CAPÍTULO 27

2 1 6
                                    

DAVID

Que día de locos... ¿Quién pensaría que podría pasar algo como eso?

Claramente desconozco está maldición. No se ni como funciona, ni los requerimientos para que ocurra algo malo, etc...

Pero creo que alguien si que sabe algo más que yo...

Y muy convenientemente para mis pensamientos sonó el timbre...

Es ella...

¡¡LA TÍA CLAUDIA!!

Abrí la puerta para encontrarme a mi tía; es bastante alta, de espalda ancha y brazos musculosos. Digamos que la tía antes era un tío...

- Hola tía - la saludé mientras cerraba a mis espaldas la puerta de entrada. - ¿Cómo estás en el campo?- me di la vuelta para mirarla, se me hacía raro verla de esa forma... Vestida de mujer, operada... Antes era el tío Alberto, ahora es la tía Claudia...

-muy bien David - dijo enfatizando la d final. -las cosas son muy tranquilas por allí, no como esta vida de ciudad- dijo exagerando una mueca de repulsión.

-jaja, ¿Quiéres que vayamos a una cafetería?- dije mientras bajábamos las escaleras del primer piso.

-eso suena cool, como dicen ustedes los jóvenes - intentó hacer una pose "cool" e ignoré su comentario para ir a la cafetería que había en la siguiente cuadra...

Una vez que llegamos tomamos asiento y le pregunté:

-em.. tía, ¿pudiste encontrar algo sobre la maldición?- pregunté mientras me acercaba un poco a la mesa para que nadie más nos escuchara.

-lamento decirte que no... no encontré nada... - miró al suelo y luego me volvió a hablar - jaja era joda, ¡¡te la creíste capo!! -dijo riendo a un volumen demasiado alto para ser una conversación de dos personas. Después se relajó - encontré muchas cosas; nuestros antepasados escribieron sobre la maldición y tu padre era un enfermo de encontrar todo con lo que pudiera salvarte. - papá... cada vez que se refieren a él me da una punzada en el corazón, recuerdo esa imagen de ver el cadáver en la ducha como si se hubiera suicidado... lo recuerdo con tanto dolor... -David, ¿Estás bien?- dijo Alber- digo Claudia...

-si... lo lamento solo que me puse a pensar en algo, no importa - dije sacudiendo la cabeza para alejar esos pensamientos de mi mente... Este no era el momento.

-bueno, que encontré esto dijo mientras agarraba su pesaba mochila del piso.

-oh, lo siento, no me di cuenta de ayudarte a llevar las cosas - levantó la vista un segundo y me sonrió.

-no pasa nada Dave, de cualquier manera sigo teniendo una fuerza mucho mayor a la tuya - dijo con una mirada de burla.

-y si, si yo estoy todo el día acostado o sentado... obviamente nunca tendré tu estado físico - dije en un tono como si no necesitara especificarlo de lo obvio que era.

-bueno, aca está todo lo que tenía tu padre - y apoyó la enorme pila de libros sobre la mesa... Wow, eran demasiados, unos siete en total... No sé si tengo tanto tiempo como para leer todo esto... - David, ya va a anochecer, será mejor que vuelva a mi hogar... -dijo levantándose de la silla.

-es muy tarde, sería mejor que vuelvas mañana, además viajaste tanto para traerme estos libros ¿No querés quedarte? - que pena que ella no confíe en los carteros, hubiera tardado menos y no tendía que viajar hasta aquí...

-no cariño, tengo que irme, estaré bien, el camino no es muy largo - la miré a los ojos y le pregunté:

-¿segura?- levanté una ceja para que mi cara le diera sentido a lo que decía.

-al cien porciento David... - entonces me saludó y se fue para la dirección contraria... -¡Saluda a Bautista de mi parte! ¡Y a esa chica linda que vi pasar por detrás de la puerta !- me gritó mientras se alejaba...

Me puse rojo... Está tía...

Volví al departamento en el cual me esperaban Bautista y Nancy para cenar...

-hola David, ¿cómo te fue con tu tía?- me preguntó Nancy mientras sacaba una pizza del horno...

Por alguna razón esa escena me recordó a una familia... Una esposa, un esposo y... ¿Un hermano menor? No veía a Bautista como un hijo, pero no sé el sentido que tendría en mi pequeña comparación...

-muy bien, manda saludos - me apresuré a dejar los libros en mi habitación debajo de mi cama... Será mejor que nadie los vea.

-¿Por qué no entró a saludar?- preguntó Bautista.

-estaba apurada, tenía que irse al campo, seguro porque mi tío estaría esperandola... - dije mientras agarraba los platos para comer.

Y en esa cena mientras conversábamos de cosas triviales me di cuenta de que la tormenta recién iba a comenzar...





NUNCA LASTIMES A QUIÉN DESPUÉS NO PUEDAS MATARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora