Cap. 44: Traición

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Era un frío viernes de mayo, se podía sentir el aire húmedo mezclarse con los pocos rayos de sol que iluminaban la mañana. En la puerta del restaurante, se encontraban Elisse, Oriana y Fabrizio. No había nadie más, todo lucia desértico, lo cual llamo bastante la tención de los tres.

- Ok, ni siquiera mi hermana esta aquí, voy a llamarla –anuncia Fabrizio mientras marca el número de Verónica.

- Hace rato era –lo mira con cara de pocos amigos Oriana.

- ¿Así? Entonces ¿por qué no usas tú también tu teléfono preciosa? –ve el gesto obsceno que le hace Oriana con un dedo, mientras le hace caso y ríe un poco, hasta que nota que no hay respuesta del otro celular-  Qué extraño, no contesta –timbrando nuevamente enojado- Maldición Verónica, más vale que no me estés escondiendo cosas otra vez.

Mientras tanto, Elisse también llama a todos los que tiene de contacto, pero nadie le responde. Oriana prueba hacerlo esta vez, y milagrosamente una llamada llega a ser contestada:

- ¿Aló? ¿Ceci? Dios, qué bueno que contestas, estamos en la puerta del restaurante y nos preocupo que… -oye los sollozos de la prima de Israel desde el otro lado de la línea y se empieza a preocupar aún más- Ok, tranquila Ceci, toma aire y dime despacio que está pasando… -Oriana escucha la voz desesperada de la chica contándole lo que sucedió la noche anterior y luego a Jordan tratando de calmarla, cuando la voz se le entrecorta- no puede ser… Dios santo… Está bien, Ceci… Por favor, no llores, dime en donde están para darles alcance –escucha la ubicación, la busca por el mapa de su teléfono y le toma captura a la pantalla- Gracias Ceci, tú tranquila, ya vamos para allá.

Elisse había estado mirando a su prima con cara de no entender nada, pero algo dentro de ella le gritaba: Es Israel. Es Israel, él no está bien…

- Oriana, dime que está pasando…

Elisse nota que su prima empieza a llorar y la toma de ambos brazos para hacerla reaccionar:

- Oriana –a ella le resbala las lágrimas por las mejillas también- ¿Es Israel? ¿Él está bien? Por un carajo, ¡dime de una vez que está pasando!

Fabrizio que hasta ese momento solo había estaba observando, aparta a Elisse de su prima y le recrimina:

- Ya basta Elisse, ¿no ves como esta ella? Dale un respiro para que nos diga que es lo que le dijo Cecilia. Sabemos por su reacción que no es algo grato… Así que dale su tiempo.

- Tú cállate, que no entiendes nada. ME ESTOY MURIENDO DE LA ANGUSTIA porque desde ayer he estado sintiendo que algo no está bien y ella no me responde si Israel está bien o no... Oriana, por favor… ¿Qué le paso a Israel? –ve que ella aprieta los labios y no es capaz de hablar- ¡Habla maldita sea!

Oriana no se contiene más y lo suelta sin pensarlo:

- Israel se estrello con su auto ayer, en medio de la noche y ahorita está en cuidados intensivos después de ser operado de emergencia en la clínica San Clemente, la que está cerca a su casa…

Tanto Fabrizio como Elisse se quedan impactados. Ninguno de los dos se esperaba algo de tamaña magnitud. Elisse no lo piensa dos veces, se da la vuelta y empieza a correr en dirección al paradero. Desde lejos Fabrizio y Oriana le piden a gritos que se detengan, pero ella no los escucha.

En su cabeza, Elisse está pensando en cómo llegar lo más rápido posible hasta la clínica. Piensa en el bus corredor, pero teme que el tráfico termine atrapándola y toma un bus que la lleve a la estación de tren más cercana. Una vez allí, mira el reloj y el panel de llegada de trenes, esta a solo dos minutos de llegar el siguiente tren. Ella ve las escaleras eléctricas totalmente abarrotadas de gente y corre hacia las escaleras normales. Subiendo como tres largos pisos, va jadeando mientras llega hasta arriba. De pronto, ve al tren frente a ella. Se había adelantado un minuto.

- No te dejaré ir –murmura, mientras corre hasta el último vagón y termina dentro un segundo antes que se cierren las puertas.

El viaje de 15 minutos se le hace eterno, a pesar de que sabe que esta era la manera más rápida de llegar. Aún tiene la mochila puesta, llevándola hacia adelante por temor inconsciente de que se la robaran.

- Elisse… Calma, todo estará bien –Erik desde su cabeza trata de reconfortarla- él estará bien.

- Mira quien decidió aparecer justo ahora… ¿Dónde has estado antes Erik? –le dice a su conciencia dentro de ella- Oh es que solo apareces cuando estoy por perder la cabeza…

- Elisse, ya vamos a llegar… No dejaré que te derrumbes ahora. Para eso estoy yo, para ser tu fuerza de voluntad aunque todo parezca absurdamente perdido. Yo… Más que tu conciencia, soy la parte crítica, analítica, fría, valiente y fuerte de tu espíritu.

- Pero yo en este momento… En este momento… No me siento como nada de lo que dices, me siento un fracaso, una idiota, una mierda total. Esto es culpa mía… Yo le hice esto. Si no hubiera discutido conmigo, él no estaría así…

- Sí, Elisse… Es nuestra culpa –sale a la luz Jack, con una expresión que Elisse no conocía en él, hasta que al mirarlo de cerca en plena realidad, como una ilusión frente a ella, nota que tiene el pecho ensangrentado… Como si su corazón literalmente se estuviera rompiendo- Y no sabes cuan miserable me siento por ello… Elisse, recuerda que siendo tu corazón, en metáfora, puedo sentir lo mismo que tú… Pero sabes, justo ahora me siento tan débil y destrozado, que no seré capaz de ayudarte, lo siento… Hoy lo necesitas él –mirándola con tristeza y con una tenue sonrisa desaparece.

Elisse se desespera aún más, sintiendo un hueco en su interior.

- No –murmura, sin importarle que la gente la empieza a observar- No… Jack… Yo sí te necesito.

Llega a su destino y las puertas se abren, sale corriendo sin pensar en nada más. Pero en los tres últimos escalones, la visión le falla y sus pies se enredan entre sí, provocando que caiga abruptamente de cara. Pone sus manos para no lastimarse el rostro, por lo que termina raspada y golpeada tanto en las manos, como en las rodillas. De toda la gente que había observado su fea caída, una señora mayor, vestida sencillamente y con un sombrero, se acerco corriendo a levantarla.
Elisse sentía que le dolían mucho sus dos brazos y sus rodillas. Pero aún así, se intento levantar  rápidamente. Sin embargo, el dolor en las extremidades se lo impidieron.

- No, no hagas eso señorita, te vas a lastimar más. Mira nada más tus rodillas, estas sangrando –la amable señora, la ayuda a incorporarse lentamente- Eso es, despacio… Recuerda que si te caíste fue porque corriste sin pensarlo dos veces querida –esto deja pensando a Elisse y cuando mira a los ojos de la señora, nota que estos brillan de una forma extraña, lo cual la asusta, pero la mujer ni se inmuta- Tienes que aprender a escuchar a tu conciencia Elisse… Él siempre sabe –le sonríe pero luego con una expresión seria le dice- Oh y ten cuidado con la flor de pétalos morados, suele ser mortalmente venosa.

Elisse se queda pasmada, por lo que esta vez no alcanza a decir nada. Nota que la señora empieza a caminar en dirección a los baños y cuando gira hacia una esquina, decide seguirla, pero ni bien llega hacia donde se suponía que debería estar ella, ya no hay rastros de la mujer.

- ¿Qué rayos?... ¿Cómo desaprecio tan rápido? Si era una mujer mayor… Y no la vi correr –Elisse sabe que lo que ha visto es algo sobrenatural- Ella sabía mi nombre y yo nunca se lo dije… Y ¿qué quiso decir con eso de la flor de pétalos morados? -un escalofrió se apodera de su cuerpo y por fin reacciona- No puedo creer que esté perdiendo el tiempo con esto, debo correr a la clínica, está a 7 cuadras de aquí. Yo tengo que llegar si es posible corriendo…

- O mejor tomas un bus que te lleve hasta la misma puerta –la voz de Erik se apodera de ella y toma el control.

Elisse sonríe y dentro de ella sabe por fin que es lo que debe hacer.

Mientras tanto, en la clínica… Israel está conectado a una máquina que lo ayuda a seguir con vida. Mientras él pelea con todas sus fuerzas desde el otro lado, aferrándose a los que ama y dispuesto a vivir para contar la verdad.

- ¿Cómo es que puede estar en coma? Si ayer lo vi, tan bien, tan saludable y encantador como siempre es –dice llorando doña Margarita, aferrada al pecho de su esposo- Oh Fabián, si algo le pasa a nuestro nieto, no me lo voy a perdonar… No lo soportaré –llorando aún más desesperada.

- Ni yo mujer –sintiendo la culpa nacer en sus entrañas.

En un rincón de la sala de espera, esta Verónica junto con Cecilia y Jordan, los cuales están abrazados apoyándose mutuamente. Esta se cansa de ver a la pareja y fingiendo ser comprensiva y amable les dice que irá a comprar un poco de café y les pregunta si también desean. Pero ambos niegan con la cabeza.

- Ok, entonces… Ya vuelvo.

Verónica empieza a caminar en dirección a la tienda que está afuera del hospital, pero antes de pisar la calle, se da la vuelta, toma el ascensor hasta el tercer piso que es donde esta Israel y escabulléndose entre algunas personas que están atareadas, logra llegar hasta donde  está el muchacho.

Lo ve entubado y con la cara hinchada de golpes. Lo mira primero con suma pena y se le acerca lentamente, pero cuando está  sentada junto a él, cambia su expresión por una más burlona.

- ¿Y bien querido Israel? No te piensas levantar de esa cama para contarles a todos la clase de persona que soy –acerca su oído a su boca y luego se aparta un poco- ¿no? ¡Qué bien! Y yo que pensé que tendría que hacer algo para deshacerme de ti, y me libraste del trabajo tú solito. Es increíble –ríe, pero de forma sarcástica- Pero, sabes que es lo más increíble… Que yo tuviera que acostarme con el asqueroso de tu abuelo, para sacarme de encima a esa mosca muerta de Elisse, y que no funcionara… Porque a pesar de todo tú siempre la defendiste y tu abuelo no tenía los huevos para cerrarte la puta boca y hacer lo que yo le pedía… Sabes, yo aún siento cosas por ti, tal vez solo estaba celosa… -se acerca a su cara toca sus labios- Y lo que en realidad quería es… que sufrieras lo mismo que yo… -ella se le acerca otra vez al oído para susurrarle- fue tan bueno lo que tuvimos, que no fue justo como acabo.

Ella se aparta bruscamente y toma aire. Como si tratara de convencerse a sí misma que era más fuerte que sus propios sentimientos.

- Pero ahora eso no importa Israel. Tú me traicionaste por esa rata insignificante de Elisse –mira hacia los cables que lo conectan a él con la máquina, luego a los al redores- Bueno, este es el fin de esta plática. Lástima que no pudieras decir mucho. Te voy a extrañar Israel –se inclina para besarlo en los labios y luego lo mira con cariño para decirle- Adiós, amor.

Para ese momento, Elisse ya había llegado a la clínica. Estaba corriendo desesperada hasta la recepción. Pregunto por Israel dando su nombre completo y todo lo que sabía de él. La señorita, le pidió que primero se calmara, por lo que se vio forzada a hacerlo. Luego, cuando supo hacia donde debía ir, volvió a correr. Llego hasta la sala de espera y allí se encontró con los abuelos de Israel, Ceci, Jordan y…

- ¿Donde está Verónica?

Todos la miran con cara de no entender nada, preguntándose cómo diablos podía preguntar por Verónica, cuando el que estaba grave era Israel. Por lo que el único que pudo responderle fue Jordan.

- Fue a comprar afuera hace como quince minutos, ¿no te la cruzaste? ¿Por qué preguntas por ella?

- Ay no –Elisse siente dentro de su pecho que algo peor está por pasar y que ella tiene algo que ver. Al fin y al cabo, siempre sospecho de ella.

— La flor venenosa de pétalos morados era Verónica.

Elisse no dice nada más, solo corre hasta donde esta Israel, pero por la forma abrupta de cómo entra, los guardias la retienen en la puerta. Ella forcejea y por un instante, logra ver a Verónica cruzando de un cuarto hacia otro.

- No puede ser, ¡si es ella! ¡Suéltenme! Ella le ha hecho algo –tratando de desquitarse con todas sus fuerzas- ¡Tengo que salvarlo!

Los guardias la miran extrañados.

- ¿Qué le pasa a esta chica? ¡Acaso se ha vuelto loca! –dice uno de los guardias tratando de controlarla sin lastimarla.

- Esta con heridas recientes, ¿acaso se habrá fugado de psiquiatría? –le responde el otro.

Ella no aguanta más y patea a uno de los hombres en las canillas y al otro le lanza su mochila en la cara, para luego salir corriendo. Y cuando llega por fin a la ventana desde la que ve a Israel, nota que algo está mal.

- ¡Enfermeras! –empieza a gritar desesperada mientras golpea el cristal de la ventana con ambos puños presa de la frustración, ya que ha visto a los guardias a punto de tomarla nuevamente- ¡Ese paciente está en riesgo! ¡Deben entrar al cuarto!

Otra vez esta sujetada, pero esta vez sin posibilidad de escapar. Mientras dos enfermeras ven la situación y una de ellas decide hacerle caso y entrar a la sala donde esta Israel. Remueve la cortina y nota que la máquina esta desconectada. Inmediatamente se alarma y su jefa para que la ayude. Luego de comprobar lo peor, ambas llaman al doctor a cargo.

- ¡No! ¡Déjenme! Él me necesita –empieza a llorar, mientras sigue peleando.

De pronto, Elisse nota a un joven alto y con el rostro golpeado caminando hacia la puerta… Ella sabe quién es. Aún antes de que él se dé la vuelta y la mire para sonreírle una última vez. Elisse inmediatamente se queda quieta y ambos guardias miran hacia donde está mirando ella.

- Definitivamente esta loca –le dice uno al otro.

Pero ella no escucha, solo observa a quien se había convertido en alguien tan importante para ella y que después de haber sido tan lastimado, simplemente… Se marchaba.

- No dejaré que te vayas Israel… -aguantando las lágrimas, cierra los ojos y se desvanece.

Ahora ambos están en el mismo lugar. No están muertos, pero tampoco vivos. Están en una especie de limbo, del cual ella no sabe cómo pudo acceder, no obstante está lista para pelear por él y traerlo de vuelta.


Mi Loca Mente Y YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora