Capítulo 8: Una luz en la oscuridad.

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     Todavía no podía creer lo que había pasado: había llorado frente a Kakashi como si tuviera cinco años después de masacrar a uno de los clanes más importantes de Konoha. El chico —más bien hombre— que tanto había odiado por abandonarla, la había consolado como antaño. Aunque, si era sincera, él no tenía toda la culpa. Si bien él nunca la buscó, ella dejó de seguirle. Fue un empate.

     Caminó a desgana por toda la aldea hasta que se encontró a Naruto, pero no de la manera en la que le gustaría haberlo visto. Un aldeano le había tirado una máscara a la cabeza. Sin pensarlo mucho, corrió y se puso en frente del pequeño, ahuyentando a la multitud con su Byakugan.

     —¿Quién es esta? —preguntó una mujer mayor.

     —Makoto Senju... es la nieta del Segundo —comentó un hombre esta vez.

     —Estoy segura de que su abuelo se revuelve en su tumba al ver que protege a un monstruo como él —habló una mujer. Makoto apretó los dientes y frunció el ceño.

     —Vayámonos de aquí, se está enfadando. —Y así, lentamente, el gentío se deshizo.

     —¿Quién eres? —preguntó el Uzumaki, agarrándose a la pierna de la mujer. Makoto, con el Byakugan activado todavía, le sonrió—. ¡Tus ojos son muy guays! ¡También son muy bonitos, señora! —Makoto se arrodilló y removió el pelo del rubio desactivando su poder ocular.

     —Soy Makoto Senju —dijo ella. Naruto entreabrió la boca con sorpresa y después dejó paso a una amplia sonrisa.

     —Yo soy Naruto Uzumaki, de veras. —Makoto asintió y se levantó. —¿Adónde va? —Makoto agarró la mano del pequeño.

     —Vamos a casa, Naruto. —Naruto saltó de alegría. —Si quieres puedo quedarme un rato, tengo el día libre.

     —Eres un poco rara... ¡Pero eres muy amable! —exclamó Naruto.

     —¿Eso es un insulto? —preguntó la mujer, sonriendo.

     —¡No! Me gustan las personas como tú, de veras —dijo Naruto.

     —Está bien —habló Makoto entre risas—. Espera... yo conozco a ese... —dijo, mirando hacia un joven de cabello color plata, que, casualmente, también la miraba a ella—. Naruto, súbete a mi espalda, vamos a alcanzar a ese tipo. —Makoto se agachó y Naruto subió a su espalda.

     —¡Allá vamos, de veras!

     Makoto corrió hacia Kakashi, que la miraba de manera extraña. Al alcanzarlo, Naruto miró al hombre y rio.

     —¡Qué pelo más raro! —habló el Uzumaki, todavía entre risas.

     —¿De qué se ríe el mocoso? —preguntó el Hatake, mirando mal al rubio.

     —De tu pelo, ¿no es obvio? —dijo Makoto y, seguidamente, se unió a las risas del pequeño.

     —Tú, que eres la mayor... riéndote de esto... Das pena —dijo Kakashi, negando sutílmente.

     —¡Ella no da pena, tu pelo sí, de veras! —exclamó Naruto. Makoto intentó dejar de reír, pero no podía.

     —Te acaba de vacilar un niño de siete años, no creo que la que da pena aquí sea yo —habló Makoto, riendo todavía.

     —Cambiemos de tema, ¿adónde vais? —preguntó Kakashi. Las risas cesaron paulatinamente.

     —Vamos a la casa de Naruto, ¿vienes? —cuestionó Makoto, sonriendo.

Raíz | Kakashi HatakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora