Cap. 42: Shock

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Las semanas pasan y mayo ya está a la vuelta de la esquina. Mientras tanto en el restaurante, Don Fabián había estado más flexible con Elisse y con Israel, a causa de sus perennes distracciones con Verónica, que cada día se ponía más insoportable con la que consideraba su rival. Se sentía empoderada con tan solo la idea de ser la amante del dueño del negocio.

— ...Y no te olvides de lavar todos los platos que quedaron del día —le ordena la morena a Elisse.

Elisse la mira con indignación y le refuta:

— Pero este trabajo lo compartimos tú y yo, ¿por qué te estás largando dejándome todo a mí? No puedes hacer eso. No creo que don Fabián este de acuerdo.

Verónica echa a reír y en tono amenazante le responde:

— Yo tengo otras cosas que hacer. Así que no te entrometas.

— ¿Qué puede ser más importante que terminar como debe ser tu trabajo? —Elisse se pone seria— En serio Verónica, he tratado de ser tolerante contigo, pero si sigues así... Hablaré con don Fabián.

— ¿De verdad quieres discutirlo con él? Porque hasta donde sé... Él está así —hace un gesto con sus dedos de pequeñez— de despedirte querida.

Dicho esto, se acomoda el cabello y sale de la cocina, contorneandose, mientras se siente victoriosa.

— Bruja —le dice Elisse con rabia desde donde está, luego mira hacia los platos y resopla— Maldición, me tardaré demasiado si lo hago sola... ¿Qué hora será? —saca su teléfono de su bolsillo y ve que son casi las 5— Mierda, es bien tarde... Ok... Si me apresuro si la hago. Puedo hacerlo... Y que mejor manera que con —prende su reproductor y se coloca los auriculares— música.

La música se desprende del aparato electrónico hasta sus órganos auditivos, haciendo que sin  proponérselo, se mueva al compás de la música, mientras jabona un rumo de platos, cubiertos y vasos.

— ...Ponle, reguetón pa que baile... Ponle, reguetón pa que baile —sin darse cuenta ya esta bailando, hasta que suena otra canción— Quiero saber que me pasa, te pregunto qué me pasa y no sabes que contestarme... Ay, una mañana te veré llegar... Y descubriré que sho, solo no estoy mejor —tomando una cuchara haciendo la mímica de cantar— Es un soolooo... Es la guitarra de Lolo —haciendo un gesto ahora de tocar una guitarra imaginaria y saltando divertida por toda la cocina.

Ella está riendo y jugando jabonando todo, hasta que en un descuido se choca con alguien. Es Israel. Elisse no puede evitar pegar un grito de susto al verlo, porque había estado tan concentrada en su música que ni cuenta se dió de cuando entro.

Israel no puede evitar romper en carcajadas y ella se enfada. Entonces como venganza y jugando, le lanza toda la espuma que tenía en las manos, abre el grifo y con la manguera pequeña lo rocía un poco.

— Y eso es por pegarme el susto de mi vida —riendo, hasta que ve la camiseta mojada del chico pegada a su abdomen. Entonces recuerda el momento en que lo vió sin polo y empieza a sonrojarse. Su vista empieza a perderse en cada detalle del cuerpo del muchacho.

Ahora es su mente la que empieza a viajar más allá y a fantasear con la idea de tocar en lugar de ver está vez.

— ¡Pervertida! —se burla de ella Jack— Te lo quieres follar, como dicen los españoles —se burla con más fuerza.

— Elisse, qué barbaridad, no vas ni un mes con el muchacho y ya quieres —Erik no logra continuar la frase porque al ver los deseos ocultos de la chica, se sonroja totalmente— ¡Oh por dios Elisse! Ya imaginaste todo lo que ni siquiera has vivido, controlate o acabarás lanzándote sobre el muchacho. Y eso no es lo que hace una señorita.

Mi Loca Mente Y YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora