Makoto corrió hacia Hiashi, preparando las Sesenta y cuatro Palmas. Quería acabar con la pelea lo más rápido posible. Hiashi, por su parte, en el momento en que la chica estaba más cerca de él, realizó la rotación celestial. Makoto, para intentar romper esa barrera, acumuló chakra en sus puños y se transformaron en cabezas de tigres con una gran esfera de chakra rotando en su interior. El hombre, al verse acorralado por ella, deshizo el jutsu y se alejó unos metros, haciendo que los puños de Makoto se estamparan en el suelo.
—Eso ha estado muy bien —susurró Makoto, impresionada. Hiashi corrió hacia la Senju, ambos comenzaron a pelear con el taijutsu de los Hyuga. La mujer que observaba la pelea, estaba asombrada, Makoto era solo mitad Hyuga, pero podía pelearle a la rama principal sin problemas.
Hiashi apuntó con su palma al corazón de la Senju, que corría hacia él. En menos de dos segundos, una corriente de chakra había obstruido uno de los puntos de chakra más importantes de la mujer. Hubiera parado su corazón si Makoto no lo hubiera visto venir y no se hubiera apartado. Aun así, el daño era grave.
Hiashi, aprovechando un despiste de Makoto, obstruyó tres puntos de chakra de su muslo. Por fuera parecía un simple corte, pero había hecho que, en su pierna izquierda, no pudiera circular el chakra. Makoto corrió de nuevo hacia el hombre, al estar frente a él, giró sobre su propio pie y asestó un puño suave en su espalda. Hiashi cayó al suelo, con un rastro de sangre en su comisura, mientras que, la mujer que les miraba, fue a ayudarle, mirando a Makoto con cierto temor.
La Senju agarró la manga de su camiseta y la rasgó, la enrolló en su muslo para no desangrarse y frotó sus palmas con la camiseta que traía para quitar su propia sangre de ellas.
—Dile, que no voy a reclamar nada ahora. Pero que dentro de unos años no tendrá otra opción —explicó Makoto. La mujer asintió y se llevó a Hiashi dentro de la mansión.
La Senju caminó moribunda por las calles de Konoha hasta llegar a su casa. Comenzó a perder el equilibrio y ver bastante mal cuando llegó a la puerta de su casa. La pelea había acabado bastante mal para ambos. Al abrir la puerta, se encontró a Kakashi leyendo un libro en el sofá del salón. El cual, al verla, se horrorizó.
—Makoto, ¿qué ha pasado? ¿Qué es toda esa sangre? —preguntó Kakashi, poniéndose a su lado.
—Kakashi... ¿qué haces tú aquí? —Makoto cayó de rodillas al suelo. El Hatake la cargó en su espalda y la subió a su habitación. Corrió en busca de un equipo médico y, al encontrarlo, lo trajo a casa.
Al cabo de cuatro horas, habían conseguido curar a la chica. Kakashi no les podía estar más agradecido. Se quedó toda la noche a su lado y, la mañana del día siguiente, le hizo el desayuno y se lo llevó a su cama.
Makoto se despertó y lo primero que vio fue a Kakashi, sujetando una bandeja.
—¿Qué haces tú aquí? —preguntó molesta. Kakashi la miró extrañado.
—Vine para hablar de nuestra siguiente misión y apareciste medio muerta —explicó el hombre.
—Muy bien, vete —ordenó. Kakashi dejó la bandeja en la mesita de noche y miró a Makoto, confundido.
—Te he salvado la vida, deberías agradecérmelo.
—¿También tengo que agradecerte la mierda que me dijiste ayer? —preguntó Makoto. Kakashi frunció las cejas, aún más confundido.
—Pero si te desmayaste antes de poder entablar una conversación. —La mujer suspiró, molesta.
—En el mediodía, cuando me dijiste que no merecía ser ninja.
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Raíz | Kakashi Hatake
أدب الهواة2° L I B R O | | S A G A A N B U 2° Temporada de ANBU Makoto ya no podía más, no podía soportar más dolor, así que cierto individuo se aprovechó de eso para que la mujer se uniera a su organización. Kakashi y ella habían perdido el contacto, se pod...