33: Sentimientos

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El calendario empieza a correr, los días de marzo pasan cada vez más rápido, Elisse sigue trabajando con esmero y dedicación, tiene ciertos roces involuntarios con Verónica, que cada vez se esfuerza más para quitársela del camino, pero la buena actitud de Elisse y su perseverancia, hace que ella misma prevenga las tácticas para hacerla quedar mal de parte de Verónica y salga invicta.

Llegan los jueves, Israel y Elisse ya no solo se limitan a interactuar en el trabajo, sino que en cada cita hacen algo nuevo y divertido. Aunque ahora, van también con ellos Walter y Oriana.

- ¿Ustedes están saliendo? –les pregunta Elisse.

A Oriana inmediatamente se le suben los colores a las orejas. Walter se ríe un poco ante este gesto y la abraza.

- Descubrimos que tenemos mucho en común –mira con cariño a Oriana, la cual enrojece aún más- cuidarte de ese idiota es una de ellas –señala a Israel, que está en un lado apartado comprando un poco de comida.

Elisse los mira con cara seria al principio, pero luego ríe y en tono de juego les dice:

- Ya era hora, hace rato que se notaba que ustedes se gustaban –además ¿creen que soy tonta? –se acerca a su prima con una pícara sonrisa- Sobretodo tú señorita, hace tiempo que sabía que esas largas conversaciones por teléfono y los chats en las madrugadas, eran con este tonto –mira a Walter- Hay de ti que le hagas sufrir de alguna manera, yo misma me encargaré de…

De pronto aparece Israel interrumpiendo lo que Elisse iba a decir:

- Aquí están los anticuchos –en una bandeja él les lleva los cuatro platos y se los reparte- iré a devolver esto –lleva la bandeja al carrito de la señora que le vendió la comida.

Walter mira a Elisse, le pide a Oriana que agarre un momento su plato y tomándola de ambos cachetes, le dice:

- No hará falta que hagas nada señorita Pig –la suelta- tan solo la duda ofende amiga.

Elisse lo mira con enojo y le replica:

- No me hagas hablar.

- Pasado, pisado y enterrado –le sonríe él- ahora todo es diferente.

Elisse se queda pensando, mira a su prima y también sonríe:

- Tienes razón… Ori, estoy feliz por ti. En realidad, por ustedes.

Oriana bota aire con alivio y le dice con cara de culpa:

- ¿En serio? Ay es que yo me sentía tan mal, porque sé que Walter es tu ex y es tan raro, pero las cosas se dieron y yo rompí un código y…

Al notar el estado de ánimo de Oriana, Elisse se acerca a su prima y la detiene diciéndole:

- Ey, no pasa nada –Elisse la mira con ternura y pone su mano en su hombro en señal de comprensión- Hace más de un año que él y yo no tenemos nada que ver en ese sentido, cerramos la página y ahora somos amigos, incluso yo llegue a sentir algo por otra persona y lo superé. Y aunque al principio tenía mis dudas sobre las intenciones de este sujeto –se da la vuelta y mira a Walter con cara de falsa desconfianza- al final me di cuenta que es una gran persona y que había cambiado. Que ahora si podríamos ser amigos y por ende… Ambos somos libres de estar con quien queramos ¿A quién le importa esos estúpidos códigos? Nadie es dueño de nadie. Sena felices y quiéranse, pero eso sí, si se lastiman entre ustedes, juro que los haré pagar –les dice a ambos señalándolos en tono amenazante.

Elisse no se había percatado de la presencia de Israel, mirándola con cariño y admiración mientras ella hablaba. Walter y Oriana tampoco, porque estaban concentrados en las palabras de la chica.

De repente, Israel empieza a comer y recién se percatan de su presencia:

- Lo siento, no quise interrumpir –dice apenado.

- ¿Qué haces sentado ahí? –le pregunta riendo Oriana.

- ¿Estoy comiendo? –dice inocentemente Israel.

- No idiota, ella se refiere a porque te quedaste en un lugar apartado en lugar de unirte a la conversación –no aguanta la risa también  Walter.

- Es que se escuchaba como algo muy personal –se excusa avergonzado él.

Elisse hace un gesto de negación, moviendo la cabeza y todavía riendo.

- Tú ya eres parte de nosotros Israel, no tienes que esconderte, puedes preguntarnos lo que quieras –se sienta junto a él y le siguen Oriana y Walter.

Ahora todos empiezan a comer:

- Cielos, ¿cómo es que esto está muy bueno?

Pasan más días y los domingos en las noches también son excusas para que Israel vaya a visitar a Elisse a su casa. Toda su familia lo recibe con cariño, incluso hasta el mismo Frank, que en un inicio lo quería bien lejos de su prima, pero cuando congeniaron, él mismo le decía a su prima:

- Ni se te ocurra jugar con sus sentimientos, ese tipo es una buena persona –le dice en tono de broma, pero hablando en serio.

- Baboso –le tira la puerta de su cuarto en la cara Elisse.

Israel jugaba con Frank, Walter y hasta con Ian en una cancha de futbol cercana, mientras Elisse, Oriana, Elena y Norma los observaban contentas. Incluso algunos chicos de la cuadra se les unían en el juego, por su buen carácter y humildad. Él era un buen deportista por su condición física y concentración al hacer cada jugada.

Y cuando no estaban en el futbol, buscaban algún juego de mesa en casa. Eran muy divertidos y felices esos momentos. Elisse los contemplaba y los atesoraba con cariño en su memoria.

Hubo un momento en el que Israel quiso regalarle flores a Elisse, porque había observado que ella doraba las plantas. Tenía un pequeño jardín frente a su casa, el cual cuidaba con esmero y dedicación; Elena le había enseñado a amar los seres vivos desde que era una pequeña niña.

La idea parecía perfecta, pero en cuanto se la contó a Walter, él lo detuvo y le aconsejo:

- No. A Elisse no le gusta ver las flores cortadas, para ella es algo así como una crueldad, porque prefiere verlas felices y vivas, creciendo a su ritmo y donde pertenecen –dice Walter con una voz exagerada- Al menos eso es lo que una vez me dijo cuando le lleve flores –se pone a recordar- creo que casi me las tira en la cabeza.

Israel toma nota y le vuelve a preguntar:

- ¿Pero sabes cuáles son sus flores favoritas?

- Mmmm no lo sé… Creo que eran los girasoles.

Israel investiga al respecto y regresa decepcionado con  Walter:

- Los girasoles crecen mejor en verano y se deben plantar en tierra caliente y sin demasiada humedad. Además que el más pequeño mide como un metro de altura. Sería muy complicado hacerlas crecer en marzo, no soportarían el invierno –le pregunta nuevamente- ¿Alguna otra flor? Más accesible y fácil de hacer crecer…

Walter se queda pensando:

- Creo que también le gustan las azucenas, las rosas y los claveles.

Israel vuelve a tomar nota, hasta que finalmente se le ocurre una idea.

En una linda cajita de madre, con un cristal en la tapa, pone diferentes compartimentos donde agrega en cada uno de ellos, semillas de las diferentes plantas que le gustan a Elisse, les coloca sus nombres y le compra un libro de jardinería para poder sembrarlas.

- Sé que no es temporada, pero quise regalarte esto, por… -buscando una excusa creativa- Por el día de la mujer.

Elisse ríe confundida y le responde:

- Pero ya paso el día de la mujer.

- Bueno, si no quieres el presente, me lo llevo –hace el falso ademán de quitarle.

- ¡No, yo no dije eso! –hace el ademán de pegarle en la mano, para que no se lo quite.

Ella mira la cajita y la acaricia con una sonrisa de felicidad en el rostro.

- Es un hermoso detalle, gracias –se le acerca y le da un beso en la mejilla.

La cara de Israel enrojece un poco y quiere gritar de alegría, pero se contiene y solo baja la vista y sonríe tímidamente.

- Me alegra que te haya gustado –dice mirando la calle- ahora podrás tener las flores que desees en cualquier época del año… Y si te apetece, podría ayudarte a sembrarlas y cuidarlas.

- Eso me gustaría –lo mira con dulzura ella.

Ambos están sentados en un muro que está al lado del jardín de Elisse.  Ella no puede dejar de ver conmovida su obsequio y él no puede dejar de sentirse en el cielo por solo el hecho de estar con ella. Todo es perfecto… Al menos para ellos.

No tan lejos, Eban está en una de las tiendas de la calle, comprando algo que su papá le había pedido.

- ¿Es una jodida broma? ¿Por qué tengo ver esto? Es decir, pudieron haber tenido su escena de enamorados, cuando yo no estuviera presente –sin embargo los sigue viendo- Dios  ¿por qué tenía que venir justo ahora? ¿Acaso me estas restregando en la cara la felicidad de Elisse para hacerme pagar por cómo me he portado con ella? –se empieza a cuestionar mientras va caminando en dirección al negocio de su padre.

Sabe que al cruzar nuevamente por ahí, inevitablemente ella lo verá. Al principio le dan muchas ganas de arruinar ese momento, pero en cuanto la ve sonreír feliz, se siente muy mal consigo mismo, por lo que se da la vuelta y toma el camino más largo, rodeando toda la manzana, con tal de no arruinar esa bella sonrisa.

- Si estás mejor con él lo que yo sienta no importa —la ve una vez más y se va.

Pasan más días. Elisse mira hacía su ventana con un suspiro, se siente contenta con todo lo que está viviendo, pero no hay un solo día en el que deje de extrañar a Jack y a Erik.

- Como los echo de menos par de estúpidos –mira hacia el cielo- como quisiera compartir mi felicidad con ustedes.

Oriana entra a la habitación de improviso y le pregunta que esta haciendo, Elisse solo le responde evasivamente, mientras se recupera del susto. Entonces Oriana se olvida de ello y le cuenta que ha llegado Israel y que ha traído una gran sorpresa.

- ¿Una sorpresa?

- ¡Te va a encantar! Sobretodo tú que amas comer –se burla un poco Oriana.

Cuando Elisse baja las escaleras y corre hasta la cocina, queda un poco espantada:

- Ok ¿Qué está pasando aquí? 

Elena, Norma, Frank y hasta Ian están ayudando a cocinar a Israel. La sola imagen de verlos como una familia le vuela la mente a Elisse.

- Estamos preparando comida criolla, ¿no es increíble? –le dice Elena a Elisse- Tu amigo nos enseño una receta genial que ni siquiera mi abuela conocía.

- Yo solo ayudo por la comida –agrega Fank.

Elisse los mira a todos como si se hubiesen vuelto locos.

- A mí me gusta que por fin me dejen ayudar –Ian está sentado en un lado de la cocina pelando alverjitas.

Elisse retrocede con cara de no entender nada:

- Muy bien… Yo iré a… Huir lejos de aquí porque esto me empezó a dar miedo –dice con una sonrisa.

Todos miran a Elisse con extrañeza.

- Discúlpennos un momento

Oriana la lleva a la sala a rastras y le pregunta:

- ¿Qué te sucede?

- ¿Qué, qué me sucede? –le responde ofuscada- ¿En qué momento nos volvimos la familia Ingalls? ¡Nosotros éramos la familia P. Luche!

Mi Loca Mente Y YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora