2° L I B R O | | S A G A A N B U
2° Temporada de ANBU
Makoto ya no podía más, no podía soportar más dolor, así que cierto individuo se aprovechó de eso para que la mujer se uniera a su organización.
Kakashi y ella habían perdido el contacto, se pod...
Makoto había tomado la decisión más importante para el futuro de la aldea: quién sería el próximo Hokage. Y la persona escogida no había sido otra que su prima: Tsunade Senju.
No sabía si era la opción más adecuada, pero después del incidente denominado "mano en la alacena", necesitaba su ayuda para encontrar a su ex compañero de equipo, el legendario Orochimaru. Así que había decidido aventurarse en el viaje de Jiraiya y Naruto en busca de Tsunade.
—Makoto, he mejorado muchísimo estos días —dijo el Uzumaki, sonriendo.
—Me alegro, ya verás como te convertirás en un gran ninja —respondió ella, contenta.
—Entremos en este bar, nos tomamos algo y nos vamos. —Jiraiya abrió la puerta y, curiosamente, Tsunade estaba cenando justo allí, delante de ellos.
—¿Prima? —susurró la rubia.
—¡Prima! —exclamó Makoto, corriendo a su lado—. Es genial que nos hayamos encontrado, ¿verdad?
—Creo que tenemos diferentes definiciones de genial —susurró la rubia.
Tras varias conversaciones, y alguna que otra pelea, la propuesta de que Tsunade fuese Hokage fue rechazada.
—No pienso hacer eso. —La mujer agarró el vaso de sake y lo apretó con su mano, haciendo estallar el cristal.
—Por favor, prima. —Justo cuando Makoto quiso seguir persuadiéndola, un ninja entró gritando su nombre.
—¡Makoto Senju! —exclamó él, preocupado, la nombrada se levantó y se acercó a él.
—¿Qué pasa?
—Hay problemas en el clan Hyuga, han...
—Otra vez ellos, voy a acabar masacrándoles con mis propias manos —susurró ella.
—No, quiero decir que los Hyugas han descubierto algo muy raro, algo sobre un tipo de sangre diferente, necesitan que usted vaya de inmediato. —Makoto asintió y corrió a la mesa donde antes estaba sentada.
—Debo irme, hay asuntos que debo resolver. Buena suerte, Naruto y, Tsunade, quiero ver cómo vuelves a Konoha con ellos —se despidió una vez más y siguió al ninja de vuelta hasta Konoha.
Ordenó que el hombre se retirara y corrió hasta el clan Hyuga. El ambiente allí era bastante raro, así que procuró no bajar la guardia. Entró en la mansión de Hiashi y fue directamente a la sala de actos.
—¿Qué habéis descubierto? —preguntó ella al ver a todos los jefes sentados al rededor de la mesa.
—Pensabas que no nos daríamos cuenta... —susurró una anciana.
—Sabíamos que no eras normal, pero nos has escondido algo muy importante, ¿tienes algo que decir? —preguntó el líder.
—Dios, ¿podríais ser más claros? —cuestionó ella.
—Sabemos lo de Raíz —espetó Hiashi. Makoto empezó a respirar forzosamente, intentando que su nerviosismo no se notara. Esos archivos deberían estar bien guardados, ¿por qué y cómo sabían ellos eso?
—Así que lo de la sangre era mentira... —La Senju rodó los ojos y apretó fuerte su mano. —¿Qué sabéis de Raíz?
—La nimiedad de que ayudaste en la masacre de los Uchihas —dijo un anciano. Makoto había comenzado a sangrar por haberse clavado las uñas en la palma de su mano.
Eso no podía estar pasando, debía ser una mentira, aunque había sido un poco estúpido de su parte pensar que ya estaba todo olvidado. La Senju se había reafirmado sobre que Konoha no olvidaba y que, incluso sus secretos más ocultos, acabarían saliendo a la luz.
Tenía dos opciones viables en ese momento. La primera era simple: huir y mandar a la mierda todo por lo que había luchado y todo lo que le importaba. La segunda era más complicada: quedarse y explicarlo todo de una manera razonable, como personas adultas. Aunque la primera era tentadora, prefirió aclarar las cosas.
—Tuve que elegir el mal menor —mintió. Ni ella había tenido poder de decisión, ni ese era el mal menor—. Eran ellos o Konoha, no hace falta ser un genio para saber quién ganó.
—Me pregunto qué pasaría si alguien más se enterara de esto. Podría haber una cara nueva en el Libro Bingo —comentó Hiashi.
—¿De dónde habéis sacado esta información? —preguntó ella, frunciendo el ceño.
—Te sorprendería saber que los muertos pueden estar vivos —dijo un anciano.
—Está bien, lleguemos a un trato, Hiashi. Si no cuentas nada, jamás reclamaré nada de este clan, podéis hacer como que nunca he existido —ofreció la Senju, desesperada. En esas condiciones, podían pedirle cualquier cosa.
—Eres muy amable, pero hay otras maneras de hacernos la vida más fácil. Por ejemplo... Si desaparecieras. —La abuela sonrió cínicamente. Makoto apretó la mandíbula.
—¿Me queréis matar? —preguntó ella, después, se mordió el pulgar y se lo enseñó a los allí presentes—. ¡Decid alguna mierda parecida a eso y os mato a todos! ¡Ya sabéis que no tengo piedad!
Los del clan quedaron sorprendidos ante el cambio de actitud de la mujer, parecía que estaba fuera de sí y, jurarían, que sus ojos no eran los mismos.
—Si no quieres que digamos nada, vete de la aldea —habló el líder sin inmutarse. De repente, alguien abrió la puerta de la sala de una patada.
—¿Creéis que estáis en el derecho de elegir? —preguntó el que había interrumpido.
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Makoto no soporta muy bien el calor.
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