cuarenta y cuatro.

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44.

Javier.

—yo aún te amo. —dije y ella giró su rostro para verme, desvié mi mirada porque después de decir eso y darme cuenta que tuve que pensar más antes de decirlo me intimidé ante ella. Ella alzó su vista hacia el cielo y se quedó así un rato, probablemente pensando en cómo rechazarme de la manera más amable, pasaban los segundos que sentía cómo horas, un silencio incómodo se formó.

—después de un año ¿me sigues amando? —dijo con su voz temblorosa, no supe si fue por el frío de la noche que nos abrazaba o algo más causaba eso.

—sí, después de un año sigo con vida, después de un año no he conseguido dejar de amarte porque dejaste una vacío gigante e irreemplazable. —dije tratando de mantener fuerte.

—somos vacantes difíciles de llenar ¿no? —dijo riendo levemente— este año que pasó las cosas mejoraron de cierta forma para mí, pero nada de eso logró completarme, y por más que trataba yo no conseguía olvidar que mi complemento estaba en Madrid. —decía mientras movía sus pies.

—¿crees que si estamos aquí es porque el destino haya hecho que nos encontremos? —pregunté.

—creo que sí, vos no sabías que yo estaría aquí hoy, y yo no tenía idea que vendrías, Ginés jamás me lo comentó, ni tampoco me dijo que vendría, así que quiero creer que el destino nos hizo un favor. —respondió.

—Mia, ¿tú me sigues amando? —me asustaba demasiado su respuesta, temía que al final diga que ya consiguió superarme. Tomó mi mano y yo sentí como los vellos de mi cuerpo se erizaron, sentía como mi corazón iba a mil.

—Javier, yo te sigo amando, no hay un manual, ni existe un dios que pueda borrar todo lo que siento por ti, y la verdad tampoco quise tratar de eliminarte de mi vida, si lo hacía me dolería más que extrañarte. —hablaba mientras me veía directamente.

—pues tú misma lo dijiste, somos vacantes difíciles de llenar, más que difíciles, Mia no me apetece dejarte ir de nuevo, no quiero, te necesito, no existió día en que dejara de pensar en ti, te quiero nuevamente en mi vida, la distancia me la suda.—dije mientras sentía como mis ojos se humedecían, y aquellas palabras sonaron más como un ruego que como una petición.

—quiero esto tanto como vos pero ¿la distancia, qué haremos con ella? No quiero volver a sufrir por eso.—dijo concierto temor y dolor a la vez.

—primero que todo, Mia, te necesito, y quiero creer que tú a mí, necesito volver a tenerte, necesito que tú que eres mi complemento vuelva, necesito sentir ese montón de cosas que me causaba escucharte reír y que luego me dieras un beso, Mia ¿quieres ser mi novia? —dije, ella se tiró sobre mí, y rodeé su cuerpo con mis brazos, la escuché sollozar y la apegué más a mí.

—Javier, quiero que seas mío otra vez. —respondió. Y no me contuve más, la besé, nuestros labios seguían encajando tan bien como siempre, volver a probar el sabor de ello me llenaba de felicidad, me llenaba el corazón, era necesario, nos separamos y pegué mi frente a la suya y dejé un beso en su mejilla— creí que jamás volverías a mí, eres tan bueno que pensé que alguien más ya estaría en tu vida, porque mereces a alguien tan bueno como vos.

—tú eres buena, tú eres más de lo que merezco, tú, eso es todo. —dije y ella sonrió de esa manera tan bonita que me movía el mundo entero.

—nunca me había alegrado tanto de venir a un evento con Mauro —dijo y ambos reímos, sentía como en mi interior se iba llenando aquel vacío— pero dime, ¿la distancia? 

—pues, no sé si lo sientas muy apresurado pero quiero que te vengas a vivir conmigo a España. 






ay ay aaaay.

sanar ; bnet. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora