veintitrés.

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23.

Mia.

—anda Mia, no está en discusión, vienes con nosotros. —decía Zasko mientras me veía con los brazos cruzados.

—eres demasiado tierno para intimidarme Ginés —dije viéndolo.

—Javier dile algo -decía viendo al anteriormente nombrado.

—vamos Mia, no queremos que te quedes sola tanto tiempo. —decía mi novio mientras se sentaba en la cama.

—ustedes si están viendo que son las diez de la mañana ¿por qué vienen a molestar tan temprano? —dije dándome la vuelta.

—vas a ir, no se discute más, tu boleto ya está al igual que tu campo —escuché la voz de Sergio.

—¿de dónde salen todos? yo vivo solo con un raperito, no con tres. —dije viendo a Sergio.

—cuatro -decía Chemi mientras cruzaba la puerta. —al menos sabes dónde será —inquirió el malagueño.

—no, pero no iré. —respondí mientras cerraba mis ojos.

—Argentina. —respondió Ginés y yo abrí mis ojos y me senté en la cama.

—vos decís —dije viendo a Javier.

—será en Argentina, vamos de invitados, los que compiten son Chemi y Chuty. —respondió Javier.

—y queremos llevarte, a menos de que realmente no quieras y tengas tus razones. —decía Chemi, sabía de que hablaba.

—extraño Argentina, y necesito yerba —dije viendo hacia mis pies.

—¡¿fumas?! —decía Sergio asustado.

—yerba para mates pelotudo. —dije riendo.

—madre mía, es que dije no puede ser que me haya ocultado eso. —decía mientras ponía su mano en su pecho, que dramático señor.—

—dale, ve a bañarte —decía Ginés aguantado sus ganas de reír.

—un día puto, un día no me bañé, ni tan siquiera un día porque me bañé a las diez de la noche. —le dije para después tirarle mi almohada.

—bueno, haz tu maleta que salimos a las diecisiete. —decía Sergio y yo asentí, porque siempre obediente nunca in-obediente.

—iré a uno de mis países favoritos, con mi persona favorita. —dijo sonriendo y dejando varios besos en mi mejilla.

—espero que podamos ir a dar una vuelta aunque sea. —dije sonriendo y dejando un beso corto en sus labios.

-

—¡Mia! —gritaba mi primo a lo lejos cuando me vio y yo corrí hasta a él.

—son demasiado efusivos, ya quisiera cualquiera de nosotros que nos recibieran así. —decía Ginés.

—ven, necesito decirte algo —dije tomando a Mauro del brazo y apartándolo de los demás— Uilises me envió un dm, pero obviamente no le respondí. —dije en voz baja.

—¡¿qué ese pelotudo hizo qué?! —gritó y yo puse mi mano en su boca, ganando la atención de mis amigos.

—cerrá la cola Mauro. —dije mientras quitaba mi mano de su boca.

—pero qué quiere ese imbécil, que no entendió con la paliza que le dio Mauro cuando vos estabas en el hospital, si te vuelve a buscar yo mismo iré con Ezequiel a romperle la cara. —decía.

—che cálmate samurai, tranquilo, no creo que pase mucho. —el asintió y subimos a su auto, que fue todo un reto que todos pudiéramos entrar. Ahora conducía a su casa porque el gil se independizó no entiendo como si es un inútil.

—trolo, necesito que me lleves a comprar yerba. —le hablaba a Mauro mientras él conducía.

—¿y vos qué hacés fumando pedazo de pendeja? te he dicho cientos de veces que esa mierda te daña. —dijo enojado haciendo que los demás rían.

—yerba para mates bobo, que Chuty no haya entendido lo comprendo, pero vos, tampoco porque para pelotudo no se estudia. —dije.

—a unos pasitos de mi casa hay una tiendita donde venden, si querés pasamos ya mismo.

—no, mejo voy caminando. —dije.

—yo te acompaño. —decía Javier y yo sonreí.

—y yo. -decía Ginés.

—¿a vos quién te invitó? —dije.

—mi novio. —dijo tomando la mano de Javier.

—yo te perdono que te beses con cualquiera de la fms menos con Ginés, no podés caer tan bajo Bonet. —dije riendo y Ginés me mostró su dedo del medio.

llegamos a casa de Mauro y en cuánto bajamos del auto nos fuimos hacia la tiendita. Me sentía feliz caminando nuevamente por acá, sintiendo el sol de mi ciudad.

—¿ya es todo? —decía Javier mientras tomaba la bolsa y yo pagaba.

—sí, ya es todo. —respondí. Salimos de la tienda.

—por lo visto la vida te pone nuevamente frente a mí, Mia Monzón —sentí los vellos de mi cuerpo erizarse del pánico al escuchar aquella voz.

sanar ; bnet. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora