Cap. 43: Ser valiente

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Era un día jueves, día libre de Elisse y de Israel, pero ese día ambos estaban en el restaurante.

— Esto apesta —le dice el chico a ella— tú yo deberíamos estar en un lugar lindo a esta hora, o yendo a tu casa a pasar el rato, como lo hacemos siempre. Además, extraño a tus primos —Israel le entrega un plato a Elisse.

Ella lo recibe, lo coloca sobre una bandeja y se da la vuelta para acercarsele y decirle:

— ¿Y esto no cuenta como una cita? ¿O tengo que verme más presentable y tú menos enfadado? —le dice ella bromeando.

— Sabes que así te pusieras un costal de papas encima, para mí te verías igual de hermosa —nota que esté comentario le arranca una sonrojada sonrisa a Elisse— y aunque estemos trabajando, nada me hace más feliz que estar contigo, pero lo que me molesta es que mi abuelo deje de lado sus responsabilidades, es tan raro en él... A este paso... No, esto no acabará bien Elisse.

Elisse nota que él se siente tenso, por lo que se le acerca y le da un beso rápido en los labios y le responde:

— Te prometo que todo mejorará, encontraremos una solución y te apoyaré en todo lo que pueda. Cuentas conmigo Israel, no lo olvides —ella termina de llenar la fuente y se dispone a llevar el pedido.

La mañana pasa, llega la tarde y finalmente termina el día. No hay luces de Don Fabián, ni de Verónica.

— ¿No te parece raro?

— ¿Qué? —le pregunta él mientras termina de cerrar la tienda.

Elisse se apoya en el fierro de la puerta y le dice mirándole a la cara con seriedad:

— Verónica se siente empoderada no sé porque, falta cuando quiere al trabajo y... Don Fabián también, y sin mencionar que sus desapariciones son casi simultáneas —Elisse se da cuenta de que sus sospechas podrían lastimar a su enamorado por lo que decide dejarlo ahí y trata de cambiar de tema— Olvídalo cariño, son solo ideas tontas mías —mira hacia la plaza y se le ocurre pasear por ahí— ¿quieres que nos despejemos un poco caminado por la plaza de armas?

Israel toma iré y sin pensarlo mucho le dice:

— Verónica y mi abuelo son amantes.

Era algo que lo tenía atascado en su garganta desde hace semanas y el hecho de saber que Elisse también lo sospechaba, le daba el extraño alivio de poder decírselo abiertamente. De poder hablarlo con alguien más, porque de por sí, ese tema ya lo estaba asfixiando.

— ¿Qué? —Elisse se queda quieta y lo mira desde los dos metros de distancia que los separa, se queda perpleja hasta que finalmente camina hacia él y lo abraza— Lo siento Israel... Yo lo sospechaba desde hace poco, pero no tenía ni idea de que tú ya lo sabías, debí haberlo sabido y apoyarte en un momento tan difícil para ti como este. No sabía cómo decírtelo y al final, ya lo sabías... Soy una idiota.

Él se separa de ella, la mira a los ojos y la toma de los hombros con delicadeza para decirle:

— No, no digas eso. No es así... Tú ya haces bastante, siendo ese rayo de sol en medio de la oscuridad que me rodea ahora. Esto tarde o temprano iba a pasar, pero yo tampoco tenía idea.

— ¿Y cómo tú lo ibas a saber Israel? Tampoco te culpes tú —le mira triste ella.

— Yo fuí quien trajo a esa víbora a mi familia y ella ahora muerde a todos los que le tendieron la mano. Debí haber dudado de ella, no debí haberla ayudado. Soy un estúpido.

Elisse le toma el rostro y hace que la mire:

— Basta, ni tú, ni yo somos idiotas. Solo fuimos engañados por la misma harpia, no teníamos forma de saberlo hasta que el daño estuvo hecho. Lo importante es que ahora lo sabemos y...

Mi Loca Mente Y YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora