Capítulo 28: La calma arrasa.

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     Si las sospechas de Makoto hubiesen sido incorrectas, ahora mismo la Hoja no se encontraría en aquella situación. Todo era un caos, el actual Hokage se encontraba luchando contra Orochimaru y los antiguos Hokages, mientras Naruto peleaba contra Gaara y Makoto, por su parte, estaba intentando romper la barrera que retenía a Hiruzen.

     —¡Puños feroces! —exclamó ella, pero el jutsu no surgió efecto—. Debo pensar un plan, Hiruzen no aguantará contra Orochimaru, no puedo dejar que esto sea otro diez de octubre... ¡Abuelo! —gritó Makoto, pero Tobirama no era capaz de escucharla.

     —¡Makoto! —gritó Iruka.

     —¿Qué pasa?

     —No hay manera humana de poder destruir esa pared, deberías parar. Ven conmigo para pelar contra los de la Arena —explicó él. Makoto miró sus manos y tragó en seco.

     —¿En qué lugar dejaría a la Diosa Senju si no pudiera contra una barrera? —comentó Kakashi, poniéndose a su lado—. Voy a volver a las gradas para ayudar a los demás, vengo a avisarte.

     —Kakashi... no puedo usar a los tigres esta vez, todavía están agotados de la última vez. Esto va a ser una escabechina por mi culpa. —Makoto puso mucho más chakra en sus manos e impactó sus palmas contra el muro. El Hatake se fue tan rápido como había aparecido para poder luchar contra los enemigos de las gradas. —¡Te voy a matar, Orochimaru! ¡Sal de ahí, no seas cobarde! —Makoto golpeó repetidamente la pared, pero no pudo atravesarla.

     —Makoto, déjalo —dijo el Tercero desde dentro.

     —¿Makoto? —murmuró Tobirama, que se giró para poder ver a su nieta—. Has crecido mucho, lamento encontrarnos en esta situación tan incómoda. 

     —Siento entrometerme en vuestra reunión familiar. Pero debemos poner fin a esta matanza. Nadie puede contra esto... ya sé lo que debo hacer, juré proteger a la aldea, sé que costará mi vida... —comentó Hiruzen. La Senju lo miró, aterrorizada, y supo lo que iba a hacer cuando le miró a los ojos. 

     —¡El precio es tu alma! No lo hagas, no uses el sello de la parca... —Makoto golpeó de nuevo el muro.

     —Protege la aldea cuando yo no esté, confío en ti. —Hiruzen comenzó a realizar los sellos de la Parca.

     —Ya ha tomado la decisión, solo nos queda apoyarle... —susurró Iruka. Ella asintió.

     —Iruka, te importa quedarte aquí, debo ir con Naruto. Además, no soy capaz de ver esto... —Él asintió y la mujer se retiró de esa escena.

     Makoto comenzó a correr hacia el desastre causado por el nueve colas. Al llegar a el bosque, se encontró a Naruto y a Gaara, tumbados en el suelo rodeados por sus compañeros, asustados. 

     —¡Naruto! —exclamó la Senju, arrodillándose a su lado. Comenzó a intrudicir chakra en él, pero sus conocimientos de ninjutsu médico eran, básicamente, lo poco que le había enseñado Rin en su día—. ¡Debemos llevarlos al hospital, mi ninjutsu médico no es lo suficientemente bueno para esto! —Kakashi cargó al Uzumaki en su espalda, y Kankuro agarró a Gaara.

     —Nosotros nos encargamos de él —dijo el chico que había cargado al pelirrojo en su espalda.

     —Makoto... ¿estamos seguros? —preguntó Sakura.

     —El Hokage nos ha protegido... lo estamos.

     El día se había saldado con la muerte de miles de ninjas y la del mismísimo Hokage que, pese a que no pudo contra Orochimaru, le dejó severamente herido.

Raíz | Kakashi HatakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora